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Ciclorruta de la 7ª, victoria sobre el status quo

Recién arrancando esta crisis del covid por el mes de marzo, con maletines y conos naranja, y después con pintura y unos taches amarillos, se hizo más por la transformación del corredor de la 7ª que lo acumulado por todos lo gobiernos anteriores, desde que tengo memoria.

Y ojo que acá no estoy refiriéndome a la cantidad de esfuerzos, recursos o tiempo destinados a lograr esa transformación, ni al proyecto ideal. Me refiero a transformación efectiva, concreta, visible y palpable. 

Ese primer fin de semana del simulacro de confinamiento en Bogotá, en un abrir y cerrar de ojos se desplegaron decenas de kms de ciclorrutas «temporales» por la ciudad, como medida para contener y protegernos del virus. Se facilitaba una opción individual, segura y limpia de movernos, que a la par ayudaba a descongestionar Transmilenio.

Muchas otras ciudades del mundo entendieron el valor estratégico de la bicicleta como aliada para enfrentar el momento, y como Bogotá, hicieron lo propio habilitando nuevas ciclorrutas. Urbanismo Táctico escala ciudad. Urbanismo táctico escala global. ¿Cuántos nuevos kms de ciclorruta pudo haber ganado el mundo durante estos meses de crisis? Ni idea, pero tienen que estarse contando en los miles. ¿El impacto en calidad del aire, reduciendo emisiones, accidentes en las vías, desatascando ciudades? Devuelve la esperanza en el mundo. (Aquí puede ver el fenómeno en cifras y unas gráficas interactivas increíbles para Europa).

Ahora bien. Tomada la decisión de no ir más con el proyecto de Transmilenio por la 7a, algo que deberíamos aceptar ya como un hecho, -como una realidad política-, hay entonces que pasar la página, pensar en el futuro del corredor y empezar a trabajar con lo que hay. Y lo que hay en estos momentos, gracias a esta coyuntura del covid, es una ciclorruta de 18 kms implementada, que empieza en la Cll 106 y termina donde empieza la intransitable 7ª peatonal. Y que, desde el sur, arranca en la 1 de Mayo hasta llegar a la Cll 12 (Casa del Florero).

Lo más importante aquí, es que después de tantos años de parálisis y bloqueo político –por diferentes razones-, en los que el corredor permaneció congelado en el tiempo, inmutable, de repente, algo cambió. Pero además, no solo pasó algo, sino que pasó algo realmente significativo que reconfiguró de manera estructural el espacio y las dinámicas del corredor. Y todo, en cuestión de días y semanas.

¿Se imaginan haber metido una ciclorruta de 18 kms por la 7ª en cualquier otro momento o coyuntura?

Absolutamente inimaginable. Imposible en medio de unas dinámicas políticas del corredor y de la ciudad, que han probado ser mucho más efectivas para oponerse y obstaculizar proyectos que para moverlos, avanzarlos y consolidarlos. Porque si en algo nos hemos vuelto expertos en Bogotá, es en bloquear proyectos y destruir o descontinuar los que tenemos y nos mueven. Y por el lado de los gobiernos, pues estos sí que han sido especialmente malos legitimando y construyendo el respaldo necesario para que los proyectos se realicen, vean la luz, se apropien y se consoliden en el tiempo. Al proyecto de Transmilenio por la 7ª, no le alcanzó el tiempo -que le faltó muy poco-, pero tampoco el respaldo social y político. Son claros los riesgos de ser tan eficientes pero impopulares.

¿Quiénes ganan con esos proyectos fallidos, efectivamente bloqueados? ¿Quiénes ganan con la parálisis? La respuesta es obvia, el statu quo. Quienes se opusieron al Transmilenio por la 7a, lo que quieren es que nada cambie. No les servía ese proyecto. Ahora tampoco les va a gustar la ciclorruta. Lo único que piden es más vías, para que salgan más carros, para que el trancón ya no sea de 2 sino de 3 carriles; pero que será finalmente el mismo trancón. Lo único que defienden es su interés personal y directo de no verse incomodados por la obra de un Transmilenio, y ahora, por la llegada de esta ciclorruta intrusa que se hizo sin pedirles permiso.

En este punto, creo que hay que celebrar que este monumental debate desatado por el nuevo bicicarril de la 7ª se esté dando sobre la realidad de 18 kms implementados, y no sobre unos renders y la propuesta del proyecto perfecto que necesita el corredor. Fue esa precisamente, la interminable, polarizada y estéril conversación en la que estuvimos enfrascado por tantos años, sin que nada pasara, pero eso sí, con todos de acuerdo en la urgente necesidad de un cambio profundo para el corredor.

