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Basuras, plaga de ratas y ventanas rotas en Bogotá

«Cuando miras una ciudad, es como leer los sueños, las aspiraciones y el orgullo de todos los que la construyeron.” – Hugh Newell Jacobsen

En las últimas semanas circuló en Twitter un impactante video que registra la presencia de una plaga de ratas en las cercanías del Parque de la 93. En las imágenes se pueden ver decenas de ratas congregándose alrededor de un montón de basura en una zona verde ubicada en la Calle 93b con Carrera 14. En el video, se observa cómo una señora que camina por la zona salta despavorida al percatarse de la presencia de los roedores.

Sobre el mismo tema, hace ya unos meses, leía un trino de la concejala y precandidata a la alcaldía Lucía Bastidas, donde denunciaba la presencia de varios puntos críticos de ratas en la ciudad. Aunque en ese momento no tenía en mente este problema en Bogotá, la verdad es que no extraña que esté ocurriendo, debido a la cantidad de focos de basura regada caóticamente en las calles. Ante la visible crisis de basuras que vive la ciudad, intuía que algo así era muy posible que estuviera sucediendo.

Cuando era niño, a veces aparecían pequeños ratones en mi casa, pero nunca había visto ratas paseándose abiertamente por la ciudad. La única vez que había experimentado algo similar fue cuando viví y estudié en Nueva York entre los años 2005 y 2007. Era bastante común verlas entre las carrileras del subterráneo y, ocasionalmente, en las calles, especialmente durante el verano.

Recientemente pensaba en lo afortunados que somos de que Bogotá no sea una ciudad caliente. ¿Se imagina toda esa basura esparcida por las calles, pudriéndose a plena vista de todos? El problema sería inmensamente mayor. 
Desde hace quizás unos dos o tres años, los bogotanos venimos registrando el aumento acelerado de este fenómeno de basuras regadas en las calles. Se pueden ver por todas partes, al lado de las canecas y los grandes contenedores. En cualquier punto donde se dejan bolsas, hay reguero. A veces, el viento las dispersa aún más. Atraen palomas, y ahora, por lo visto, también ratas. Este es un fenómeno reciente, que aparece y se ha venido agravando durante la actual administración.

¿Qué está sucediendo con las basuras en Bogotá? 

A juzgar por lo que estamos viendo en las calles, parece que todo el sistema de recolección de basuras está en crisis y colapsado. Sin embargo, este problema va mucho más allá del buen, regular o mal desempeño de los operadores encargados de la recolección.

Se trata de un desafío que involucra múltiples factores culturales y comportamientos de múltiples actores —recicladores, carreteros, habitantes de calle, otros ciudadanos, negocios, operadores, etc. —, lo que hará que su resolución sea una misión  verdaderamente difícil y compleja.

Este es un tema sensible para los ciudadanos porque tiene un impacto muy negativo en su experiencia de la ciudad. Afecta su percepción general de la misma y les da una sensación de descuido y abandono, como si a nadie le importara.

Ver la ciudad en este estado de suciedad lastima la autoestima de las personas y hace difícil que nos sintamos orgullosos de ella. Qué pena con nuestros niños, y qué vergüenza, por ejemplo, con los turistas que nos visitan. 

El estado actual de descomposición y deterioro del espacio público de la ciudad -a lo que contribuye notoriamente la crisis de las basuras-, sumado al clima de inseguridad que sienten los bogotanos, hace inevitable pensar en la pertinencia de los conceptos de la teoría de las ventanas rotas”.

La presencia de regueros y montañas de basura es percibida por algunos como una señal de que nadie se preocupa por mantener la ciudad limpia y ordenada, lo que a su vez les da una justificación para arrojar su propia basura en la calle.

Este fenómeno se retroalimenta gracias al poderoso efecto del contexto, que indica que el comportamiento es aceptable y que no hay consecuencias. Ante la falta de acciones efectivas y oportunas, por supuesto, el monstruo sigue creciendo. La espiral de deterioro y descomposición gana velocidad. 

“El comportamiento del organismo es inseparable del comportamiento de su entorno”Allan Watts

Además, existe una relación sensible entre el aspecto del espacio público de la ciudad y la percepción de inseguridad de sus ciudadanos. A medida que la calidad del espacio público se deteriora, aumenta la sensación de falta de gobierno y de inseguridad.

Según la última encuesta de Bogotá Cómo Vamos, solo el 26% de las personas se siente seguro en la ciudad y el 73% han sido víctimas de algún delito. Ante estas cifras, no sorprende que el 64,9% de los encuestados afirme que todo va por mal camino y que la satisfacción de Bogotá como ciudad para vivir haya disminuido del 51,9% en 2019 al 44,4% en 2022.

Por todo lo anterior, incluido el inminente problema de salud pública que anuncia la noticia de las ratas, es crucial que la crisis de las basuras se tome mucho más en serio por parte de todos y que se convierta en una prioridad en las agendas de problemas a resolver tanto de la ciudad como de los candidatos que buscan gobernarla. 

La ciudad está llena de problemas jodidos y la gestión de las basuras es uno de esos. Se trata de un reto sistémico que debe abordarse y atacarse desde múltiples ángulos, y que involucra a una gran diversidad de actores. 

Aunque es evidente que este problema desbordó a la actual administración, es crucial y urgente contenerlo y resolverlo. Las consecuencias de no hacerlo son demasiado graves.  

Tenemos que ser mucho mejores cuidando el presente de la ciudad. Y tenemos que aprender a atajar los problemas cuando aún son pequeños

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Epidemia urbana: malparqueados en los andenes de Bogotá

Para quienes no conocen Bogotá, la Carrera Séptima viene siendo como la Quinta Avenida de Nueva York, la Avenida Paulista en São Paulo, los Campos Elisios de París  o la Primero de Mayo de Buenos Aires. 

Publiqué este trino el pasado 27 de febrero de 2023 al encontrarme, mientras caminaba, con la escena que ven en la foto. Increíblemente, esto está pasando en plena Carrera Séptima en horas pico de la tarde, aproximadamente entre 4:00pm. y 7:00pm. Clientes de las tiendas D1 a la altura de la calle 51, frescos de la vida, están usando los estrechos andenes del corredor de la Séptima para parquear sus carros. Incluso, hay un señor que los cuida. 

Ahora dimensionemos las implicaciones de esta usurpación del andén para las diferentes personas que se mueven por ahí.

Exponiendo su vida, quienes van caminando deben bajarse a la calzada del carril bus para pasar de un lado a otro. Si va en silla de ruedas o lleva a su bebé en coche, lo mejor puede ser no intentarlo.

Por su parte, los buses, con sus cientos de pasajeros que transitan por el carril exclusivo ven interrumpidos su carril y bloqueado su acceso al siguiente paradero por cuenta de la fila de carros con luces estacionarias que esperan a que se libere un cupo en el andén. Por supuesto, los buses deben moverse al carril del centro. Automáticamente, los tres carriles de la Séptima se vuelven dos. El trancón, que ya es infernal, cobra nuevas dimensiones. Más humo, más pito y más ira. En nada, entre los señores de las Tiendas D1, sus clientes motorizados y la pasividad de las autoridades, se ha creado una absoluta tragedia urbana.

Basta dar una breve vuelta de unas pocas cuadras, para ver cómo la  escena ha empezado a repetirse en otros puntos de la avenida. Nadie dice nada. Nadie actúa.

Para hacer posible este pecado urbano, predios y comercios han venido quitando bolardos y bordillos de andenes a la fuerza. Dentro de poco, los andenes del corredor -ya de por sí bastante deteriorados y discontinuos- se habrán convertido en un extenso parqueadero lineal y gratuito de carros y motos. Muy similar a lo que veíamos en la Carrera 15 hasta finales de los años noventa y que era tan usual en la Bogotá de ese entonces.

Fuente: @historia_bogota

“Los únicos que se van a beneficiar de esto (los nuevos andenes) son los gamines y mendigos, que ahora tendrán aceras más amplias para dormir, es el comentario común de los habitantes de la zona.” Editorial El Tiempo, Paseo de la 15, Dic 2, 1998

Fuente: @Mariano_OspinaP

  
Pues así de normalizado está hoy el fenómeno de los malparqueados sobre andenes en Bogotá.

Y es que estamos hablando de la Carrera Séptima, posiblemente el corredor vial más mediático y políticamente competido de la ciudad, no de una calle secundaria y alejada

Estamos hablando de ese mismo corredor que cada cuatro años tiene a la ciudad inmersa en un nuevo round de movilizaciones políticas y ciudadanas por los diferentes proyectos que cada alcalde promueve –sin éxito– para intentar transformarlo y abordar sus problemas de movilidad.

El mismo para el cual se tiene en marcha un nuevo intento de propuesta bajo el nombre de Corredor Verde, planteado sobre los principios de favorecer la movilidad sostenible -peatones, ciclistas y transporte público- y la idea de crear sentido de lugar  -o espacio público de calidad para que las personas lleguen y se quieran quedar-. Es decir, busca favorecer todo lo que no sucede cuando los carros -y ahora también las motos- se parquean impunemente sobre los andenes de la ciudad.

Render Corredor Verde 7a

Explíquenme, entonces, ¿cómo es posible que la ciudad permita que esto pase en la Séptima? ¿Y hay algo más contradictorio con la propuesta de Corredor Verde que permitir que  los carros se devoren sus andenes? 

Me pareció importante llamar la atención sobre lo que está pasando en la Séptima, porque difícilmente encontraremos un mejor ejemplo que evidencie los niveles de aceptación y normalización que hemos alcanzado los bogotanos frente a la enfermedad de los “malparqueados” sobre andenes en la ciudad. Pero, además, porque ilustra a la perfección el contexto de permisividad casi total que le ha permitido al fenómeno propagarse a lo largo de los años —por supuesto, sumado a la pasividad de las autoridades para reaccionar a tiempo y hacer algo efectivo que, por lo menos, lo contenga. 

Calle por calle y andén por andén, estamos ante una epidemia urbana que de manera silenciosa pero firme seguirá enfermando y suprimiéndole vitalidad  a la ciudad, a menos que se enfrente con la visión estratégica, los recursos y la determinación política que el problema exige. Y algo que definitivamente también nos ha faltado es el sentido de urgencia y anticipación para contener, revertir y no dejar que reaparezca. 

Teniendo en cuenta el avance del fenómeno, es importante reconocer que nuestros recursos son limitados y que resulta imposible abarcar toda la ciudad. Por lo tanto, el éxito de cualquier estrategia, además de reconocer que tomará tiempo y recursos, debe partir por elegir muy bien los puntos y corredores para desplegar una combinación de esfuerzos de control, pedagógicos y de infraestructura. Y, en ese sentido, corredores como la Séptima, la Carrera 15 y algunas otras vías principales, por obvias razones, deberán ser prioridad. La amplitud del problema nos obliga a pensar como acupunturistas urbanos.

Si permitimos que el problema persista y se reproduzca en corredores de esta importancia, no solo estaremos admitiendo nuestra derrota frente a esta enfermedad urbana, sino que también estaremos retrasando aún más la promesa pendiente de esa ciudad sostenible y más humana.

Desde hace varios años, un grupo de ciudadanos conscientes del daño que esta epidemia le está causando a la ciudad hemos venido denunciado las innumerables situaciones que registramos en la ciudad en Twitter usando el hashtag #peatonalicemoslosandes.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, la falta de acciones efectivas y resultados visibles ha dejado a muchos frustrados e impotentes, lo que empieza a llevarnos hacia la apatía y, a largo plazo, a la preocupante posibilidad de acostumbrarnos a vivir así.

Este fenómeno de los “malparqueados” sobre andenes en Bogotá es un ejemplo perfecto, entre varios otros, de cómo dejamos crecer los problemas, permitimos que nos cojan ventaja y cobran dimensiones de epidemia. Después, la solución se torna mucho más compleja y costosa desde la dimensión que se le mire: en términos de tiempo, sociales, políticos y económicos. 

