FUI Ciclista de Tiempo Completo, no en BOGOTÁ
Entre los años 2007 y 2009 fui un ciclista de tiempo completo. Sorprendentemente, a lo largo de ese período de 2 años use transporte público (metro, bus y taxis) en poquísimas oportunidades; puedo contarlas con los dedos de las manos; 6 o 7 veces como máximo. Y no lo usé no porque no lo hubiera. Por el contrario; lo había y de gran calidad. Simplemente no lo necesité. Prácticamente toda mi actividad la hice sobre una bicicleta o caminando. Ir al trabajo, al supermercado, a la ferretería, al cine, a donde los amigos, por unas cervezas; todo lo hacíamos así. La ciudad invitaba a ello. En cuestión de minutos se llegaba a donde se necesitaba o se quería estar. Éramos muchísimos, sin duda la gran mayoría, quienes compartíamos esta manera de vivir la ciudad. En resumen: bicicleta, a pie, y a veces, cuando se necesitaba, transporte público.
¿Carro particular? Nunca fue parte de la ecuación. No lo fue para mí, como tampoco para casi nadie a mí alrededor. Habrían un par de excepciones, como cuando me mudé de casa o las veces que paseé fuera de la ciudad; y entonces, o arrendábamos un auto, o se le pedía el favor al único amigo dueño de uno, o se acudía al sistema de car-sharing. Eso sí, siempre la mejor opción fue no ser dueño de uno.
Así viví durante 2 maravillosos años. ¿La ciudad? Washington D.C. Las ciudades son procesos. Y la capital de los Estados Unidos vive uno muy positivo desde hace ya un buen tiempo. Allí, la integración de la bicicleta al modelo de ciudad viene siendo clave. Pocos meses antes de despedirme, la ciudad inauguraba su sistema de alquiler público de bicicletas (http://capitalbikeshare.com/).
Pregunta I: ¿Para qué este sistema de alquilar público de bicicletas si no para ser usado por la gente?
Bogotá y el movimiento Pro-Bicicleta

En Bogotá vienen apareciendo colectivos sociales que reclaman un lugar más prioritario para la bicicleta en el marco del futuro desarrollo de la ciudad. Varias y de distintos orígenes son las razones de aquellos que avocan por la bicicleta. Las hay por razones medio ambientales, por afición al deporte –tenemos una historia internacional importante con “los escarabajos” (Lucho Herrera, Fabio Parra, Santiago Botero)-, otros porque se mamaron del trancón, hay unos por moda/es fashion/es hip, porque es económico, en los negocios para llevar domicilios, en fin.
Hay muchas razones y entre el variopinto activismo que hay detrás de la causa creo que hay unos que lo hacen mejor que otros, con razones de más fondo y trascendencia. Pero todas son importantes; vamos sumando, y al final, creo que las razones y las corrientes más serias terminarán imponiéndose; sencillamente así lo obligará la realidad de una ciudad cada vez más invivible y contaminada por su tráfico, pero también inducida por ejemplos internacionales de ciudades como el de Washington DC. Además, cada vez se hace más difícil ignorar la realidad del cambio climático, que a la brava nos está cambiando la forma de entender y pensar nuestro lugar en el planeta. ¿Será que algo no aprehendemos de la catástrofe que fueron las fuertes lluvias del último año?
Pero lo interesante y más valioso de este fenómeno pro-bicicleta es que proviene de la sociedad. No fue dirigido o introducido desde la alcaldía. Y eso tiene en sí un enorme valor, así el movimiento aun esté biche. A Bogotá, llegaron primero la ciclovía y las ciclorutas que el empoderamiento por parte de la ciudadanía del uso de la bicicleta como medio NO recreacional de transporte.

Algo similar sucedió con la extraviada cultura ciudadana de los bogotanos. Un alcalde con vocación de maestro –chiflado para algunos- nos la indujo desde un lugar privilegiado; La Alcaldía. Lo hizo con mucha creatividad y energía, y algo logró inculcárnosla durante sus años al frente de la ciudad. Lastimosamente, su mandato termina -así debe ser en democracia-, y quienes lo sucedieron no supieron cómo darle continuidad a su legado o sencillamente no les interesó hacerlo; legítimamente podrían ser otras sus prioridades. Tampoco se puede decir que fuera algo sencillo de lograr. En aquel entonces cultura ciudadana vendría siendo algo tan extraterrestre para los bogotanos como su alcalde. Igual de extraterrestre como puede ser imaginarse hoy a Bogotá densamente poblada por bicicletas, así haya mucha ciclovía y ciclorutas.