El peor escenario de todos es la parálisis. El peor escenario de todos es el statu quo

Por eso creo que esta nueva ciclorruta tiene que aprovecharse como ese detonante que empieza, sobre la marcha, a darle el tono y la forma a ese proyecto central de la actual administración que es el Corredor Verde, y que, hasta antes de la llegada del bicicarril, no era más que un concepto demasiado ambiguo, incierto y en borrador. Lo que aparece entonces, es una enorme oportunidad de mover el proceso de transformación del corredor bajo un lente menos de mega-proyecto y soluciones celestiales y más de gestión y transformación permanente, gradual y comprehensiva del corredor.

Un esquema de cambio más flexible, creativo y ágil, comprendido de intervenciones estratégicas que lo revitalicen, que deberá comprender aspectos tanto físicos como culturales, y valerse de una variedad de estrategias y posibles soluciones para darle prioridad a peatones, ciclistas y sobre todo al transporte público. Y algo muy importante, con dosis importantes de participación ciudadana que lo respalden, legitimen y oxigenen.

Pero hay que aprovechar y consolidar el impulso ganado. Hay que seguir sumando pequeñas victorias con gran sentido de urgencia. El urbanismo táctico es eso. Ganarles impulso, movimiento y respaldo a procesos de transformación urbana con acciones ágiles y costo eficientes, a través de las cuales cambiamos imaginarios y expectativas sobre lo que es posible para un lugar. Y lo más importante quizás, son acciones y procesos guiados y motivados por la claridad y convicción de los cambios de largo aliento a los que queremos llegar. ¿Seguimos por el camino de la carro-dependencia? ¿O aterrizamos con hechos esa promesa postergada de un corredor y una ciudad más sostenibles y que les funcione a las personas, no a los carros?

No nos equivoquemos. La pelea por el corredor de la séptima, apenas está empezando. 

“Cuando empujas el status quo, éste empuja de vuelta, fuerte.” Streetfight— Janette Sadik-Khan

Finalmente, ¿cuál puede ser el mensaje o la lección que podemos llevarnos de este episodio en el que una ciclorruta, desplegada en cuestión de días y a muy bajo costo, derrota finalmente la eterna parálisis del corredor de la 7ª? 

El corredor y de pronto también la ciudad, necesitan y podrían beneficiarse de una lógica de cambio radicalmente diferente, que puede ser más sencilla, económica y eficaz. Lo que no quiere decir, más fácil. 

A veces, menos es más.

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Abrir restaurantes y revivir la ciudad

El piloto para la reapertura de restaurantes de Bogotá, “A Cielo Abierto”, estará sucediendo esta semana que viene, 3,4, 5 y 6 de septiembre, entre jueves y domingo.

En rueda de prensa de hace un par de semanas, la alcaldesa López confirmaba su realización y revelaba algunos detalles:

“Vamos a cerrar y peatonalizar unas 100 calles de nuestra ciudad, de jueves a domingo para que la gente pueda trabajar al aire libre, no en espacio cerrado. Mejor ventilado, por lo tanto con menos riesgo, con otros protocolos de bioseguridad, para que podamos volver a tener el sector de restaurantes y gastrobares trabajando, no todos los días, pero si de jueves a domingo, o de viernes a domingo.”
Claudia López.

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Ya hemos visto cómo en otras ciudades del mundo los restaurantes han vuelto a abrir al aire libre, aprovechando su espacio público y sobre todo sus calles: Nueva York, Madrid, París, y muchísimas otras más.

Ha sido un fenómeno global que le ha devuelto la vida y la alegría a las ciudades, abriéndonos los ojos y la imaginación sobre las enormes posibilidades que tenemos en medio de esta difícil crisis para avanzar con hechos concretos la apuesta por ciudades más humanas, sostenibles y menos carro-dependientes.

 

Entonces, tenemos que entrar en esto, reconociendo que, detrás de la reapertura de restaurantes, hay una oportunidad de hacer algo mucho más significativo que solo abrir restaurantes. Por supuesto es un paso vital para reactivar la economía, dándoles a muchos negocios del sector la oportunidad de sobrevivir y salvar miles de empleos. Pero además de esa urgencia, hay una oportunidad soñada de devolverle la ciudad a las personas, activar y reconquistar nuestro espacio público, mejorar barrios y afianzar dinámicas de proximidad que nos inviten a movernos a pie y en bicicleta como las mejores opciones, por encima del carro.