Otros problemas recientes que hemos visto reproducirse como epidemias en Bogotá, que nos siguen cogiendo ventaja y se devoran nuestra calidad de vida, son:

  • Colados Transmilenio
  • Ciclomotores
  • Accidentalidad de motos y descontrol de domiciliarios
  • Carreteros
  • El reguero de las basuras 
  • Deterioro y descomposición de la Séptima Peatonal
  • Desorden e invasión de espacios por ventas informales
  • Deterioro de infraestructura física (huecos, andenes, puentes peatonales, alcantarillas, otros)

Finalmente, si hay algo que está evidenciando la proliferación de este tipo de problemas es que necesitamos un enfoque de gestión de la ciudad y gobernanza de su espacio público mucho más proactivo y comprometido con cuidar la experiencia cotidiana de los ciudadanos. Somos muy buenos proponiendo y peleando por proyectos y escenarios futuros, pero bastante descuidados, atendiendo y mejorando el presente de la ciudad. 

Un elemento absolutamente determinante para que el futuro Corredor Verde -si se realiza- tenga éxito tendrá que ver con la buena gestión de todo ese espacio público nuevo que se propone crear. Por lo tanto, el corredor necesitará sí o sí de una gerencia (algún arreglo institucional) que vele y responda de manera rigurosa por las múltiples dimensiones de su cuidado y sostenibilidad. Que responda por su presente. 

Nota final, elecciones 2023

Entrando en época electoral, necesitamos que algún candidato tenga la audacia de comprometerse con la visionaria propuesta que en el 2014 lanzó Actualidad Panamericana con el titular: “Primicia AP: se viene plan para peatonalizar los andenes de Bogotá”: 

“En la que desde ya es considerada una iniciativa más ambiciosa que el mismo Metro de Bogotá en asuntos de movilidad, la alcaldía mayor está a punto de lanzar un audaz programa para nada menos que peatonalizar los andenes de la ciudad. Se trata de una apuesta arriesgada, pues implica un cambio cultural profundo». 

¿Qué dicen los candidatos sobre el problema de los malparqueados en andenes? ¿cómo lo solucionarían? ¿Están interesados en hacerlo? ¿Se comprometen a peatonalizar los andenes durante su alcaldía? Me voy a encargar de que todos los candidatos respondan estas preguntas.

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Sin andenes no hay paraíso (Ojo al Art. 132 del POT)

“Los andenes de la ciudad se consideran convencionalmente como un espacio solo para el tránsito de peatones y el acceso a los edificios, y no son reconocidos ni respetados como los órganos vitales e insustituibles que son para la seguridad de la ciudad, la vida pública y la crianza de los niños.» Jane Jacobs

En un artículo reciente afirmaba que uno de los principales aciertos de la propuesta del POT que se encuentra actualmente en discusión y trámite en el concejo de la ciudad tenía que ver con el hecho de asignarle al peatón un lugar protagónico en la visión de ciudad planteada, poniéndolo en el centro de la toma de decisiones en relación al diseño, el ordenamiento y la configuración de la ciudad.  Poner a los peatones en el centro es un concepto rector de la propuesta absolutamente determinante para realizar la promesa de esa mucho mejor ciudad que buscamos; más humana, solidaria y sostenible.  Más enfocada en cumplirle a las personas que a los carros.

Y, sin embargo, hay un artículo que involucra a los peatones y su espacio más representativo, los andenes, que merece mucha más atención y discusión de la que está recibiendo hasta el momento. Me refiero al artículo 132 de la propuesta, que está determinando, si es que no se ajusta, que serán los ciudadanos (propietarios de los inmuebles) quienes paguen y se encarguen de la ejecución de las obras de reparación y mantenimiento de los andenes.

Así tal cual:

Artículo 132. Adecuación y mantenimiento de andenes. Corresponderá a los propietarios o poseedores de inmuebles ubicados en el Distrito Capital ejecutar las obras de adecuación y mantenimiento necesarias para que la superficie de los andenes que se localizan frente a sus predios sean continuos, libre de obstáculos y de igual nivel, según lo determinen las especificaciones que establezca el distrito.

Si el particular no efectúa las obras requeridas o manifieste que no adelantará dichas intervenciones, la administración distrital podrá ejecutar directamente las obras de adecuación o mantenimiento, y adelantar el cobro a los propietarios o poseedores, de acuerdo con la reglamentación que expida la administración distrital.

De entrada, el artículo no cae muy bien, ¿Cómo así que los ciudadanos quedan como responsables de pagar y ejecutar obras de andenes? Pero, además, asaltan muchísimas otras preguntas: ¿Cómo poner de acuerdo a vecinos? ¿Qué pasa si alguno no quiere o no puede? ¿Quién contrata la obra? ¿Cómo se garantiza la calidad, tiempos y uniformidad de las obras? ¿Cómo sería esa reglamentación del mecanismo? ¿Qué nos hace pensar que la ciudad está preparada culturalmente para que funcione un mecanismo así? ¿Ante qué entidad se informa de la obra y quién es el encargado de supervisarla y cumplir con el control urbanístico? En fin, demasiadas preguntas que no pueden quedar en el aire.

Pero más allá de esta importante lista de detalles operativos, la pregunta de fondo que debemos tratar de responder tiene que ver con el sentido estratégico y la consistencia de lo que se está proponiendo en relación a esa gran apuesta por los peatones y esa ciudad caminable que está promulgando la propuesta. ¿Es un mecanismo descentralizado (atomizado) como el planteado la mejor alternativa para corresponder la apuesta? ¿De verdad creen que es posible realizar esa gran promesa de una ciudad caminable y para el peatón sin una apuesta igual de significativa en materia de andenes?

De entrada, la intuición me dice que no. Sencillamente, porque la magnitud de la tarea es demasiado grande e importante. Entonces, uno esperaría que la ciudad se dotara con un mecanismo mucho más robusto y contundente, y eso quiere decir algo centralizado donde la institucionalidad del distrito lidere y actué con sentido estratégico. Entonces, en línea con la temporalidad del POT, la ciudad debería trazarse un plan para el corto, mediano y largo plazo, reconociendo que la tarea de construir, reparar y mejorar su red peatonal tomará tiempo, pero además exigirá importantes recursos y una institucionalidad comprometida que lo respalde. Claro, si es que la apuesta es de verdad.

Por otro lado, lo bueno es que estamos a tiempo y es el momento de hacernos preguntas de fondo sobre algo tan importante pero tan ignorado, como los andenes de la ciudad. Algunas de esas preguntas son: ¿Cuál puede ser la manera más estratégica de abordar ese enorme déficit de andenes? ¿Cuál es el tamaño de la inversión que requiere ese plan de corto, mediano y largo plazo? ¿De dónde pueden salir los recursos? ¿Qué calles y corredores priorizar? ¿Cuáles pueden ser esos criterios de priorización? ¿Cuenta la ciudad con la institucionalidad necesaria para llevar a cabo la tarea?

Y, por supuesto, también es el momento de escarbar y hacer una revisión juiciosa de mecanismos y estrategias empleadas por otras ciudades del mundo.

Buscando, encontramos que las ciudades aplican diferentes fórmulas. En unas, igual que la propuesta que está haciendo el proyecto de POT, los ciudadanos son responsables. En otras, la responsabilidad es mixta o se comparte entre gobierno y ciudadanos. Y también existen los grandes planes que aseguran inversiones significativas y liderazgo institucional para hacer la tarea. Este es el caso por ejemplo de la ciudad de Los Ángeles que en 2016 lanzó el programa “Safe Sidewalks LA” con una inversión de 1.4 billones USD para ejecutar en un plan a 30 años. Detrás de la iniciativa, estaba la apuesta de su saliente alcalde Eric Garcetti por contrarrestar ese modelo carro-dependiente tan característico de la ciudad californiana.

Otro ejemplo de una apuesta grande por recuperar la red peatonal de una ciudad importante la encontramos en Madrid, España, que este 2021 inició un plan de mejoras por 84.6 millones de euros para cubrir un área de 493.000 metros cuadrados, 276 calles de los 21 distritos de la capital. Según una nota del diario ABC, “entre el Plan de Aceras y Accesibilidad 2021-2022 y el de 2020-2021, el Ayuntamiento habrá intervenido en 683 calles de la capital con una inversión de casi 140 millones de euros.”

Queda poco tiempo de discusión en el concejo antes de que voten el articulado. Por eso, el llamado es a que los concejales y los funcionarios que lideran el trámite del proyecto desde la administración distrital, se comprometan a buscar una fórmula alterna, mucho más ambiciosa y consistente con la promesa central que están haciendo por los peatones, que permita responder al enorme déficit de andenes que presenta la ciudad.

No basta con hacer del peatón un protagonista del discurso y de los conceptos. La ciudad caminable, cuidadora y sostenible que está proyectando esta propuesta de POT será posible de realizar, sí, y solo sí, se respalda por una apuesta a fondo por dotar a la ciudad de andenes accesibles y de calidad.

Detrás de este singular artículo, hay mucho más en juego de lo que se ha dicho o analizado.

Si reconociéramos cuánto de la vida y la calidad de la ciudad se juega en sus andenes.

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Peatones y espacio público en el POT

La propuesta de POT que actualmente se encuentra en estudio por parte del concejo de la ciudad para su aprobación presenta una apuesta muy interesante en términos de reivindicar a los peatones como el actor central de la ciudad y su espacio público como el lugar por excelencia para vivirla.

En términos generales, plantear el desarrollo y la organización de la ciudad y su territorio con un enfoque centrado en los peatones es, en mi opinión, uno de los principales aciertos de la propuesta. Hacerlo explícito y protagonista, mencionarlo recurrentemente a lo largo del documento y su articulado -aparece 254 veces-, es supremamente importante para el debate y las discusiones que debemos dar sobre el funcionamiento y desarrollo futuro de Bogotá.

En primer lugar, porque poner el énfasis en los peatones, nos invita a observar la ciudad y sus dinámicas con nuevos ojos, instándonos a pensar su diseño y funcionalidad, su infinidad de detalles, desde el respeto por la escala y dimensión humana. Bajo un enfoque que prioriza al peatón, las personas y su bienestar son lo más importante, primero y siempre, no la comodidad y las exigencias de los carros. Poner al peatón en el centro, nos ayuda entonces a ordenar prioridades para tomar mejores decisiones de todo tipo en relación al diseño, ordenamiento y gestión de la ciudad.

La materialización de esa ciudad caminable y que prioriza al peatón nos refiere a los siguientes conceptos, definiciones y proyectos que están presentes en la propuesta:

  1. Espacio público de calidad, crear sentido de lugar y espacios de encuentro y permanencia
  2. Dinámicas de proximidad, mezcla de usos del suelo y descentralización de servicios, ciudad de los 30 minutos,
  3. Multimodalidad, movilidad sostenible y segura, descarbonizar
  4. Fachadas y primeros pisos activos, ojos en la calle
  5. El mejoramiento del alumbrado público en calles y parques.
  6. Corredores Verdes (27, 231 kms)
  7. Calles Completas
  8. Barrios Vitales (18)
  9. Manzanas del Cuidado
  10. Ampliación de ciclo-infraestructura.
  11. Ciudad Cuidadora y Sistema Distrital de Cuidado – énfasis en los más vulnerables y excluidos (niños, adultos mayores, personas en condición de discapacidad, mujeres)

En este sentido, la priorización del peatón como principio rector conecta de manera consistente con otros conceptos muy positivos y definiciones importantes que están contenidos en la propuesta y que si se aplican y logramos aterrizar con hechos y desarrollos efectivos deberían resultar en una ciudad más sostenible, solidaria, segura y accesible para todos, y amable para vivir.

