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La ciudad como solución a los retos del COVID

La calle de los niños

La calle de los niños. Este fue el nombre que le dimos con mi hijo a esta calle que descubrimos el año pasado en medio de los confinamientos por el COVID19.

Definitivamente, no todo ha sido malo ni fue malo en medio de la crisis. En el escenario de las ciudades se vivieron transformaciones valiosas. Con los carros guardados, las calles de la ciudad dejaron de ser esos lugares de miedo y cosas maravillosas empezaron a pasar en ellas. Una de las más extraordinarias fue ver niños con sus padres en las calles y el espacio público de la ciudad. 

Si hay niños presentes en la ciudad es porque algo bueno está pasando en ese lugar, empezando porque es seguro. Y si no los vemos, pues es indicativo de que algo no anda bien. 

Nosotros aprovechamos las cuarentenas para salir a dar paseos en bicicleta en las tardes.  Y el destino muchas veces fue esta calle, convertida en el mejor parque del barrio. En otra ocasión, nos animamos y llegamos hasta Usaquén entre andenes, ciclorrutas establecidas y las nuevas que implementaron como respuesta a la crisis. 

Con las cuarentenas, el teletrabajo y los cierres de colegio, el barrio y sus calles se hicieron más centrales en nuestra vida. Caminar se volvió más recurrente, por ejemplo, para mercar o ir al parque. En este caso, los niños aprovechaban la calle para jugar mientras sus papás socializaban y se conocían. 

De una manera absolutamente orgánica e informal, la comunidad implementó en esta calle el concepto de una ciclovía barrial o una calle abierta. ¿Cuántos barrios de la ciudad podrían beneficiarse de la implementación de un concepto de estos? El año pasado escribí un artículo explicando en más detalle la idea de las calles abiertas: Los niños se toman las calles. 

Cuando el carro deja de dominar la escena urbana, la ciudad florece con actividad y vida humana. En muchas partes del mundo los gobiernos entendieron la coyuntura como una oportunidad única para recuperar espacio de la ciudad cedido históricamente a los carros para devolvérselo a las personas. 

En Bogotá lo vivimos con las ciclorrutas y tímidamente con los restaurantes. Por un lado creo que pudimos hacer hecho más, y de todas maneras, siento que la coyuntura deja unas lecciones de innovaciones urbanas demasiado importantes que deben seguirse considerando hacia adelante. Ideas sencillas y accionables en el corto plazo con miras a generar cambios físicos y culturales de largo aliento para la ciudad y sus dináminas. 

La dicha duró muy poco, pero la imagen y las sensaciones que nos deja este experimento forzado de una ciudad sin carros es algo que no se nos puede olvidar y que espero  nos motive a seguir buscando y persiguiendo la posibilidad de esa mejor ciudad; una ciudad donde los carros cedan el protagonismo a las personas, a los niños, a vivir mejor. 

@miblogota

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Los niños se toman las calles – Propuesta: Calles Lentas/Abiertas

Serie: La ciudad como solución a los retos del COVID19.

Llevamos más 90 días encerrados. La fatiga del encierro la estamos sintiendo todos. Necesitamos salir y poder tener contacto con el aire libre y el espacio exterior. Hay que pensar en alternativas para cuidar la salud física y mental de las personas mientras dura la crisis. La idea es cuidar la vida y no morirnos, no solo de Coronavirus.

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Como nunca antes hemos visto niños con sus padres navegando los barrios de la ciudad.

Ver aparecer niños en la ciudad ha sido una de las imágenes que más nos tienen que alegrar de lo que ha pasado durante la actual coyuntura de crisis.

Verlos caminando, montando en sus bicis y patinetas, y jugando en las calles y parques, es una señal muy positiva, indicando que algo bueno está pasando con la ciudad.

Salen porque, como todos nosotros, necesitan espacio exterior, poder jugar, recibir luz solar, entrar en contacto con la naturaleza, socializar con otras personas y niños. A falta de colegio, tienen parques, pero cuando no los hay, pues están las calles.

Ahora, lo otro que nos ha invitado a salir y a explorar la ciudad (a padres e hijos), es la sensación de seguridad y tranquilidad que dan las calles de la ciudad sin carros. Si bien la accidentalidad no cayó tanto como se esperaría por la baja actividad, y los carros y las motos van soplados, es un hecho que las condiciones de seguridad de todos para caminar y andar en bicicleta por la ciudad, mejoraron significativamente. Sobre todo, para los más pequeños y los más mayores. Mérito de la restricción vehicular. Con los carros guardados, la ciudad florece.

Este clima de mejor seguridad vial contrasta con el difícil ambiente de seguridad que se siente en las calles en relación a delincuencia y crimen. La caras de desespero y angustia por el hambre empiezan a dar miedo.

Por el cierre de los colegios veremos muchos más niños en las calles de la ciudad durante los próximos meses. El regreso al colegio no se ve cerca. Está en el interés de todos cuidarlos durante este período.

Además, hay que tener en cuenta que las vacaciones han empezado y por lo tanto saldrán y los veremos más.

Si la ciudad hace esfuerzos por cuidar a sus niños, nos estará cuidando a todos.

Propuesta 1:  Calles Lentas, Calles Abiertas, Calles Seguras (Slow Streets, Open Streets, Safe Streets)

La Ciclovía está cerrada, los parques metropolitanos también, no hay gimnasios o clubes deportivos abiertos y el campo a las afueras de la ciudad permanece fuera de nuestro alcance. Hay muchos barrios en Bogotá que no cuentan con parques, donde las zonas verdes son pocas, o no hay. Adicionalmente en la inmensa mayoría de residencias no hay balcones o jardines.

¿Qué nos queda?

Las calles de la ciudad. Las calles de nuestros barrios.

¿En qué consiste la propuesta?

La posibilidad de cerrar algunas calles locales permitiendo su acceso únicamente a tráfico local, como: residentes, carga/descarga, servicios de la ciudad y domiciliarios. Siendo 2 los objetivos principales:

  1. Habilitar calles para que niños y adultos puedan caminar y jugar al aire libre con suficiente distanciamiento y aplicando códigos de auto cuidado.
  2. Bajarles la velocidad a los barrios como respuesta a la amenaza de la alta velocidad de carros y motos en un contexto de calles vacías y despejadas, y así proteger a peatones y ciclistas.

Una lógica similar a la que funciona en nuestra Ciclovía Dominical pero llevada a las calles de nuestros barrios de manera permanente con el propósito deliberado de pacificar las calles.

El concepto que debe aplicar aquí es:

Calles para las personas y primero para los niños. Los carros son invitados.