A través de este piloto podemos restaurar y consolidar la vocación peatonal -desaprovechada- de muchas de las zonas donde ocurrirá el piloto; Usaquén, Zona G, Calle Anticuarios, Parkway, Macarena, Quinta Camacho, Calle 11 en el centro y muchas otras más.

¿Somos conscientes de la oportunidad que tenemos entre manos?

Y, sin embargo, esto solo será posible, si apostamos y tomamos riesgos con la suficiente claridad y convicción de saber muy bien el tipo de ciudad que queremos ser cuando se acabe la crisis. ¿Queremos una ciudad más carro dependiente, asfixiada y congestionada? ¿O, por el contrario, una ciudad con mejor calidad de aire, sostenible, amable y que ponga por delante de los caprichos del carro las necesidades de las personas y la salud de la ciudad? De acuerdo a como actuemos y aprovechemos el momento, saldremos de la crisis.

Ojalá quienes están al frente de estos proyectos, tanto en Bogotá como en las diferentes ciudades del país, dimensionen el tamaño de la oportunidad que tienen entre manos y la responsabilidad que les corresponde de saberla aprovechar.

Si el proyecto es exitoso y se realiza desde la comprensión de lo que es posible lograr y lo que está en juego, es realmente importante lo que podemos ganar y avanzar mejorando la calidad de nuestras calles, barrios y ciudades.

Algunos puntos para tener en cuenta

Además de la dimensión económica, hay que ver estos proyectos con ojos de oportunidad para:

  • Bajarle la velocidad a calles y barrios.
  • Mejorar barrios.
  • Promover y afianzar dinámicas de proximidad, incentivando que personas lleguen a pie y en bicicleta a sus destinos.
  • Reactivar espacio público muerto y en desuso.
  • Mejorarle y abrirles más espacio a los peatones. Restaurar y consolidar la vocación peatonal -desaprovechada- de muchas de las zonas donde es posible que ocurra el proyecto.
  • Darles nuevos usos y sentido a nuestras calles. Sobretodo en estos momentos que el aire libre y el espacio exterior cobran tanto valor como aliados para protegernos del virus y convivir con este1.

Por ningún motivo y en ningún caso, hacerlo a costa de la seguridad, comodidad y espacio de los peatones.

Si hay un principio rector que debe orientar la implementación y el escalamiento de cualquier iniciativa de estas, tendría que ser este.

Si se hace en andenes suficientemente anchos, está bien. Pero de lo contrario, será mucho más estratégico buscar otros espacios, y siempre está la posibilidad de aprovechar la calle.

Vale la pena repetir. Siempre está la posibilidad de aprovechar la calle

Para el caso de calles es posible aplicar diferentes esquemas/alternativas:

  • Peatonalizaciones completas.
  • Peatonalizaciones flexibles. Aplicadas ciertos días y en ciertos horarios.
  • Calles lentas. Permiten acceso únicamente a tráfico local: residentes, servicios de ciudad, emergencias, casos especiales. (Ver: Los Niños se toman las calles)
  • Readaptación y angostamiento de calles. Se eliminan carriles de ciertas vías con el fin de habilitar espacio en la calle para el uso que se le quiera dar, en este caso, la posibilidad de disponer de mesas para activar negocios de comida.

La aplicación de cualquiera de estos conceptos tendrá implicaciones muy positivas para la calidad de los barrios, quizás entre las más importantes y urgentes, la de bajarles la velocidad a sus calles.

Es el momento de mejorarle el espacio a quienes caminan, no de reforzar la cultura de dejarlo de último en las consideraciones de diseño y gestión de la ciudad.

Urbanismo táctico (de verdad)

El urbanismo táctico en medio de la pandemia tiene que entenderse como un recurso sobretodo funcional para actuar con gran velocidad para readaptar y reconfigurar espacios públicos, incluidas calles y avenidas.

Hay que ser muy conscientes y empáticos frente a la realidad económica del momento y pensar en los mensajes que envía cualquier intervención. Todo lo ornamental y estético, creo que debe y puede pasar a un segundo plano en estos momentos. Lo más importante es concentrarse en la operación e implementación.

Este es uno de esos casos en los que menos puede ser más. La vida que cobrarán las calles y los espacios de la ciudad, será lo realmente atractivo y cautivante.

Se necesitarán cierres y protecciones para lo cual pueden utilizarse materas, conos, pintura y otros materiales de muy bajo costo, que también pueden embellecer.

No promover esquemas Drive Thru

El piloto de Bogotá está contemplando un esquema de estos. Ojalá reconsideraran. (Ver propuesta.)

En primer lugar, no hay un mayor sinsentido que asociar los conceptos, métodos y objetivos del urbanismo táctico, con iniciativas que ayudan a facilitarle la vida a los carros y promueven su uso.