Es evidente que una buena ciudad para el peatón necesita sí o sí de una redistribución del espacio urbano que priorice a los modos sostenibles de moverse -peatón, bicicleta y transporte masivo- y eso conlleva la creación de nuevo y mejor espacio público para las personas, así como la reconfiguración y revitalización del existente. En ese sentido, la propuesta está proyectando la creación de una parte importante de ese nuevo espacio público mejorado a través de los Corredores Verdes (17 corredores, 231 kms), el concepto de Calles Completas, el proyecto de Barrios Vitales (18), las Manzanas del Cuidado y la ampliación de la ciclo-infraestructura (564 kms) que incluye la Ciclo Alameda Nuevo Milenio que atraviesa la ciudad de sur a norte.

Si bien es significativa esta apuesta por el espacio público, es imperativo llamar la atención sobre la responsabilidad que asume la ciudad en relación a su gestión y mantenimiento. Desafortunadamente, sobran los ejemplos de lugares importantes en la ciudad, algunos bastante nuevos y estratégicos como la 7a peatonal, pobremente gestionados, que, en vez de detonar dinámicas positivas de confianza, uso y aprovechamiento, terminan convertidos en lugares de miedo, deterioro y abandono.

No basta con crear nuevo espacio público, tenemos que garantizarle su sostenibilidad. Sobre este punto, quedan dudas sobre las estrategias, los instrumentos y las capacidades institucionales de la ciudad para corresponder la apuesta. En esta misma línea, hay un artículo polémico sobre la reparación y adecuación de andenes que asigna la responsabilidad de hacerlo y pagarlo sobre los propietarios de los inmuebles y que nos lleva a preguntarnos si la mejor fórmula para atender el gigantesco déficit de andenes, es un mecanismo descentralizado como  el planteado.

Finalmente, algo que podría ayudar a jalonar decisiones con sentido de urgencia y practicidad a favor de esta visión de ciudad centrada en las personas a través del referente del peatón, es incluir una meta de seguridad vial ambiciosa que establezca una alineación directa entre el POT y la estrategia de Visión Cero. ¿Al cabo de 12 años -que es la vigencia del POT-, cuál puede ser esa meta a la que le apunte Bogotá en línea con esa otra meta de largo plazo de llegar a 0 muertes de peatones y ciclistas? Al fin de cuentas, en el número de peatones y ciclistas muertos, podemos encontrar un indicador que reflejaría de manera muy sensible el éxito y la calidad de la ciudad que propone esta propuesta de POT.

Fuente: El Tiempo

En términos de conceptos, me parece que la propuesta está bien encaminada. Y, sin embargo, al final, el reto está en conectar esos conceptos y visión de largo plazo con mucha acción y gestión en el día a día, a fin de materializar los proyectos que la hagan realidad. En Bogotá hemos sido muy buenos para los conceptos y los discursos, y bastante menos buenos para su realización.

Comentario en artículo de La Silla Vacía: ¿Qué cambiará con el POT de Claudia López?

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Arte Urbano miBLOGotá Bogota

Necesitamos más arte en las calles

“Poca gente va a exposiciones de arte. El poder del arte urbano es que llega a la vida diaria de las personas para ser visto «. iNO

Calle 59 y Carrera 7a

Este mural es nuevo. Tendrá quizás dos o tres semanas. Nació en medio de la actual coyuntura de crisis y protestas. Un día pasaba por ahí (Cll 59 y Cr 7ª) a plena luz del día y vi al par de jóvenes artistas trabajándole. Les faltaba muy poco para terminarlo. Me gustó. Me parece que reconforta. Siento que contiene un mensaje positivo, alusivo a Colombia, a la riqueza de su tierra y la fuerza de su gente. En medio de tanta violencia, zozobra y confrontación, me da la sensación de que expresa una mirada esperanzadora; el mural y la acción de llevarlo a cabo.

Porque es una acción política y ciudadana que construye. Porque detrás hay un esfuerzo que le aporta a la esquina, al barrio y a su comunidad; que le aporta a la ciudad. Porque contrasta fuertemente con el vandalismo y la destrucción sistemática de lo público en medio de la actual coyuntura. Porque necesitamos acciones creativas y propositivas que nos ayuden a salir de este espiral de autodestrucción y violencia. Y porque necesitamos acciones que contribuyan a mejorar lo que es de todos y a un cambio urgente de discurso y narrativas.

Foto: @alejocalder0n – Pintada en rotonda de Cll 19. Cr 3.

Por estos días, hemos visto como el arte callejero, desplegado por jóvenes talentosos, viene siendo un claro protagonista de la actual coyuntura de crisis como herramienta colectiva de expresión, comunicación, denuncia y protesta. A través del arte urbano, plasmado en calles y muros, los jóvenes han encontrado una manera inspiradora de hacer sentir su voz y sus posiciones críticas, pero también, de detonar procesos ciudadanos de trabajo y acción colectiva.

El arte urbano ofrece muchas posibilidades para desarrollar procesos sociales con variedad de énfasis:

  • Dinámicas innovadoras de participación ciudadana. Trabajo con jóvenes, niños y comunidades.
  • Catalizador de diálogos sociales y plataforma/herramienta de expresión.
  • Recuperación y gestión de espacio público. Mejoramiento de barrios y corredores.
  • Democratización de la cultura y el arte.
  • Cultura ciudadana de respeto por lo público.
  • Relación ciudadanía/jóvenes y policía. Relación gobierno-ciudadanía.
  • Relación artistas urbanos y comercios para la reactivación económica.
  • Empoderamiento de comunidades y ciudadanos.

La pregunta es, ¿Qué rol estratégico vamos a darle? ¿Dónde queremos poner el énfasis? ¿Será que somos capaces de potenciar esta herramienta para que le sirva a la actual coyuntura de crisis de pandemia y estallido social?

Una idea concreta y accionable para responder a estas preguntas….

Durante la pasada administración se dieron importantes avances en materia de política pública para la práctica responsable del arte urbano como el proyecto Distrito Grafiti, ubicado en la zona industrial de Puente Aranda. Sin duda, un proyecto emblemático, con obras de enormes formatos y un nivel altísimo en la calidad de sus obras, logrado con participación de artistas locales e internacionales. Y, sin embargo, conocido y apreciado por muy pocos.

Foto: El Tiempo – Distrito Grafiti en Puente Aranda
Fotos: culturarecreacionydeporte.gov.co – Distrito Grafiti en Puente Aranda

Desafortunadamente, al encontrarse en una zona industrial, sin más actividad comercial y humana, no hay nada diferente al proyecto que invite a llegar hasta allá. Por lo tanto, su visita termina reducida a un plan puramente turístico, restándole impacto y valor al proyecto. Al fin de cuentas, son proyectos que implican esfuerzos demasiado grandes, de presupuestos importantes, con unos resultados artísticos impresionantes y procesos sociales de fondo valiosos, como para que sean tan ajenos y distantes a la cotidianidad de la ciudad y su gente.

Entonces, me imagino el impacto de un festival de arte urbano como Distrito Grafiti, pero en lugares o corredores de mucha afluencia de personas y actividad comercial. Por ejemplo, la Séptima Peatonal o el corredor de la Carrera 13. Que ocurran a plena luz del día, pero también de noche. Sin nada que esconder y todo para mostrar. Un proceso que le permita a los ciudadanos ver de primera mano cómo el trabajo de estos jóvenes artistas transforma dramáticamente el paisaje urbano y sus dinámicas; embelleciéndolo, haciéndolo más estimulante y acogedor. Pero, además, invitándonos a pensar y a reflexionar sobre diferentes aspectos de nuestra compleja realidad social y política.

Me imagino en el proceso de llegar al día del festival un acercamiento entre los jóvenes artistas y los comerciantes de los corredores. Y porqué no, también, entre jóvenes y policías -esta es una relación que está demasiado rota-. Habría talleres de grafiti para el público de todas las edades y obras para cocrear con los ciudadanos. Habría música en vivo y programación cultural. Me imagino un esquema de calles abiertas como la Ciclovía, para que peatones, bicicletas, familias, niños y mascotas disfruten al máximo. Las diferentes marcas de pintura serían socias y patrocinadoras del proceso. Y veo, por ejemplo, un rol de socio también muy importante de marcas reconocidas y almacenes con presencia en el corredor. Al fin y al cabo, es una apuesta por la sostenibilidad del espacio, lo cual tiene que estar en el interés de sus actores y economía. En el fondo del proceso, tendríamos un gran ejercicio de cultura ciudadana, cívica y empresarial, al aire libre y en el espacio público, con el gran objetivo común de construir confianza, tender puentes y reactivar la vida.

Un festival así podría realizarse todos los años durante la última semana del mes de agosto cuando se celebra el Día del Arte Urbano (31 de agosto) en conmemoración a la muerte del joven grafitero Diego Felipe Becerra.

Es urgente que creemos esos espacios y plataformas que nos permitan expresar diversas miradas y auto-cuestionarnos profundamente como sociedad, mientras creamos y mejoramos colectivamente lo que es de todos, dándole voz y protagonismo a los jóvenes.

El arte urbano puede ayudarnos a detonar procesos, diálogos y encuentros para aprender a reconocernos y compartir en paz.

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La ciudad como solución a los retos del COVID

La valorización de los parques en tiempos de COVID

¿Cómo habría sido esta crisis y estos confinamientos si no tuviéramos los parques de la ciudad?

Burbujas de jabón que hipnotizan a los niños

Los parques nos han cuidado a todos —a los niños, los viejos, los adultos, las personas en sillas de ruedas y hasta nuestros perros— del virus y también de la locura. Han ayudado a la señora de los helados y a los entrenadores de básquet, fútbol o tenis. Pobres niños y pobres papás si estos lugares no existieran.

Afortunadamente la ciudad invirtió en buenos parques en los últimos años y ya había construido algunos muy importantes hace algunas décadas. Los vecinos del Parque del Japón en el norte de la ciudad, que se opusieron a su adecuación, deben estar hoy tan felices como los vecinos del maravilloso Parque Gilma Jiménez en Kennedy. De verdad que han sido un verdadero tesoro en estos momentos.

Un buen parque trae seguridad porque atrae a la comunidad y, además, la une. También genera oportunidades económicas y de sustento. ¿Cuántas cosas maravillosas pasan en los parques? Unos leen, otros hacen picnics, encontramos malabaristas y equilibristas, corredores, niños aprendiendo a patinar o a montar en bicicleta, parejas enamorándose, clases grupales de yoga o tai chi, jóvenes haciendo Tik Toks, el señor que hipnotiza a los niños con bombas de jabón, vecinos haciendo visita, otros duermen su siesta… y así podría seguir y seguir.

Parque Gilma Jiménez – Foto: Evolutionline.com
Parque Gilma Jiménez – Foto: Evolutionline.com
Esta pareja salía todos los días cogida de la mano al parque. No los he vuelto a ver.
Ciclorruta Parque El Virrey
Parque El Nogal – Cr 11 y Cll 81

Con el virus aún rondando es probable que no haya espacios más seguros que los parques. Ya muy temprano en la pandemia parecía claro que el contagio era bastante menos probable en espacios abiertos y al aire libre que en espacios cerrados. Después de un año eso está recontraconfirmado. Les recomiendo leer este artículo del Washington Post: «Tras un año de pandemia, es incluso más claro que afuera es más seguro». Sin embargo, he notado algo paradójico que está pasando en Bogotá: afuera, en el espacio público donde el riesgo es muy bajo, el 99 por ciento de las personas tienen puesto el tapabocas. Pero apenas entran a un establecimiento cerrado —como a un restaurante, café o tienda, por ejemplo— la mayoría se lo quita y permanece sin él. ¡Peligrosa incoherencia!