Hubo cultura ciudadana por un tiempo porque un Alcalde nos la enseñó. Y hay ciclovía y ciclorutas porque hubo alcaldes que las idearon y realizaron. Sin embargo, hoy es muy poca la cultura ciudadana en las calles bogotanas, y poco el número de ciclas rodando diariamente por ellas (Ver nota y video, BBC Mundo: Bogotá: uno de los mejores lugares del mundo para bicicletas, pero…).
Todo lo anterior, para insistir en la importancia del empoderamiento ciudadano de los procesos de su ciudad. Si esto no sucede los procesos corren el riesgo de diluirse en el tiempo o de quedar a medias como es el caso de la bicicleta en Bogotá. Por eso hay que celebrar la llegada de este activismo pro-bicicleta. La sostenibilidad en el tiempo de lo positivo de una ciudad tiene que ser tan o más responsabilidad de la ciudadanía que de sus gobernantes. No así, elegimos tipos como Samuel Moreno, y cuando todo resulta en desastre, señalamos culpables antes de asumir cualquier responsabilidad propia ante lo sucedido. Y entonces, esperamos salvadores de la ciudad, cuando de lo que se trata, es que entre todos la reconstruyamos y ser conscientes de ello.
Pero acá vienen todos –candidatos y políticos- a decirnos que harán esto y lo otro, que nos sacarán del hueco, que harán el mejor metro, que acabarán con la inseguridad, etc. Hasta el momento, no he oído al primero de los candidatos decir enfáticamente, que para todo eso que prometen hacer, requieren de una ciudadanía activa, solidaria y corresponsable.
Las ciudades son sobretodo procesos de la gente y para la gente que las habita.
Creo que los candidatos podrían ser más sinceros, menos presumidos, y decírselo así a los ciudadanos: “Yo sólo no puedo”. Cambiar ese “YO haré” de siempre, por un “VAMOS a hacer” más frecuente. Un VAMOS que no es en primer lugar con los PARTIDOS pero con la CIUDADANÍA.
Están en una posición privilegiada.
Pregunta II: ¿Para qué las ciclorutas sin los ciclistas? No parece ser un problema de infraestructura. ¿Entonces de qué? Vale la pena hacerse las siguientes preguntas:
- ¿A través de qué estrategias y acciones en el corto y mediano plazo podríamos mejorar las condiciones de seguridad de ciclistas y peatones en la ciudad? Por robos pero también por el riesgo que implica enfrentarse a conductores poco consientes y considerados de ciclistas y peatones.
- ¿De qué manera práctica, creativa y efectiva se podría educar a los conductores de automóviles a compartir la vía con ciclistas?
- Olvidémonos de más infraestructura por un instante ¿Qué cambios culturales y de comportamiento debemos lograr para darles garantías a los ciclistas? ¿Cómo lograrlos?
- ¿Qué responsabilidad, rol, función deben cumplir las autoridades de policía? ¿Cómo volverla más amiga del ciclista, del peatón, y por lo tanto de la ciudadanía? ¿Y si consideramos la posibilidad de que patrullen en bicicleta?
En el caso de los candidatos, no se trata de prometer más ciclorutas. Sí en cambio, de comprometerse a buscar maneras para que en un futuro los bogotanos aprovechemos verdaderamente la infraestructura que la ciudad ya ofrece para la bicicleta. Lograr que la usemos. Un reto evidentemente más difícil; involucra gente, necesita ciudadanía, cambiar mentalidades.
Un especial agradecimiento a los Movimientos Pro-Bicicleta bogotanos:
- www.mejorenbici.com (Facebook y Twitter)
- Ciclopaseos de los Miércoles (Facebook y Twitter)
- http://cyclechicbogota.blogspot.com/ (Twitter)
- http://www.bogotabiketours.com/ (Facebook y Twitter)
- Mi Caballito de Acero (Facebook)
- La Bici se Respeta (Facebook)
- @Labicicletada
- @Bike the Way