Por otra parte, no hacen parte de nuestra cultura. ¿Vamos ahora a poner de moda comer entre el carro? ¿No les parece que terminar en eso es el síntoma del fracaso absoluto de la calidad de vida? ¿Cuál es la coherencia de eso frente al discurso de la ciudad sostenible que queremos ser y la necesidad de desincentivar viajes en carro?

“Si diseñas una ciudad para carros y para el tráfico, consigues carros y tráfico. Si diseñas una ciudad para personas y lugares, consigues personas y lugares.”-Fred Kent, Fundador Project for Public Spaces.


​​​​Todos sabemos de la fuerte reacción que se viene por parte del carro y la moto por temor al virus. Ya hemos visto los trancones en cuanto se han relajado las medidas.

Que aparezcan iniciativas de los privados en este sentido, es de esperarse y las habrá de sobra. Pero que lo promueva la administración, desatinado, por decirlo suavemente.

La coherencia entre discurso y medidas es importante.

En cambio, muy bienvenida la opción de los camiones de comida. Esta es una coyuntura perfecta para promover y explorar este tipo de innovaciones. Al aire libre, aprovechando espacio de vía, con la posibilidad de activar espacio público.

Promover viajes a pie y en bicicleta, no en carro

Todos los esfuerzos y la creatividad tienen que emplearse en tratar de promover y afianzar dinámicas de proximidad, para que las personas lleguen a pie y en bicicleta a sus destinos, no en carro. Lo ideal es que las personas se acerquen a la oferta gastronómica bajo una lógica de ciudad de 15 minutos, es decir, lo que quede cerca. Eso sería lo ideal.

Para esto será clave pensar en esquemas de ciclo-parqueaderos seguros en los puntos de destino. Lo cual además puede significar una fuente de ingresos para quienes las cuiden. Lo mismo que hemos visto por años del señor que nos cuida el carro, pero para bicicletas.

Bogotá necesita miles de ciclo-parqueaderos en sus destinos comerciales y esquemas que garanticen su seguridad.

¿Qué más podemos y necesitamos hacer para incentivar que lleguemos a pie y  en bicicleta a nuestros destinos?

Miedo a la palabra peatonalizar

Por cuenta de experiencias como la 7ª peatonal, la palabra peatonalización despierta los peores miedos en los bogotanos. Lamentablemente, se asocia con todo lo que puede salir mal y no con los enormes beneficios que han demostrado traer cuando se hacen bien; reactivación económica por mayor circulación de potenciales clientes, valorización de los predios, más impuestos, tejido social, calles más activas y dinámicas, seguridad vial, etc.

Tan mala ha sido esa experiencia, que los establecimientos de ese corredor, no tendrán la posibilidad de abrir en el marco de esta estrategia bajo un esquema de cielo abierto.

En lo posible, puede ser recomendable y estratégico, buscarle otra palabra.

Listos a defender la propuesta frente a la cultura de la carro-dependencia. La mejor defensa es que salga muy bien.

Aparecerá una oposición muy fuerte y radical a este esquema por parte de defensores a ultranza del derecho a utilizar y estacionar el carro a sus anchas. Hay que estar muy preparados para defender la medida con argumentos, pero sobre todo con la buena implementación y gestión de la estrategia.

Hay que hacerlo muy bien y saber demostrar los beneficios económicos y sociales del proyecto. Pero, sobre todo, su carácter estratégico y solidario para contener la crisis económica y el terrible ciclo de pobreza que estamos viviendo.

“Cuando empujas el status quo, éste empuja de vuelta, fuerte.” Streetfight— Janette Sadik-Khan

Hay que medir el impacto de las estrategias desde el día 1 y en diferentes aspectos

Se recomienda medir impacto sistemáticamente y mucha sensibilidad para ajustar y mejorar lo requerido sobre la marcha. Vale la pena medir impacto sobre: 1) contagio 2) impacto económico para restaurantes, pero también para el comercio cercano 3) la satisfacción y aceptación sobre el cambio del uso de los espacios y las calles.

En la medida que funcione y se respalden los buenos resultados con evidencia de aceptación y beneficios económicos, queda la posibilidad de hacer permanentes muchos de los cambios en las calles.

Por muchas razones necesitamos que esto salga muy bien; para los negocios, para la economía, para empezar a recobrar la vida, para el presente y el futuro de la ciudad.

Lo que hay en juego trasciende la reapertura de restaurantes.