No sé cuál ha sido el aumento del uso de los parques de Bogotá durante estos meses. Pero es evidente que su demanda ha crecido muchísimo; es algo que salta a la vista. Un estudio reciente de la Knight Foundation, en el que participó la firma de arquitectos Gehl, encontró que durante la pandemia en algunos parques de Estados Unidos su uso había aumentado hasta en un 300 por ciento. Estos espacios se han vuelto vitales en estos tiempos, cumpliendo roles y alcanzando fines que van mucho más allá de lo recreativo. Son una infraestructura social absolutamente esencial.

Y a pesar de los avances, seguramente hay muchas zonas de la ciudad en donde aún hacen falta.  ¿Y ahí qué? Yo creo que en estos tiempos habría que buscar alternativas ágiles, por ejemplo, las calles. Aquí le dimos ejemplo al mundo con nuestra ciclovía de cómo convertir las calles en el mejor parque abierto de la ciudad. ¿Por qué no extendemos ese concepto a las calles de nuestros barrios?

La crisis ha sido muy dura, pero también nos ha regalado imágenes inspiradoras de niños, familias y comunidades disfrutando de la ciudad, y nos ha demostrado lo mucho que esta tiene para ofrecer, más que en cualquier otro momento que recuerde. Hemos visto las calles y espacios de la ciudad —como los parques— cobrar un valor enorme que no les dábamos antes.

Con el regreso de las cuarentenas y del cierre inexplicable de la ciclovía, pues nos quedan los parques. Tenemos que terminar de navegar esta crisis con la firme convicción de que la ciudad y sus espacios públicos —parques, plazas, calles y ciclovías— hacen parte de las soluciones y no del problema.

Finalmente, siempre nos vendrán bien más parques, pero tienen que permanecer bien tenidos, bonitos y habitados. Esto implica necesariamente recursos y esquemas serios de mantenimiento y sostenibilidad que involucren a sus comunidades.

Alguien decía en un artículo de Project for Public Spaces (PPS) que «los buenos espacios públicos no se crean simplemente una vez (…) los espacios públicos se crean y se rehacen una y otra vez en las decisiones diarias de gestión que se toman en torno a su mantenimiento: la seguridad pública, los servicios sociales, la programación, el mobiliario y mucho más». Entre los grandes retos que tiene la ciudad está ese: aprender a gestionar su espacio público.

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La ciudad como solución a los retos del COVID

La calle de los niños

La calle de los niños. Este fue el nombre que le dimos con mi hijo a esta calle que descubrimos el año pasado en medio de los confinamientos por el COVID19.

Definitivamente, no todo ha sido malo ni fue malo en medio de la crisis. En el escenario de las ciudades se vivieron transformaciones valiosas. Con los carros guardados, las calles de la ciudad dejaron de ser esos lugares de miedo y cosas maravillosas empezaron a pasar en ellas. Una de las más extraordinarias fue ver niños con sus padres en las calles y el espacio público de la ciudad. 

Si hay niños presentes en la ciudad es porque algo bueno está pasando en ese lugar, empezando porque es seguro. Y si no los vemos, pues es indicativo de que algo no anda bien. 

Nosotros aprovechamos las cuarentenas para salir a dar paseos en bicicleta en las tardes.  Y el destino muchas veces fue esta calle, convertida en el mejor parque del barrio. En otra ocasión, nos animamos y llegamos hasta Usaquén entre andenes, ciclorrutas establecidas y las nuevas que implementaron como respuesta a la crisis. 

Con las cuarentenas, el teletrabajo y los cierres de colegio, el barrio y sus calles se hicieron más centrales en nuestra vida. Caminar se volvió más recurrente, por ejemplo, para mercar o ir al parque. En este caso, los niños aprovechaban la calle para jugar mientras sus papás socializaban y se conocían. 

De una manera absolutamente orgánica e informal, la comunidad implementó en esta calle el concepto de una ciclovía barrial o una calle abierta. ¿Cuántos barrios de la ciudad podrían beneficiarse de la implementación de un concepto de estos? El año pasado escribí un artículo explicando en más detalle la idea de las calles abiertas: Los niños se toman las calles. 

Cuando el carro deja de dominar la escena urbana, la ciudad florece con actividad y vida humana. En muchas partes del mundo los gobiernos entendieron la coyuntura como una oportunidad única para recuperar espacio de la ciudad cedido históricamente a los carros para devolvérselo a las personas. 

En Bogotá lo vivimos con las ciclorrutas y tímidamente con los restaurantes. Por un lado creo que pudimos hacer hecho más, y de todas maneras, siento que la coyuntura deja unas lecciones de innovaciones urbanas demasiado importantes que deben seguirse considerando hacia adelante. Ideas sencillas y accionables en el corto plazo con miras a generar cambios físicos y culturales de largo aliento para la ciudad y sus dináminas. 

La dicha duró muy poco, pero la imagen y las sensaciones que nos deja este experimento forzado de una ciudad sin carros es algo que no se nos puede olvidar y que espero  nos motive a seguir buscando y persiguiendo la posibilidad de esa mejor ciudad; una ciudad donde los carros cedan el protagonismo a las personas, a los niños, a vivir mejor. 

@miblogota

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Bogota La ciudad como solución a los retos del COVID

Mercados Campesinos al Barrio

Plaza de Mercado del 7 de Agosto

Las plazas de mercado son lugares de visita obligados en una ciudad; expresan y dicen mucho de su identidad.  

En el caso de las plazas en Bogotá, se evidencia la riqueza de los frutos de Colombia en la combinación de los colores que alegran sus diferentes puestos de venta: papaya, mangos, lulos, piñas, cocos, feijoas, ciruelas, guanábanas, mangostinos y curubas, entre muchas otras. También están los puestos especializados en papas, quesos y lácteos, verduras y hierbas aromáticas. Están los pescados, las carnes y los pollos. Y los locales de las pócimas y exóticas medicinas populares. Son un verdadero testamento de la riqueza natural, cultural y gastronómica del país. Visitarlas es entrar en contacto con sus diferentes regiones y pisos térmicos, desde la región andina hasta la Amazonía.   

Son, por supuesto, ese punto de encuentro entre lo urbano y lo rural que nos recuerda la interconexión entre estos dos mundos.  Del buen desarrollo de nuestras ciudades y de cómo decidimos vivir en ellas dependen el equilibrio y la sostenibilidad de nuestros campos y sus comunidades. De la misma manera el agua, la calidad del aire que respiramos, la energía que nos mueve y nuestra seguridad alimentaria dependen de esa relación.  

Escuché a alguien decir por ahí que las plazas son “un medio de preservación del campo dentro de la ciudad». 

Por otra parte, aunque el plan de ir a la plaza a mercar es sin duda uno de de los mejores, por precio y experiencia, también creo que todos los barrios de la ciudad deberían contar con su propio mercado campesino. Hacerlos al aire libre, aprovechando calles, parques o plazas, habría sido una gran innovación en medio de la actual coyuntura del covid.

Potenciarían dinámicas de proximidad ayudando a eliminar viajes en carro; activarían espacios públicos de los barrios propiciando el encuentro de los vecinos; resultarían más seguros frente al contagio en la actual coyuntura; y ayudarían a generar esa conexión en la conciencia de los ciudadanos sobre el necesario equilibrio que debemos buscar entre lo urbano y lo rural. Nos ayudaría a hacer más presente el campo en la ciudad. 

Al espacio público le traerían vida, color y mejorarían la sensación de seguridad. Bien curados y organizados, serían pura acupuntura urbana para los barrios de la ciudad.    

Hay que pensar en recuperar el entorno de la Plaza del 7 de Agosto y de todas las plazas. Eso es si de verdad queremos potenciarlas como los destinos turísticos que podrían ser. Dirigir acciones para recuperar sus entornos detonaría igualmente procesos de revitalización y recuperación de los barrios donde están. 

Finalmente, el concepto de la ciudad de los 15 minutos gira alrededor de simplificar la vida en la ciudad, de afianzar dinámicas que hagan que la vida se conduzca más como la vida en un pueblo: trayectos cortos, cercanía con los vecinos, economía local.  

Bogotá cuenta con 19 plazas distritales de mercado, una en cada localidad. Me voy a proponer visitarlas una a una.

***Serie: La ciudad como solución a los retos del COVID.

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Bogota

La ciudad como un álbum de chocolatinas Jet

Módulo en el Parque de la 93 con información sobre sus árboles.

Lo cierto es que es más fácil sentir conexión y compromiso por algo si lo conocemos. Y por eso mismo, de cuidarlo y protegerlo.

¿Cuáles son las especies de árboles que viven en el parque o en el barrio? La gran mayoría de nosotros no tiene la más mínima idea. Este módulo informativo le cuenta a los visitantes del Parque de la 93 sobre las diferentes especies de árboles que viven en él y es un ejemplo perfecto de cómo la ciudad, en su espacio público, puede entenderse y aprovecharse como el mejor lugar para aprender sobre asuntos que son importantes para todos y formar mejores ciudadanos.

¿Cuánto más nos interesaríamos en el cuidado y protección de nuestros árboles y medio ambiente si supiéramos más sobre ellos? ¿Cómo se llama ese árbol? ¿Qué especies de pájaros conviven con él? ¿Es nativo? ¿Cuál es su origen?

Es una idea que podría replicarse en todos los parques de Bogotá. El mismo parque se vuelve una herramienta para que los niños aprendan sobre la naturaleza que hay en la ciudad y se sensibilicen sobre la importancia de cuidarla y conservarla.

Otra razón para que los niños quieran ir al parque. Me imagino esta misma idea en formato de juego. Los niños descubriendo y aprendiendo sobre los árboles de su parque, como llenando el clásico álbum de las chocolatinas Jet. Un juego para niños, pero también para adultos. Un juego que también podrían aprovechar los colegios.

La ciudad como un laboratorio vivo de aprendizaje. Este mismo concepto podría aplicarse a muchos otros temas y problemáticas.

Una oportunidad de aprender jugando en la cotidianidad.

A veces siento que estamos tan obsesionados buscando soluciones complejas y sofisticadas, que dejamos de ver otras mucho más sencillas, accionables y potentes.  

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Bogota

Ciudades a cielo abierto como alternativa a la cuarentena

Serie: La ciudad como solución al COVID19

Después de más de 140 días encerrados en la casa, la respuesta a todo no puede seguir siendo “quédense en casa”, “teletrabajen”, “pidan domicilio”, “operación candado”, “toque de queda”. El regreso a una nueva normalidad tendrá que ser lento, prudente y gradual, pero, además, deberá contemplar estrategias distintas al confinamiento, que nos ayuden a retomar la vida, de la manera más segura posible, protegiéndonos del virus, pero también cuidando otros aspectos de la salud física y mental de las personas. Y por supuesto, que nos ayuden a reactivar la economía.

La experiencia de cientos de ciudades del mundo nos demuestra que, es precisamente esa ciudad al aire libre, a la que le hemos dado la espalda por tanto tiempo, la que aparece hoy, como una de las apuestas más seguras y necesarias para enfrentar este largo proceso de recuperación económica y normalización de la vida que tenemos por delante.

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Esto quiere decir que, Bogotá y las demás ciudades del país requieren de un plan urgente para habilitar espacio exterior que soporte cualquier otro plan o estrategia para reactivar la economía y la reanudación de la actividad social de las personas. La pregunta es: ¿Tenemos ese plan listo en Bogotá? ¿Están trabajando las diferentes ciudades del país en algo así?  ¿Más allá del piloto de reapertura de restaurantes de finales de agosto, qué más vendrá para septiembre? ¿Abrirá la Ciclovía? ¿Cómo más podemos aprovechar parques, plazas, calles y otros espacios?

Importante para la reactivación de la economía. Importante por razones de salud física y mental. Importante para la salud de nuestros barrios y comunidades.

En la ciudad y su espacio público, incluidas sus calles, siguen esperando muchas oportunidades y soluciones para enfrentar las exigencias del momento. Es urgente empezar a aprovecharlas.

