¨Cuando haces las calles más seguras para todos, no solo estás cambiando la calle, estás cambiando el mundo. ¨ Janette Sadik-Khan
Es urgente que los colombianos identifiquemos y nos movamos alrededor de causas comunes que nos ayuden a acercarnos en la cotidianidad. Que nos ayuden a entendernos como parte de algo más grande que compartimos. Necesitamos ejercicios cotidianos de empatía, solidaridad y de respeto por la vida, de ver nuestra fragilidad reflejada en el otro. Necesitamos ejercicios que nos ayuden a sanar en el día a día.
En ese sentido, es difícil encontrar una causa más incluyente y cotidiana que la del peatón. Al fin al cabo, todos nos enfrentamos en algún momento a la ciudad como peatones. Y si no somos nosotros directamente, será algún familiar, que puede ser un hijo, un padre o una madre, o quizás algún amigo. La causa del peatón es de todos: el 100 por ciento de los viajes en la ciudad empiezan y terminan a pie.
Por eso es tan estratégica y necesaria.
Priorizar el peatón es priorizar la vida sobre la velocidad. Es poner a las personas por encima de los caprichos y la comodidad del automóvil. Una ciudad caminable es —en primer lugar— una ciudad segura que nos protege a todos, pero especialmente a los niños, a los adultos mayores y a las personas con alguna limitación física. En Bogotá el 84,5 % de los niños entre 3 y 5 años caminan a sus jardines y también lo hace el 77 % de los niños entre los 6 y 17 años. Sin embargo, en Latinoamérica las lesiones por accidentes de tránsito son la principal causa de muerte en niños de 5 a 14 años y la segunda entre jóvenes de 15 a 29 años. ¿Cómo no encontrarnos alrededor de proteger sus vidas con calles más seguras?
Pacificar nuestras calles —haciéndolas más seguras y caminables— también protege y beneficia a las personas más humildes que son quienes más se enfrentan al espacio público de la ciudad. En un contexto de pobreza y enorme desigualdad como el de nuestro país y sus ciudades, para muchos, la decisión de caminar no es opcional. Bajo nuestra realidad, las personas de menores recursos caminan considerablemente más (30-45 % viajes a pie) que los grupos de mayores recursos (20 % de viajes a pie) y por lo general deben hacerlo bajo pésimas condiciones de infraestructura y culturales (Ver informe BID – El rol del transporte activo…). Entonces, también es un asunto de equidad social.
En medio de la actual coyuntura de paros y protestas lo estamos viendo. Los más perjudicados por la destrucción y los bloqueos al sistema público de transporte son las personas más humildes que se ven obligadas a caminar por horas para regresar de sus trabajos.
En medio de la crisis del covid podría asegurar que todos hemos caminado más. Con los confinamientos, el teletrabajo y el cierre de colegios caminar se hizo más frecuente y central para muchos de nosotros. Hemos pasado más tiempo gravitando alrededor de nuestros barrios, comprando local, pasando tiempo en los parques cercanos y conectando con nuestros vecinos. Se instalaron unas dinámicas de proximidad muy valiosas que debemos tratar de conservar y consolidar.
La crisis nos ha ayudado a ganar conciencia sobre la importancia de caminar para nuestras vidas y la calidad de nuestros barrios y ciudades. La verdad es que cuando el carro deja de ser el protagonista de la ciudad y sus calles, la actividad humana florece y el espacio público se vuelve un lugar para el encuentro, para el juego, para los amigos y para aprender a confiar en el otro.
Es por todo esto y mucho más que la causa del peatón puede ayudarnos en estos momentos de división y polarización extrema. Necesitamos ejercicios cotidianos que nos ayuden a sanar en el día a día y que nos guíen hacia la construcción colectiva de mejores barrios, mejores comunidades, mejores ciudades y, finalmente, un mejor país.
Estamos en la semana de la Seguridad Vial que está promoviendo el tema de #CallesPorLaVida #CallesParaLaVida y bajas velocidades en las calles o zonas de 30 kms/h. Por otra parte, el Gobierno distrital declaró el 2021 como el año del peatón. Hay narrativas muy importantes que se están haciendo cada vez más presentes en nuestras agendas públicas, como la importancia de priorizar al peatón en el diseño y la gestión de la ciudad. El llamado es a pasar de los conceptos y el discurso a la acción. El cambio tenemos que poder sentirlo y vivirlo. El costo de no hacerlo se cobra en vidas humanas y calidad de vida.