Serie: La ciudad como solución a los retos del COVID19

1Con el equipo de investigación de la Universidad del Rosario Data-Lama estamos brindándole apoyo a los alcaldes del país, utilizando data para entender el comportamiento de la epidemia y asesorándolos en el diseño de soluciones urbanas para reanudar actividad económica y social bajo un esquema de monitoreo y evaluación de impacto para sus estrategias.

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Ciudades a cielo abierto como alternativa a la cuarentena

Serie: La ciudad como solución al COVID19

Después de más de 140 días encerrados en la casa, la respuesta a todo no puede seguir siendo “quédense en casa”, “teletrabajen”, “pidan domicilio”, “operación candado”, “toque de queda”. El regreso a una nueva normalidad tendrá que ser lento, prudente y gradual, pero, además, deberá contemplar estrategias distintas al confinamiento, que nos ayuden a retomar la vida, de la manera más segura posible, protegiéndonos del virus, pero también cuidando otros aspectos de la salud física y mental de las personas. Y por supuesto, que nos ayuden a reactivar la economía.

La experiencia de cientos de ciudades del mundo nos demuestra que, es precisamente esa ciudad al aire libre, a la que le hemos dado la espalda por tanto tiempo, la que aparece hoy, como una de las apuestas más seguras y necesarias para enfrentar este largo proceso de recuperación económica y normalización de la vida que tenemos por delante.

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Esto quiere decir que, Bogotá y las demás ciudades del país requieren de un plan urgente para habilitar espacio exterior que soporte cualquier otro plan o estrategia para reactivar la economía y la reanudación de la actividad social de las personas. La pregunta es: ¿Tenemos ese plan listo en Bogotá? ¿Están trabajando las diferentes ciudades del país en algo así?  ¿Más allá del piloto de reapertura de restaurantes de finales de agosto, qué más vendrá para septiembre? ¿Abrirá la Ciclovía? ¿Cómo más podemos aprovechar parques, plazas, calles y otros espacios?

Importante para la reactivación de la economía. Importante por razones de salud física y mental. Importante para la salud de nuestros barrios y comunidades.

En la ciudad y su espacio público, incluidas sus calles, siguen esperando muchas oportunidades y soluciones para enfrentar las exigencias del momento. Es urgente empezar a aprovecharlas.

Todas las ciudades del país tendrían que estarse preguntando y actuando sobre lo siguiente:

  • ¿Cuál es la manera más estratégica de aprovechar nuestras calles y el espacio público de la ciudad en estos momentos?
  • ¿Cómo pueden ayudarnos a responder a los desafíos que nos está planteando el COVID?

A continuación, unas ideas de cómo y dónde hay oportunidades concretas para desplegar este plan.

 Reapertura de restaurantes y comercio al aire libre.

Aprovechamiento de espacio en calles y espacio público para reactivar actividad de restaurantes y comercio.

Ejemplos: Nueva York, Paris, Madrid, Tampa, Ciudades de Asia, Portland, Bucaramanga (Piloto), Vilnius/Lituania.

Para el caso de calles es posible aplicar diferentes esquemas/alternativas:

  • Peatonalizaciones completas.
  • Peatonalizaciones flexibles. Aplicadas ciertos días y en ciertos horarios.
  • Calles lentas. Permiten acceso únicamente a tráfico local: residentes, servicios de ciudad, emergencias, casos especiales.
  • Readaptación y angostamiento de calles. Se eliminan carriles de ciertas vías con el fin de habilitar espacio en la calle para el uso que se le quiera dar, en este caso, la posibilidad de disponer de mesas para activar negocios de comida.

El piloto de reapertura de restaurantes en Bogotá, “A Cielo Abierto”, está programado para el próximo 3 de septiembre. En Colombia, Bucaramanga se animó a liderar la aplicación de este esquema y ya realizó un primer piloto el pasado 26 de junio. ​​​​​​​También hicieron pilotos Cali y Barranquilla.

La iniciativa tiene el potencial no solo de ayudar a reactivar la economía de la ciudad (restaurantes, comercio), sino también de potenciar y consolidar la vocación peatonal de muchas de las zonas donde ocurrirá el piloto, mejorando considerablemente la vida del barrio; Usaquén, Zona G, Calle Anticuarios, Parkway, Macarena, Quinta Camacho, Calle 11 en el centro y muchas otras más.

Otro efecto muy positivo para la ciudad que puede resultar de este ejercicio, es bajarles la velocidad a nuestras calles.

Desafortunadamente, para muchos negocios, el piloto habrá llegado demasiado tarde.

Mercados Campesinos con protocolos de bioseguridad en los barrios.