Todas las ciudades del país tendrían que estarse preguntando y actuando sobre lo siguiente:

  • ¿Cuál es la manera más estratégica de aprovechar nuestras calles y el espacio público de la ciudad en estos momentos?
  • ¿Cómo pueden ayudarnos a responder a los desafíos que nos está planteando el COVID?

A continuación, unas ideas de cómo y dónde hay oportunidades concretas para desplegar este plan.

 Reapertura de restaurantes y comercio al aire libre.

Aprovechamiento de espacio en calles y espacio público para reactivar actividad de restaurantes y comercio.

Ejemplos: Nueva York, Paris, Madrid, Tampa, Ciudades de Asia, Portland, Bucaramanga (Piloto), Vilnius/Lituania.

Para el caso de calles es posible aplicar diferentes esquemas/alternativas:

  • Peatonalizaciones completas.
  • Peatonalizaciones flexibles. Aplicadas ciertos días y en ciertos horarios.
  • Calles lentas. Permiten acceso únicamente a tráfico local: residentes, servicios de ciudad, emergencias, casos especiales.
  • Readaptación y angostamiento de calles. Se eliminan carriles de ciertas vías con el fin de habilitar espacio en la calle para el uso que se le quiera dar, en este caso, la posibilidad de disponer de mesas para activar negocios de comida.

El piloto de reapertura de restaurantes en Bogotá, “A Cielo Abierto”, está programado para el próximo 3 de septiembre. En Colombia, Bucaramanga se animó a liderar la aplicación de este esquema y ya realizó un primer piloto el pasado 26 de junio. ​​​​​​​También hicieron pilotos Cali y Barranquilla.

La iniciativa tiene el potencial no solo de ayudar a reactivar la economía de la ciudad (restaurantes, comercio), sino también de potenciar y consolidar la vocación peatonal de muchas de las zonas donde ocurrirá el piloto, mejorando considerablemente la vida del barrio; Usaquén, Zona G, Calle Anticuarios, Parkway, Macarena, Quinta Camacho, Calle 11 en el centro y muchas otras más.

Otro efecto muy positivo para la ciudad que puede resultar de este ejercicio, es bajarles la velocidad a nuestras calles.

Desafortunadamente, para muchos negocios, el piloto habrá llegado demasiado tarde.

Mercados Campesinos con protocolos de bioseguridad en los barrios.

Ejemplos: California, Ciudades en Canadá y España

Un mercado campesino al aire libre, con buenos protocolos de bioseguridad y reglas claras de funcionamiento y circulación, puede ser más seguro para mercar que incluso el Carulla más pinchado de la ciudad a puerta cerrada.

Después de los episodios de contagio en Corabastos, en el mes de Abril la alcaldesa dijo: “tenemos que decentralizar Corabastos”.

¿Por qué no desplegar mercados campesinos para que lleguen a los barrios de la ciudad? Podrían ubicarse en  plazas, parques y calles.

Algunas de las ventajas que traerían son: 1) más seguro al aire libre, 2) mejores precios y se eliminan intermediarios, 3) conexión campo-ciudad, 4) se reactiva la vida del barrio,  5) se promueven dinámicas positivas de proximidad 6) activamos y revitalizamos espacios públicos muertos y en desuso.

Que vuelva la Ciclovía. Calles abiertas y calles lentas. 

En materia de facilitar actividad física y social, no se entiende, por ejemplo, cómo es que la Ciclovía ha permanecido cerrada durante estos 5 meses de crisis.  Hay que ver a decenas de ciudades del mundo, desplegando ciclovías barriales y otros esquemas de cierres viales, para ofrecerle a las personas esa opción de espacio exterior, que permita suficiente distancia física, en la proximidad de sus casas.

A falta de Ciclovía, las personas han buscado cualquier otro espacio para realizar actividad física, como la nueva ciclorruta de la Cr 7a. El problema es que en un carril se difícil garantizar la necesaria distancia física, pero también aparecen riesgos de accidentes porque se utiliza como Ciclovía; hay personas paseando perros, caminando, niños aprendiendo a montar en bicicleta, etc.

En el ámbito de actividad física y social todo está prácticamente bajo llave; Ciclovía, subidas a Patios y al Verjón, parques metropolitanos, clubes deportivos, gimnasios.

Calles Abiertas y Calles Lentas.

  • Cierre de calles para recreación de todos con suficiente distancia física. Un estilo de ciclovías barriales.
  • Calles que priorizan su acceso a tráfico local: residentes, servicios de la ciudad, casos especiales.

 Ejemplos: Oakland, San Francisco, Nueva York, Montreal.  Ver artículo: Los niños se toman la ciudad.

Urbanismo táctico para inducir distancia física en parques y otros espacios públicos.

Por supuesto, la realización de cualquier actividad debe contemplar y diseñarse pensando en garantizar distancia física, no aglomeración y todas las demás medidas necesarias de bioseguridad.

¿Cuántas actividades culturales, deportivas y económicas podríamos retomar aprovechando los parques de la ciudad? ¿Qué tal aprovechar las calles y darles nuevos usos?

  • Cine, obras de teatro, conciertos  y otras actividades culturales.
  • Actividades físicas y deportivas cómo: yoga, entrenamiento deportivo, meditaciones, los aeróbicos de la Ciclovía.
  • Ferias de comercio a cielo abierto.

 

Centros de ciudades peatonales.

Con el fin de garantizar suficiente distancia física para la reapertura segura y ordenada de actividad económica, algunas ciudades adelantan esquemas de peatonalización de calles y cierres viales dando prioridad de acceso a residentes y comercio local.

Ejemplos: Ciudad de México, Atenas, Londres, Barcelona

Ciclorrutas temporales.  

Ejemplos: Bogotá, Milán, Auckland-Nueva Zelanda, Paris, Ciudad de México.

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Bogotá aprovechó el principio de la crisis para dar un paso muy importante al habilitar un número muy significativo de nuevos kilómetros de ciclorrutas para las bicicletas. Los planes para protegerlas y hacerlas permanentes, en el caso de los corredores de la 9ª, 7ª y Cll 13, avanzan a muy buen ritmo.

Las nuevas ciclorrutas traen consigo el enorme reto de gestionar el comportamiento de ciclistas y carros para que el corredor funcione. Necesitan de mucha gestión, gerencia y procesos de cultura ciudadana.

El otro gran reto que le queda a un corredor como el de la 7a es el de buscar esquemas para priorizar el transporte público de buses. Importante, porque a mayor tiempo de recorrido, mayor el riesgo de contagio para quienes lo utilizan. Importante, porque la ciudad necesita recuperar urgentemente la confianza en su sistema de buses para que sea una verdadera opción frente a la moto y el carro.

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Finalmente. Si leemos bien el momento, veremos como la actual coyuntura de crisis, nos está ofreciendo una oportunidad que no volverá a repetirse de:

  • Reivindicar el espacio público como el lugar por excelencia donde vivimos y se vive la ciudad.
  • Habilitar espacios exterior para desarrollar diferentes actividades, económicas y sociales, al aire libre, donde es más seguro y posible garantizar distancia física.
  • Abrirle más espacio a la bicicleta y al peatón, como las mejores alternativas de movilidad para hacerle frente al COVID, así como para el mediano y largo plazo de la ciudad.
  • Introducir y afianzar dinámicas de proximidad que aterrizan con hechos esa idea de la ciudad de los 15 minutos, con la cual se eliminan viajes en carro y se activa la vida de barrio.
  • Bajarles la velocidad a las calles, a los barrios, a la ciudad.
  • La oportunidad de aterrizar y materializar con hechos el discurso de la sostenibilidad urbana.

Todos estos esquemas pueden desplegarse con relativa facilidad y a bajo costo, dando la posibilidad de pilotearse, ajustar/iterar sobre la marcha, medir impacto en las personas y en la economía local, y en caso de resultar exitosos, queda la posibilidad de mantenerlos en el tiempo con importantes resultados para la salud de las personas, la calidad de nuestros  barrios y el repunte de la economía.

El esfuerzo de adaptación y sacrifico que hemos hecho los ciudadanos ha sido enorme. Necesitamos, después de 5 meses de encierro, que los gobiernos empiecen a demostrar que se han preparado y han pensado en algo diferente a las cuarentenas para retomar la vida y convivir con el virus.

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Serie: La ciudad como solución a los retos del COVID.

Artículo anteriores: Las ciudades se juegan su futuro hoy, ¿Qué hará Bogotá?, La ciudad como solución a los retos del COVID, Los niños se toman las calles.

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Arte Urbano para Transformar Bogotá

Durante los pasados 4 años, el arte urbano bogotano vivió un fenómeno de expansión y consolidación inocultable. Ha sido un fenómeno que de manera muy orgánica y gradual avanzó y penetró hasta el último rincón de la ciudad. Es una realidad de la Bogotá de enero de 2016. Su avance por los muros de la ciudad se debe principalmente al desgobierno generalizado que se vivió en su espacio público durante los últimos años, y detrás, la fuerza creativa y el ímpetu por expresarse y ser relevantes de cientos de jóvenes (La ciudad reclama nuevos espacios de expresión y participación). Hoy por hoy se calcula en aproximadamente 8.000 el número de jóvenes que hacen parte del movimiento.

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Fuente: Carolina Pineda, Av Suba

El aval y la permisividad del gobierno de Gustavo Petro con la actividad fueron clave. Sin embargo, se dio con poco sentido estratégico para la ciudad, y más pensando en cómo cooptar y acercar a un movimiento significativo de jóvenes a su proyecto político personal (la esencia de sus acciones de gobierno). Al cabo de 4 años de la Bogotá Humana, los niveles de deterioro, abandono e irrespeto por el espacio público de la ciudad, no tienen precedente. El espacio público se volvió sinónimo de lugar donde todos hacen lo que quieren, porque pueden y nadie les dice nada o se los impide. El grafiti y el arte urbano, tan solo una manifestación de esa permisividad; también hay basuras, pasacalles, colados en TM, publicidad tipo pepe pegotero, ventas ambulantes, malparqueados, etc. (Teoría de las Ventanas Rotas).

la foto (10)Ahora, de todas esas, el fenómeno del grafiti/arte urbano ofrece una oportunidad extraordinaria de aprovecharse para recuperar espacio público y ciudad con el trabajo de cientos de jóvenes talentosos y la participación de comunidades. Todo esto implica un enorme reto en materia de política pública, absolutamente fascinante en mi opinión. Aquí, el gobierno que arrancó este 1 de enero, tiene la opción de volver a estos jóvenes aliados, agentes de cambio, en su gran apuesta por recuperarle el espacio público a los bogotanos y el autoestima en general.

¿Cómo canalizamos la fuerza creativa de cientos y hasta miles de jóvenes artistas urbanos en pro de una mejor ciudad para todos? ¿Cómo aprovechamos el talento artístico y comunicativo de estos jóvenes para recuperar el espacio público de la ciudad e incluso para proyectar la ciudad que soñamos? ¿Cómo se trabaja con el movimiento de artistas pensando en renovar dinámicas y el sentido propio de la participación?

Un reto para el nuevo gobierno y su equipo. Un tema que obliga a un trabajo articulado y multisectorial con especial participación de Secretarías de Gobierno (Seguridad), Cultura, Policía, DADEP, IDPAC, IDARTES. Como en todo, deberá haber un equilibrio en la política en cuanto a dosis de control y regulación (garrote/represión) y por otra parte incentivos creativos y positivos (zanahoria/incentivos). Lo que de antemano es clarísimo es que a punta de represión la batalla la perderá el estado, por cuestiones de costo y limitada capacidad. Para empezar, se le recomienda al nuevo gobierno ser mucho más creativo y propositivo en su accionar, y entender mucho mejor el fenómeno y a sus protagonistas.