Ejemplos: California, Ciudades en Canadá y España

Un mercado campesino al aire libre, con buenos protocolos de bioseguridad y reglas claras de funcionamiento y circulación, puede ser más seguro para mercar que incluso el Carulla más pinchado de la ciudad a puerta cerrada.

Después de los episodios de contagio en Corabastos, en el mes de Abril la alcaldesa dijo: “tenemos que decentralizar Corabastos”.

¿Por qué no desplegar mercados campesinos para que lleguen a los barrios de la ciudad? Podrían ubicarse en  plazas, parques y calles.

Algunas de las ventajas que traerían son: 1) más seguro al aire libre, 2) mejores precios y se eliminan intermediarios, 3) conexión campo-ciudad, 4) se reactiva la vida del barrio,  5) se promueven dinámicas positivas de proximidad 6) activamos y revitalizamos espacios públicos muertos y en desuso.

Que vuelva la Ciclovía. Calles abiertas y calles lentas. 

En materia de facilitar actividad física y social, no se entiende, por ejemplo, cómo es que la Ciclovía ha permanecido cerrada durante estos 5 meses de crisis.  Hay que ver a decenas de ciudades del mundo, desplegando ciclovías barriales y otros esquemas de cierres viales, para ofrecerle a las personas esa opción de espacio exterior, que permita suficiente distancia física, en la proximidad de sus casas.

A falta de Ciclovía, las personas han buscado cualquier otro espacio para realizar actividad física, como la nueva ciclorruta de la Cr 7a. El problema es que en un carril se difícil garantizar la necesaria distancia física, pero también aparecen riesgos de accidentes porque se utiliza como Ciclovía; hay personas paseando perros, caminando, niños aprendiendo a montar en bicicleta, etc.

En el ámbito de actividad física y social todo está prácticamente bajo llave; Ciclovía, subidas a Patios y al Verjón, parques metropolitanos, clubes deportivos, gimnasios.

Calles Abiertas y Calles Lentas.

  • Cierre de calles para recreación de todos con suficiente distancia física. Un estilo de ciclovías barriales.
  • Calles que priorizan su acceso a tráfico local: residentes, servicios de la ciudad, casos especiales.

 Ejemplos: Oakland, San Francisco, Nueva York, Montreal.  Ver artículo: Los niños se toman la ciudad.

Urbanismo táctico para inducir distancia física en parques y otros espacios públicos.

Por supuesto, la realización de cualquier actividad debe contemplar y diseñarse pensando en garantizar distancia física, no aglomeración y todas las demás medidas necesarias de bioseguridad.

¿Cuántas actividades culturales, deportivas y económicas podríamos retomar aprovechando los parques de la ciudad? ¿Qué tal aprovechar las calles y darles nuevos usos?

  • Cine, obras de teatro, conciertos  y otras actividades culturales.
  • Actividades físicas y deportivas cómo: yoga, entrenamiento deportivo, meditaciones, los aeróbicos de la Ciclovía.
  • Ferias de comercio a cielo abierto.

 

Centros de ciudades peatonales.

Con el fin de garantizar suficiente distancia física para la reapertura segura y ordenada de actividad económica, algunas ciudades adelantan esquemas de peatonalización de calles y cierres viales dando prioridad de acceso a residentes y comercio local.

Ejemplos: Ciudad de México, Atenas, Londres, Barcelona

Ciclorrutas temporales.  

Ejemplos: Bogotá, Milán, Auckland-Nueva Zelanda, Paris, Ciudad de México.

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Bogotá aprovechó el principio de la crisis para dar un paso muy importante al habilitar un número muy significativo de nuevos kilómetros de ciclorrutas para las bicicletas. Los planes para protegerlas y hacerlas permanentes, en el caso de los corredores de la 9ª, 7ª y Cll 13, avanzan a muy buen ritmo.

Las nuevas ciclorrutas traen consigo el enorme reto de gestionar el comportamiento de ciclistas y carros para que el corredor funcione. Necesitan de mucha gestión, gerencia y procesos de cultura ciudadana.

El otro gran reto que le queda a un corredor como el de la 7a es el de buscar esquemas para priorizar el transporte público de buses. Importante, porque a mayor tiempo de recorrido, mayor el riesgo de contagio para quienes lo utilizan. Importante, porque la ciudad necesita recuperar urgentemente la confianza en su sistema de buses para que sea una verdadera opción frente a la moto y el carro.