El arte urbano es hoy por hoy un fenómeno global, visto como un activo urbano en muchas ciudades del mundo. ¿Cómo podemos aprovechar sus atributos positivos y regularlo/controlarlo cuando afecta negativamente el patrimonio de todos? ¿Cómo han manejado el tema en otras ciudades del mundo? ¿Cómo hacer del arte urbano un activo urbano que atraiga turismo, genere oportunidades económicas y embellezca la ciudad?

El debate sobre el fenómeno ya se abrió y a penas es 5 de enero. Es un tema que llegó para quedarse.

Definitivamente hay un grafiti que embellece, propone y comunica y otro que degrada la superficie de la ciudad y agrede. El reto es como aprovechar e integrar lo primero y reducir a un mínimo lo otro.

Oportunidades

  • La principal oportunidad: hacerse con 8.000 agentes de cambio que aporten a la transformación positiva de la ciudad y a lo más vital e integrador que es su espacio público. Una oportunidad para elevar el status de los jóvenes y reivindicarlos frente a la sociedad como actores positivos y protagonistas.
  • Entrar en un terreno donde Petro fue “exitoso”/”popular” y plantear una manera diferente, estratégica, integral   de trabajar el fenómeno buscando impacto positivo, principalmente en la recuperación de espacio público.
  • La posibilidad de trabajar en varios frentes a la vez: recuperación de espacio público, dinámicas innovadoras de participación ciudadana, trabajo con jóvenes, democratización de la cultura y el arte, cultura ciudadana de respeto por lo público, relación ciudadanía/jóvenes y policía, empoderamiento de comunidades, catalizador de diálogos. Todo eso es posible.

***Las declaraciones de los Secretarios de Gobierno y futuro Secretario de Seguridad han demostrado respeto por la actividad y al mismo tiempo firmeza frente al reto prioritario del nuevo gobierno de recuperar el espacio público de la ciudad y el respeto por lo público.

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 Artículos de interés:

“Peñalosa cometería un error si cree que el futuro de Bogotá es volver a ser gris”: Toxicómano

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¿Cuál es el área de servicio al cliente de una ciudad?

«La percepción del cliente es tu realidad» Kate Zabriskie (Experta en servicio al cliente. Cita que encontré buscando frases sobre servicio al cliente)

“Cada contacto que tenemos con el cliente determina si vuelve o no vuelve. Tenemos que ser excelentes en cada oportunidad o de lo contrario lo perdemos.” Kevin Stirtz (Lo mismo, lo encontré por ahí. Lo importante es el mensaje)

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 El evidente deterioro de la ciudad en todo sentido es una clara señal de que la administración de la ciudad no está funcionando adecuadamente. Desde hace ya varios años he venido prestándole especial atención al lamentable estado del espacio público de la ciudad, porque es ahí precisamente, en sus calles, andenes, afuera de nuestras casas, donde los ciudadanos padecemos o disfrutamos la ciudad. No hay otro ámbito del entorno urbano que tenga mayor impacto sobre la percepción de los ciudadanos. La ciudad se vive y se siente en su espacio público.

¿Es agradable, está limpio, es y se siente seguro? ¿Dan ganas de permanecer afuera? Son algunas de las preguntas que naturalmente nos hacemos los ciudadanos al salir a la ciudad. Hay calles y andenes más placenteros y que se sienten más seguros que otros. Hay rutas para llegar a la estación del bus que preferimos sobre otras. Suele pasar que en calles oscuras o desoladas, preferimos evitar a un grupo de jóvenes que se acerca hacia nosotros; nos cambiamos de acera. Hay aceras que sencillamente evitamos porque la congestión de ventas ambulantes hace casi imposible caminarlas. En fin, el punto es que es ese contacto con la ciudad, diario y regular, el que en gran medida va dando forma a la opinión y percepción que sobre ella nos hacemos.

Pero tal y cómo de entrada lo menciono, es sobre todo en este frente -espacio público- que el gobierno actual de la ciudad se raja penosamente en su gestión. Entonces, bien puede la administración salir con informes y cifras a pintarnos un panorama  estupendo (que suele ser el caso), pero que si el espacio público nos agrede como pasa en Bogotá –tráfico, huecos, vías y andenes destruidos, basuras, contaminación, atracos, etc.-, que se olviden; a nadie engañan.

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Véalo así. El espacio público es cómo el área de servicio al cliente de una ciudad. Todo lo que ahí suceda es definitivo y lo registra el ciudadano. Es ahí, con hechos y gerencia, donde en gran medida se gana la confianza del ciudadano en su ciudad. Es ahí donde se le conquista, o por el contrario, se le ahuyenta. Y sin embargo, esa noción clave, dónde el cliente es el ciudadano y el objetivo es priorizar su calidad de vida -no al contratista, no al político y su buen vivir-, difícilmente se percibe dentro de la administración pública y los funcionarios de la ciudad. Son principios que para desgracia de todos, en Bogotá están extraviados.

¿Qué fue lo que más cambió a la vista del ciudadano durante las administraciones de Antanas Mockus y Enrique Peñalosa? Obras y modificación de comportamientos en el espacio público que le cambiaron la cara a la ciudad y por ahí mismo la experiencia de la ciudad a los ciudadanos. Por supuesto se trabajó en los otros frentes –educación, salud, finanzas-, pero el avance en este aspecto fue notorio; llámese Transmilenio, cultura ciudadana, ciclorutas, bibliotecas, parques, etc. El espacio público fue un claro protagonista de la gestión de estos gobiernos.

¿Cómo hacer entonces para que el distrito se concentre en oír, seguir y atender lo que necesita el ciudadano? ¿Cómo hacer entonces para que el distrito entienda la importancia de cuidar la experiencia del ciudadano con su ciudad? ¿De cuidar y gestionar su espacio público?

«La percepción del cliente es tu realidad» 

La percepción del ciudadano es la realidad (responsabilidad) del gobierno de una ciudad. Bien le vendría a la ciudad que el gobierno aplicara a su gestión este y otros principios de servicio al cliente. Y se le sugiere que empiece por este:

«El ciudadano siempre va primero.»

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Hacer del peatón la prioridad: Ruta hacia una gran ciudad

Ojo en el peaton
0 El ojo siempre en el peatón. Su cuidado, la obsesión de la ciudad.

No sé si sienten lo mismo, pero yo veo una Bogotá paralizada, patinando sobre el mismo eje, sobre los mismos problemas, ahogándose en retórica, diagnósticos y estudios de grandes proyectos de transporte o infraestructura, polarizada políticamente y fragmentándose cada vez más. Ahora, y ya lo he dicho, no hay crisis, sin que detrás se encuentren infinidad de oportunidades.  ¿Pero dónde están las de Bogotá?

 La idea que vengo a compartirles es la siguiente: para hacer de Bogotá una ciudad caminable a lo largo y ancho, varias cosas son indispensables, que si se logran, y es posible empezar ya, hoy mismo, nos conducirán en la dirección para avanzar en la construcción de una gran ciudad para vivir y ser felices.

 ¿Por qué es estratégico para la transformación de la ciudad? ¿Cómo nos puede ayudar un enfoque colectivo que priorice al peatón a levantar esta ciudad de sus múltiples crisis? (Movilidad, inseguridad, contaminación, confianza, eficacia de su gobierno,  autoridad, espacio público, economía, salud) ¿Cómo nos puede ayudar a poner en movimiento la transformación física y cultural de la ciudad?

 Entre las razones, desarrollaré las siguientes: 1) Ordenar Prioridades y Dimensión Humana, 2) Empezar ya y Pequeñas Acciones que son Determinantes 2) Empatía y Causas Comunes, 3) Seguridad 4) Sostenibilidad y 5) Buen Gobierno y Gestión. Empezaré por las primeras tres y volveré con las demás en futuras notas.

 Ordenar Prioridades y Dimensión Humana

 “Si diseñas una ciudad para carros y para el tráfico, consigues carros y tráfico. Si diseñas una ciudad para personas y lugares,  consigues personas y lugares.”

Fred Kent, Fundador Project for Public Spaces.

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Ciudades para vivir y ser felices

 Para comenzar, pensar en el bienestar del peatón nos ayuda a ordenar y a reenfocar nuestras prioridades. Nos obliga a hacernos preguntas fundamentales, que pareciera hemos dejado de hacernos.  Por ejemplo: ¿Cómo queremos vivir? ¿Qué necesitamos para vivir mejor? ¿Más carros? ¿Parques? ¿Centros Comerciales? ¿Qué necesitamos para ser felices?

 Pensar en la problemática del peatón, nos jala con gran fuerza a  centrar nuestra atención en las necesidades de los seres humanos que vivimos la ciudad, primero y siempre. Nos invita a observar la ciudad y sus dinámicas con nuevos ojos, instándonos a pensar su diseño y funcionalidad, su infinidad de detalles, desde el respeto por la escala y dimensión humana. ¿Cuáles son las verdaderas necesidades de las personas que vivimos en la ciudad? Bajo un enfoque que prioriza al peatón, las personas son lo importante, no la comodidad de los carros. Bogotá necesita ordenar sus prioridades y habría que empezar por esto. ¿No creen?

 Porque pasa el tiempo, y se afianza en Bogotá una cultura cada vez más dependiente del auto particular, que vemos a diario cómo va comiéndose la calidad de vida de todos sus ciudadanos, sin discriminar por estrato, y que ya sabemos, terminará por colapsar la ciudad.

 As­í es que tenemos que dejar de diseñar y acomodar para el carro –sólo aproximadamente el 14% de viajes se hacen en carro particular-, y devolverle la ciudad a los seres humanos. Y para esto, nada como una política deliberada de priorizar al peatón, que le ayude a la ciudad a activar este radical cambio de chip. Primero las personas, priorizar la calidad de vida del ciudadano, proteger vidas humanas, etc. Es una cuestión de equidad, pero también, de viabilidad de la ciudad.

No me caben dudas. Un enfoque así, invitaría a la ciudad a actuar con mayor determinación y sentido de urgencia, en el sentido de mejorar y ampliar el sistema de transporte público (acabar con esa mafia de la “Guerra del Centavo), y mejorar las condiciones de ciclistas y peatones. Un enfoque así, orientaría mejor el criterio y las decisiones dentro de la administración, en cuanto al diseño y la ejecución de sus proyectos, por ejemplo el SITP. ¿O creen que el problema de las dobles tarjetas o su lenta implementación, resultaron de pensar obsesivamente en la calidad de vida del ciudadano? Un enfoque así, acercaría mucho más al cuerpo de policía de la ciudad a la ciudadanía, y entonces, quisiera pensar, habría podido evitarse, por ejemplo la muerte del joven grafitero. Un enfoque así, daría un enorme énfasis, al orden y al estado del espacio público, pues es allí, donde construimos confianza los ciudadanos y cobra verdadera vida la ciudad.

 ¿A quién o a qué se debe la ciudad si no es a las personas que en ella vivimos? ¿A sus ciudadanos? Entonces, empezar por aquí.

 Podemos empezar ya. Pequeñas acciones que son determinantes.

 “El valor no es más que la acumulación de pequeños pasos.”

Gyory Konraid.

Cebras por la Vida
Pequeñas acciones que son determinantes

¿Qué esperamos para dar inicio a la transformación? Podemos empezar a activar ya un proceso de transformación positiva de la ciudad, desde pequeñas intervenciones y acciones, alrededor del cuidado del peatón, que destrabe la parálisis de la ciudad. ¿Cómo protegemos y dignificamos a las personas que caminan en la ciudad? Acciones como  pintar las cebras de la ciudad, señalizar calles, vigilar la velocidad en las vías, sacar a los carros de las aceras, ordenar y embellecer la vida exterior de la ciudad, podrían desencadenar un proceso de gerencia y recuperación del espacio público, que Bogotá necesita urgentemente.  Además, así se enviaría un poderoso mensaje a la ciudadanía de compromiso por mover la ciudad hacia adelante, a través de acciones y hechos palpables que impactarían positiva y de manera  inmediata la calidad de vida de los ciudadanos. Acciones que lo ciudadanos verán, pero que además sentirán.