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Finalmente. Si leemos bien el momento, veremos como la actual coyuntura de crisis, nos está ofreciendo una oportunidad que no volverá a repetirse de:

  • Reivindicar el espacio público como el lugar por excelencia donde vivimos y se vive la ciudad.
  • Habilitar espacios exterior para desarrollar diferentes actividades, económicas y sociales, al aire libre, donde es más seguro y posible garantizar distancia física.
  • Abrirle más espacio a la bicicleta y al peatón, como las mejores alternativas de movilidad para hacerle frente al COVID, así como para el mediano y largo plazo de la ciudad.
  • Introducir y afianzar dinámicas de proximidad que aterrizan con hechos esa idea de la ciudad de los 15 minutos, con la cual se eliminan viajes en carro y se activa la vida de barrio.
  • Bajarles la velocidad a las calles, a los barrios, a la ciudad.
  • La oportunidad de aterrizar y materializar con hechos el discurso de la sostenibilidad urbana.

Todos estos esquemas pueden desplegarse con relativa facilidad y a bajo costo, dando la posibilidad de pilotearse, ajustar/iterar sobre la marcha, medir impacto en las personas y en la economía local, y en caso de resultar exitosos, queda la posibilidad de mantenerlos en el tiempo con importantes resultados para la salud de las personas, la calidad de nuestros  barrios y el repunte de la economía.

El esfuerzo de adaptación y sacrifico que hemos hecho los ciudadanos ha sido enorme. Necesitamos, después de 5 meses de encierro, que los gobiernos empiecen a demostrar que se han preparado y han pensado en algo diferente a las cuarentenas para retomar la vida y convivir con el virus.

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Serie: La ciudad como solución a los retos del COVID.

Artículo anteriores: Las ciudades se juegan su futuro hoy, ¿Qué hará Bogotá?, La ciudad como solución a los retos del COVID, Los niños se toman las calles.

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Los niños se toman las calles – Propuesta: Calles Lentas/Abiertas

Serie: La ciudad como solución a los retos del COVID19.

Llevamos más 90 días encerrados. La fatiga del encierro la estamos sintiendo todos. Necesitamos salir y poder tener contacto con el aire libre y el espacio exterior. Hay que pensar en alternativas para cuidar la salud física y mental de las personas mientras dura la crisis. La idea es cuidar la vida y no morirnos, no solo de Coronavirus.

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Como nunca antes hemos visto niños con sus padres navegando los barrios de la ciudad.

Ver aparecer niños en la ciudad ha sido una de las imágenes que más nos tienen que alegrar de lo que ha pasado durante la actual coyuntura de crisis.

Verlos caminando, montando en sus bicis y patinetas, y jugando en las calles y parques, es una señal muy positiva, indicando que algo bueno está pasando con la ciudad.

Salen porque, como todos nosotros, necesitan espacio exterior, poder jugar, recibir luz solar, entrar en contacto con la naturaleza, socializar con otras personas y niños. A falta de colegio, tienen parques, pero cuando no los hay, pues están las calles.

Ahora, lo otro que nos ha invitado a salir y a explorar la ciudad (a padres e hijos), es la sensación de seguridad y tranquilidad que dan las calles de la ciudad sin carros. Si bien la accidentalidad no cayó tanto como se esperaría por la baja actividad, y los carros y las motos van soplados, es un hecho que las condiciones de seguridad de todos para caminar y andar en bicicleta por la ciudad, mejoraron significativamente. Sobre todo, para los más pequeños y los más mayores. Mérito de la restricción vehicular. Con los carros guardados, la ciudad florece.

Este clima de mejor seguridad vial contrasta con el difícil ambiente de seguridad que se siente en las calles en relación a delincuencia y crimen. La caras de desespero y angustia por el hambre empiezan a dar miedo.

Por el cierre de los colegios veremos muchos más niños en las calles de la ciudad durante los próximos meses. El regreso al colegio no se ve cerca. Está en el interés de todos cuidarlos durante este período.

Además, hay que tener en cuenta que las vacaciones han empezado y por lo tanto saldrán y los veremos más.

Si la ciudad hace esfuerzos por cuidar a sus niños, nos estará cuidando a todos.

Propuesta 1:  Calles Lentas, Calles Abiertas, Calles Seguras (Slow Streets, Open Streets, Safe Streets)

La Ciclovía está cerrada, los parques metropolitanos también, no hay gimnasios o clubes deportivos abiertos y el campo a las afueras de la ciudad permanece fuera de nuestro alcance. Hay muchos barrios en Bogotá que no cuentan con parques, donde las zonas verdes son pocas, o no hay. Adicionalmente en la inmensa mayoría de residencias no hay balcones o jardines.

¿Qué nos queda?

Las calles de la ciudad. Las calles de nuestros barrios.

¿En qué consiste la propuesta?