Al mismo tiempo, la ciudad irá ganando confianza para moverse hacia intervenciones de mayor escala. Pero hay que dar esos primeros pasos con consistencia y determinación. La gente está cansada de tanta promesa de transformación que se queda en el discurso. Entonces, a través de pequeñas acciones que son necesarias para cuidar y dignificar al peatón, que son factibles y realizables en el corto plazo, pondremos en movimiento una transformación real, concreta y gradual de la ciudad.

Que no nos quepa duda, de los pequeños detalles depende el éxito de la ciudad.

 Empatía y Causas Comunes

 “Las ciudades tienen la capacidad de darle algo a todos, solo sí, y solo cuando, se construyen entre todos”

Jane Jacobs

NO hay andenes por donde transitar. Toca por la calle
NO hay andenes por donde transitar. Toca por la calle

 En Bogotá es urgente, diría que vital, que encontremos causas comunes que nos acerquen y nos inviten a construir colectivamente la ciudad. En eso, creo que muchos estamos de acuerdo. Ahora, ¿Quién no es peatón? La respuesta es clara. Lo cierto es que todos somos peatones y nadie está exento del riesgo de la violencia vial que se vive en la ciudad. Tenemos que ser conscientes que en cualquier momento, en cuestión de un segundo, una atropellada nos puede cambiar la vida o llevarse la de algún ser querido. Posiblemente, no haya otra causa en la vida urbana, que nos aglutine como la defensa del peatón.

 Obligadamente, la problemática del peatón nos pone a ver a través de las necesidades del otro y a pensar en las necesidades de los grupos más frágiles y vulnerables de la sociedad. Precisamente por ser el actor más frágil y vulnerable en la vía, el peatón requiere de especial consideración y cuidado. Un énfasis deliberado en su cuidado, nos ayudará a fortalecer la conciencia colectiva sobre el cuidado  y respeto de la vida, y nos obliga a que entre ciudadanos nos protejamos mutuamente.  La del peatón, es una causa que nos invita a trabajar juntos, gobierno y ciudadanía, pero además, sin importar diferencias de género, edad, estrato, raciales, o de tendencia política. ¿Izquierda o derecha? Qué importa.  Todos somos peatones. En esto, por ejemplo, el discurso de Petro y Peñalosa es casi el mismo.

Cebra de Colores Cr 11 con Cll 87

 Esta es una pregunta que no me canso de hacer: ¿Ha pensado en lo que le significa a una persona en silla ruedas moverse por Bogotá y las implicaciones que eso tiene en su vida? ¿Lo mismo, por ejemplo, para una persona mayor de edad o para una mujer en estado de embarazo? También vale la pena preguntarnos: ¿Cómo queremos llegar a viejos? ¿Nos sentimos tranquilos con la ciudad como está, para nuestros hijos? La causa del peatón no solo nos invita, sino que además obliga a pensar en la construcción de una ciudad que nos funcione a todos.

 El diseño y la gestión de la ciudad, son un poderoso instrumento que bien pueden segregar o excluir, o por el contrario, producir verdaderas condiciones de equidad e inclusión en la vida de las personas.

Para pensar: ¿Cómo el enfoque de priorizar al peatón le ayudaría a la seguridad de la ciudad?

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El espacio público de Bogotá ¿Chicharrón u oportunidad?

Una calles de San Francisco
Una calle de San Francisco

Una ciudad es tan exitosa y democrática como la calidad del espacio público que les ofrece a sus ciudadanos. De esto, estoy convencido. Pero hoy por hoy, hay que decirlo, el estado del espacio público de Bogotá es para llorar; deprimente[1]. Para comprobarlo, basta con asomarse a la ventana y ver. La ciudad está vuelta $%$&.

¿Cuál es la razón de esto? A mi modo de verlo es bastante claro: ya van a ser varios los años, demasiados, en los que sencillamente no ha habido quien gerencie y vele por el cuidado de su espacio público. Este no se cuida, no se mantiene, no se restaura, no se regula, no se proyecta, y por supuesto, tampoco hay quien sancione a sus transgresores. Y esto es hablando de estándares mínimos y básicos. ¿Recuerdan la niña que murió el año pasado al caer en una alcantarilla sin tapa? (Esta nota da una buena muestra de lo trágico que esto resulta: Bogotá: 10 noticias diferentes al caso Petro)  Mientras tanto, es evidente que todos, incluyendo autoridades y agencias del distrito, contribuyen lo suyo -con hechos, comportamientos y omisión- a su descomposición[2].

A pesar de su importancia y relevancia para todo lo que ocurre en la ciudad e implica vivir en ella, el tema permanece a  la deriva y sin dolientes. Es un chicharrón por el que nadie quiere responder y por el que pocos piden respuesta. ¿Cuál es la agencia responsable y líder del tema? ¿Es el IDU? ¿Es Movilidad? ¿Es el IPES? ¿Es la Defensoría del Espacio Público? Me imagino a cualquiera contestando medio en chiste, medio serio: “¿De verdad? Nooooo…¡¿Eso de verdad existe?!” ¿Coordinan estas agencias sus políticas y acciones? ¿Quién responde por qué dentro del Distrito? ¿Cuál es la agenda para el espacio público de Bogotá? Preguntas elementales sobre el tema, que estoy seguro, difícilmente le sabrán responder en el Distrito.

Un reconocido arquitecto decía lo siguiente: “En el andén todos nos encontramos como iguales.” Y es cierto.  El buen espacio público se traduce en equidad y dignifica a los que menos tienen. Entretanto, hay que ver cómo en Bogotá, los ricos pero también quienes pueden, optan cada vez más por privatizar y llevar a interiores su comodidad;  clubes privados, fincas, gimnasios, centros comerciales, futbol 5, etc. Es lamentable. La escasez de alternativas que ofrece la ciudad, además de fragmentarnos y segregarnos, afianza esa enajenante cultura del “shopping mall”.  Y entonces, sucede que mientras unos pocos se llenan los bolsillos de dinero y los demás deambulan como zombis, fracasamos como sociedad. Así de sencillo.

Un señor repara la pared que le rayaron
Un señor repara la pared que le rayaron

Gerenciar el espacio público es una necesidad vital y permanente de la ciudad. Alguien lo tiene que hacer desde el gobierno, y hacerlo bien. Pero más que eso, lo realmente importante es reconocer que el espacio público es una fuente sinigual de todo tipo de oportunidades para la ciudad y de felicidad para sus ciudadanos. Tener buenos parques, calles bonitas y seguras para caminar, plazas públicas, zonas verdes, gente y actividad, -espacio público vibrante y saludable- se traduce en oportunidades de recreación, económicas, para el buen vivir, culturales, de empleo, para cohesionar comunidades y construir confianza. Es ahí donde encontramos la verdadera vida de la ciudad. Además, una ciudad que gerencie adecuadamente su espacio público, tendrá mejores chances de gobernar la inseguridad[3].

Hacerlo es una inversión en calidad de vida para todos. Lo contrario y seguir igual, es la erosión de la dignidad de la ciudad y de todos los que en ella vivimos.


[1] Bogotá tiene 3.6 mts2 de espacio público per cápita. Meta nacional: 15 mts2

[2] Les encanta pautar con Pepe Pegotero. Y acordémonos del día en que Bieber, acompañado y protegido por la policía, grafiteó los muros de la 26,

[3] Teoría de las Ventanas Rotas

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Metamorfosis del espacio público en Nueva York- Lecciones para Bogotá

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Esto que les voy a contar, primero lo motiva un video inspirador que recientemente circuló por las redes sociales sobre la transformación del espacio público en Nueva York de los últimos años, y después, la lectura de un documento muy breve, publicado por el Proyecto para el Espacio Público PPS en 2009, hace 6 años,  titulado 9 maneras de transformar Nueva York en una ciudad de excelentes lugares. Mucho de lo que sugirió el documento pasó. Lo invito a que vea el video ¡imposible de perder! y más adelante hablaremos de las 9 recomendaciones que PPS le hizo a la ciudad.

 

Mi experiencia. Testigo de una gran transformación urbana.

Viví en Nueva York entre los años 2005 y 2008. Durante ese tiempo, recuerdo la experiencia de caminar exhaustivamente por sus calles,  la vida de sus parques y plazas, los eventos culturales en el Parque Central (teatro, conciertos, ópera), sus cafés, andar en el subterráneo,  en fin. Recuerdo la sensación colectiva de todos los que ahí vivíamos y de quienes la visitaban, de querer participar de todo su acontecer. Había que salir a la ciudad, porque de lo contrario, algo te estabas perdiendo.

Otra cosa que recuerdo muy bien, es la ausencia en aquel entonces de una fuerte cultura y presencia de la bicicleta. No la había. Sencillamente, la bicicleta no existía en el imaginario de la gran metrópolis. En esos casi 3 años que viví allí, tan solo anduve un par de veces en unas bicicletas prestadas, nadie la usaba en la cotidianidad, y así no lo crean, ni uno solo de los amigos tenía bicicleta.

Pero algo cambió aceleradamente durante los últimos años. En octubre del año pasado visité y para mi feliz sorpresa, me encontré con una ciudad atestada en sus calles de bicicletas y que además exhibía orgullosa nuevos espacios públicos y otros cuantos que habían pasado por un proceso extremo de transformación (Times Square, High Park, Washington Square Park).  La ciudad se había reinventado de manera formidable. Para esta visita, todos los amigos tenían su bicicleta propia y la usaban a diario, la ciudad contaba con una amplia red de ciclorutas -que no la había-, y por esos días, recién estrenaba un popular sistema de alquiler de bicicletas públicas (City Bike NYC) que se extiende por todo el corazón de la ciudad.  Literalmente, había explotado el fenómeno de la bicicleta en NYC.

Cualquiera que vaya hoy por primera vez a la Gran Manzana, difícilmente creería que este gran cambio físico y anímico de la ciudad pudo haberse dado en un lapso tan corto de tiempo. Y para cualquiera que como yo, vuelve tras unos años, no queda sino sentir, una gran admiración por el poder de transformación de la gran urbe.

La ciudad era increíble cuando viví en ella.  Pero es innegable que hoy,  está mucho mejor. Su evolución no se detuvo y es algo tangible, que es palpable a través de la experiencia de sus ciudadanos y evidente ante los ojos de cualquiera.

¿Qué pudo estar detrás de esta transformación? ¿Cómo orientaron el cambio? ¿Qué hizo la ciudad para prepararse física y emocionalmente?

El documento de PPS da unas pistas importantes. Vale la pena destacar que el documentó señaló a Bogotá como un ejemplo internacional exitoso, pero esos eran otros tiempos. A continuación los 9 consejos que PPS le hizo  a la ciudad de Nueva York:

  1. Definir una agenda comprensiva para el espacio público de la ciudad.
  2. Balancear las necesidades de peatones, transporte, ciclistas y automóviles.
  3. Mejorar las calles como espacios públicos.
  4. Garantizar que la nueva arquitectura cree edificios urbanos.
  5. Desarrollar un programa de plazas públicas de mercado (promoción de mercados locales, productos locales, conectando la ciudad con el campo).
  6. Restructuración de las entidades de la ciudad.
  7. Maximizar el potencial de las riberas de la ciudad. Aprovechar su contacto con el agua: mar y ríos.
  8. Reinventar la planeación comunitaria
  9. Gerencia de los espacios públicos para obtener resultados públicos.

En una próxima entrada expandiré sobre estos puntos y cómo podrían aplicarse a Bogotá. Vaya pegándole una leída a las recomendaciones.