La posibilidad de cerrar algunas calles locales permitiendo su acceso únicamente a tráfico local, como: residentes, carga/descarga, servicios de la ciudad y domiciliarios. Siendo 2 los objetivos principales:

  1. Habilitar calles para que niños y adultos puedan caminar y jugar al aire libre con suficiente distanciamiento y aplicando códigos de auto cuidado.
  2. Bajarles la velocidad a los barrios como respuesta a la amenaza de la alta velocidad de carros y motos en un contexto de calles vacías y despejadas, y así proteger a peatones y ciclistas.

Una lógica similar a la que funciona en nuestra Ciclovía Dominical pero llevada a las calles de nuestros barrios de manera permanente con el propósito deliberado de pacificar las calles.

El concepto que debe aplicar aquí es:

Calles para las personas y primero para los niños. Los carros son invitados.

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Serie: La ciudad como solución a los retos del COVID19

¨La ciudad no es un problema, la ciudad es una solución. ¨ Jaime Lerner

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Urbanismo Táctico en el Parque de la 93 para ayudar con el distanciamiento social

Ante un panorama bastante incierto de la vacuna, que podrá tardar en llegar entre 12 y 18 meses, estamos obligados a aprender a convivir con el virus. Superar el virus tomará tiempo, quizás varios meses.

Por otro lado, el confinamiento tiene su límite, tanto por razones económicas -hambre, informalidad, desempleo, el colapso de los negocios- como por cuestiones de salud física y mental. La fatiga de la cuarentena la estamos sintiendo todos; niños, adultos, personas mayores. La presión por reabrir y reanudar la vida aumenta con el paso de los días. Hay que buscar un equilibrio entre las posiciones pro-vida y pro-economía; entender que no son excluyentes, y que, por el contrario, ambas se necesitan y son complementarias. La idea es cuidar la salud y no morirnos, no solo de COVID19.

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El desgaste lo estamos sintiendo todos.

Ya sabemos que uno de los mejores aliados que tenemos para enfrentar el COVID es el espacio exterior. Afuera, al aire libre, las posibilidades de contagio son significativamente menores que en espacios cerrados.

Es por esta sencilla pero poderosa razón que la ciudad y su espacio público, incluidas sus calles -considerando las exigencias que nos ha impuesto el COVID19-, están llamadas a jugar un papel determinante pensando en la urgencia de reanudar de manera segura y responsable, que cuide la vida, la actividad económica y social que tanto estamos anhelando y necesitando.

Otra parte importantísima de la ecuación es el escenario actual de pocos carros en las vías y la enorme oportunidad que la coyuntura nos está dando de favorecer alternativas sostenibles de movernos como la bicicleta y caminar. Porque nos ayudan contra el virus hoy y son estratégicas para el futuro, porque a diferencia del carro y la moto, son limpias, amables y generosas con la ciudad. Además de la vida, está en juego el futuro de las ciudades: carro-dependencia vs sostenibilidad urbana.

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Ciclorruta Cr 7a – Respuesta estratégica para la crisis que le abre espacio a la bici en la ciudad. Ya se confirmó que será permanente.

Por eso, hay que moverse con mucha determinación y sentido táctico, e ir ajustando sobre la marcha, porque la ventana de oportunidad es estrecha y se va cerrando con cada día que pasa; con cada nuevo anuncio de reabrir sectores, con cada carro que sale otra vez a ocupar las calles.

¿Cuál es la manera más estratégica de aprovechar nuestras calles y el espacio público de la ciudad en estos momentos? ¿Cómo pueden ayudarnos a responder a los desafíos que nos está planteando el COVID?

Estamos viendo cientos de cierres viales por obras en la actual coyuntura sin generar traumatismo. Positivo porque avanzan. Positivo porque dan empleo.  Positivo porque le bajan la velocidad a las calles.

¿Qué otros usos diferentes al de mover y estacionar carros podemos darles?

Bajo un lente que reconoce este valor de las calles y el espacio público para enfrentar la crisis, plantearé en próximos artículos una serie de soluciones prácticas y fácilmente accionables que pueden ser aplicadas al contexto bogotano y de otras ciudades.

Mirar con atención lo que están haciendo otras  ciudades del mundo que ya han superado etapas de la pandemia es urgente y necesario. Lo mismo que prestar atención a ideas y soluciones que provienen desde lo privado y la misma ciudadanía.

La apuesta por la sostenibilidad es lo responsable y estratégico para lo urgente pero también para el futuro.

Necesitamos dar un debate sobre las soluciones para la crisis por fuera de la dinámica perversa de la polarización que se está adueñando de la coyuntura y que nos pasará factura en muertes y el colapso absoluto de la economía.