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Reinventando la cultura ciudadana para Bogotá

Arrastro una emoción muy grande desde la última intervención que realizamos de Cebras por la Vida el pasado miércoles, 14 de agosto de 2013. Hemos empezado una faceta maravillosa y emocionante de este proyecto ciudadano que ha centrado su mensaje en la urgencia que tenemos como sociedad de darle al peatón, a las personas que caminamos la ciudad, que somos todos, un lugar en lo más alto de las prioridades de nuestro proyecto urbano y de sociedad. Nuestro proyecto siempre ha tenido como propósito articular esfuerzos, inculcar y amplificar el mensaje, y empezamos por lo más importante: la ciudadanía. Esto se gesta por ciudadanos preocupados y comprometidos con su ciudad, que han entendido que cualquier proyecto exitoso de ciudad, necesita de una ciudadanía activa, exigente y crítica, pero también propositiva y corresponsable. Una ciudadanía que se toma muy en serio su rol como agente de cambio que interviene directamente en las transformaciones de su entorno.

Es de esto precisamente de lo que queremos contagiar. Asimismo, siempre hemos querido demostrarnos y demostrarle a la ciudad que es posible y al mismo tiempo necesario, encontrarnos alrededor de causas comunes por las cuales trabajar.  Es más, estamos convencidos que no hay otro camino para  sacar adelante a Bogotá. Las soluciones tendrán que salir de nosotros.

Y es entonces como esta nueva versión de Cebras por la Vida evidenciará cómo sí somos capaces de hacerlo, un colegio, una raya, una cebra a la vez. Será un trabajo gradual y acumulativo, que tendrá en la ciudadanía, y en los niños especialmente, su principal mano de obra y vocería. Los niños serán los grandes protagonistas de esta hazaña.

Este nuevo momento de nuestras intervenciones en el espacio público reúne varios nuevos elementos que nos permitirán llevar nuestro mensaje de respeto por el peatón más lejos y con mayor fuerza. Hablare de dos muy importantes:

  • Alianza con Colegios Distritales y lo niños como portadores del mensaje: Estuvimos en el barrio Restrepo (famoso por el comercio de zapatos) de la localidad Antonio Nariño, en el sur de la ciudad, trabajando con aproximadamente 40 jóvenes de la Institución Educativa Guillermo León Valencia. Comienza un proyecto que desde el pasado martes llevará el mensaje de respeto por el  peatón a la ciudad a través de un trabajo en llave con los niños y jóvenes de nuestros colegios distritales. Específicamente, junto a ellos, estaremos interviniendo y reparando con colores y creatividad la señalización vial de las zonas aledañas de sus propios colegios. La apuesta es empezar con intervenciones, un colegio por mes. ¿Qué mejor que generar esta conciencia en nuestros niños y que a la vez sean ellos los multiplicadores del mensaje?

  • Ciudadanía y gobierno de la ciudad suman esfuerzos alrededor del proyecto: Algo muy importante que logramos para el futuro del proyecto es que entidades claves del distrito como las Secretarías de Movilidad, Educación y Gobierno y la Veeduría Distrital (primera en sumarse) se unieran a este, cada una de ellas aportando desde sus respectivos roles y fortalezas. El martes pasado apoyaron cerrando las vías y ayudando a controlar el tráfico. La idea es que en los próximos días, semanas, la Secretaría de Movilidad se haga presente en el lugar, complementando nuestra intervención con la señalización vial pendiente (pictogramas, letrero de zona escolar) e instalando estoperoles (reductores de velocidad) sobre las franjas de colores. Adicionalmente, el componente pedagógico se reforzará a través de talleres de capacitación sobre accidentalidad vial que la Secretaría de Movilidad llevará a los colegios. El proyecto es en sí mismo una propuesta de conversación de doble y más vías. La ciudadanía pone. El gobierno pone. Todos ganamos. Y lo mejor, nadie pierde.

Jaime Garzón le dijo a un grupo de jóvenes universitarios lo siguiente en una conferencia en la Universidad del Valle, corría el año de 1997:

“Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvárselos.”

Haríamos bien en recoger estas palabras para llevarlas a la práctica en nuestras ciudades, en nuestros entornos, barrios, comunidades. Sin duda, este es otro mensaje central de nuestra iniciativa.

Al final, lo que queremos es una ciudad que a través de insistir sobre la importancia del respeto por el peatón, con hechos concretos y la búsqueda de cambios culturales,  nos encamine hacia una sociedad más incluyente, solidaria y democrática.

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Cebras por la Vida ¡Un ejercicio de ciudadanía activa!

CEBRAS (1)Este sábado entrante estaremos a las 11 am en la intersección de la Calle 72 con Carrera 9 lanzando el proyecto Cebras por la Vida. En el marco del proyecto 100en1Día, haremos una pintada de pasos de cebra que adornaremos con mucho color y expresión ciudadana. Todos están muy invitados a participar en esta fiesta que reclama por el derecho  de  todos los bogotanos a caminar de manera segura y digna. 

¿Qué busca Cebras por Vida? Puntualmente, dignificar el lugar de quienes caminamos en Bogotá. Darle al peatón el lugar que se merece. Priorizarlo y cuidarlo. “Queremos enseñarnos y enseñarle a la ciudad y demás ciudadanos sobre la importancia de priorizar, proteger y dignificar al peatón.” Decía en una nota anterior que “pensar en el peatón es obligarnos a mirar de manera amplia y comprensiva los aspectos más críticos de la ciudad, pensando siempre primero en las personas, no en el auto particular y sus exigencias. Es esta quizás la motivación más extraordinaria para hacer de Bogotá una ciudad tolerante, incluyente, amable con el medio ambiente, compacta, limpia, cálida y segura para todos. “

Lo invito a responder: ¿Por qué Cebras por la Vida? ¿Por qué son importantes las cebras?

Las siguientes son las respuestas de los aliados del proyecto a esta misma pregunta:

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¡Engalla tu calle! ¡Engalla tu barrio! ¡Engalla tu ciudad!

 “Un sueño que sueñas solo es  solo un sueño. Un sueño que soñamos juntos es realidad” John Lennon

 Palabras clave: placemaking, acupuntura urbana, aplicaciones móviles, Blockee, Ciudad 2.0, activismo urbano, espacio público, Bogotá.

www.Blockee.org
http://www.Blockee.org

La intención de esta nota es enseñarles una aplicación tecnológica, que dentro de muy pronto –confío- podremos llevar en nuestros celulares. ¿Saben para qué? Para soñar la ciudad JUGANDO. Es muy sencilla. Básica. Pero brillante. PERFECTA para nerds y obsesionados de la ciudad como yo. Y perfecta también para los bogotanos que buscamos desesperadamente cualquier chispazo de esperanza. Cualquier posibilidad para confirmar la sospecha que aguarda dentro de cada uno de nosotros, en el sentido de que Bogotá, la capital de todos los colombianos, podría y tendría que ser significativamente más bonita, amable y funcional de lo que la encontramos actualmente.

Se llama www.Blockee.org y el juego consiste en engallar la calle. ¡Así como lo oye! ¡Al gusto! ¡Usted decide! Para los ciclistas hay por ejemplo ciclorutas. Con un solo movimiento del ratón introduces un carril bici por donde antes sólo pasaban automóviles y esos $%&$&%$& buses chimenea que a diario nos agreden y envenenan sin discriminar. ¿Qué tal unos buenos cicloparqueaderos para el parque del barrio o para tal plaza? ¿O para el mercado de las pulgas? ¿Y por ejemplo unas cómodas bancas para tomar un merecido descanso? Ahí están, a un clic.

Plazoleta Museo de Botero-Centro de Bogotá
Plazoleta Museo de Botero-Centro de Bogotá

Seguimos, ¿Qué a la plazoleta del Museo de Botero se le llevaron la vida cuando se fue el café Juan Valdez y nada dejaron en su lugar que lo reemplazara? Pues ponemos un café móvil, mesas y asientos como lo había antes, unas flores y unos árboles. Listo. Resta imaginarnos el lugar con buen sol, pensar en un buen libro y una buena compañía. Vuelve la vida al lugar. ¿Qué más pedir? Tal cual así funciona….escogemos lugar, subimos la foto y empezamos a ponerle sus detalles. ¿Qué desde tal calle a tal calle parece un basurero? Obvio, no ve que no hay una sola caneca en 500 metros a la redonda. Entonces, ahí, ponemos unas canecas. Se acabaron las excusas.

Poco a poco, poniendo y quitando pequeños detalles vamos transformando lugares, llevándoles sentido y vida. Como armar un Lego.  Jugamos con intención y propósito. Eso sí, siempre con la condición de pensar en primer lugar y obsesivamente en las personas. ¿Cómo las protegemos? ¿Qué necesitan? ¿Qué quisieran y cómo podrían estar más cómodas y felices afuera en las calles de la ciudad? ¿Qué detalles las enamoran de un lugar? ¿Cómo atraerlas para que vuelvan nuevamente? Estas son las preguntas que cuentan; las que te marcan la diferencia. De eso se trata la ciudad. Detalles.

 ¿Cómo la ven? ¿Algún lugar en particular que quisieran transformar, que ven que le vendría bien una manito? ¿Depronto una intersección que frecuentan y saben por experiencia personal que es un peligro? ¿Algún parque de barrio inhóspito y decaído? ¿Qué tal ayudarle al Distrito con ideas para la 7ma peatonal? (#Biciusuarios ¿Carril bici?) ¿Qué le harían a la Plaza de Bolívar? ¿A la de San Victorino o a la de Lourdes? Anímese. Todo se vale.

 En mi caso volví nuevamente al paso de la cebra de colores (Una cebra no basta ¿Hará el Distrito su parte?) en El Parque el Virrey. Ya han pasado varios meses y la pintura ya se ve borrándose. Lástima. El gobierno nunca se animó a complementar nuestra obra. Nunca correspondió el gesto de la ciudadanía y hoy los carros siguen pasando a 100 km/hr sin que nada proteja efectivamente a los peatones. Por lo visto, poco de #conmuevete por parte de la administración. Sin embargo, entretanto, vean la engallada que le metí al cruce.

Esto si es política del amor
Esto sí es política del amor

Blockee.org le ofrece lo siguientes gallos: Señal de PARE, alumbrado, reductores de velocidad, basuras, cebra con señor que le da paso a peatones, fuentes para tomar agua, materas con flores y árboles, bancas, mesitas con asientos, conexión WIFI, cicloparqueaderos, limpia paredes, etc., etc.

#BICISPORLAVIDA

Ya para terminar. Hay cosas que por supuesto se salen de nuestra escala y posibilidades. Pero hay muchas otras que definitivamente podemos lograr. Nosotros, los ciudadanos. Por ejemplo, el sábado que pasó –Septiembre 22-, en el marco del Día Mundial Sin Carro, en varias ciudades del país, grupos de  ciudadanos unieron fuerzas, recursos, y esperanzas, (#Bicisporlavida) y salieron a pintar ciclorutas donde antes no las había y a engallar y embellecer otras que ya existían. Los invito a que vean el resultado de la jornada.

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Una cebra no basta ¿Hará el Distrito su parte?

Cebra de Colores pintada por grupo de ciudadanos -combo2600-
Cebra de Colores pintada por grupo de ciudadanos -combo2600-

Esta nota es muy sencilla y directa. Aprovechando que aun está fresco el ejercicio de la cebra de colores, carrera 11 con calle 87, Parque el Virrey, quisiera llamar la atención sobre la oportunidad que tiene el Gobierno Distrital (Secretaría de Movilidad – IDU – Alcaldía de Chapinero) de complementar muy rápidamente el trabajo realizado por los ciudadanos que la pintamos y así terminar de asegurar –tanto como sea posible- el lugar para quienes lo caminan.

Nuestra cebra de colores, por sí sola, sigue siendo insuficiente.