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Basuras, plaga de ratas y ventanas rotas en Bogotá

«Cuando miras una ciudad, es como leer los sueños, las aspiraciones y el orgullo de todos los que la construyeron.” – Hugh Newell Jacobsen

En las últimas semanas circuló en Twitter un impactante video que registra la presencia de una plaga de ratas en las cercanías del Parque de la 93. En las imágenes se pueden ver decenas de ratas congregándose alrededor de un montón de basura en una zona verde ubicada en la Calle 93b con Carrera 14. En el video, se observa cómo una señora que camina por la zona salta despavorida al percatarse de la presencia de los roedores.

Sobre el mismo tema, hace ya unos meses, leía un trino de la concejala y precandidata a la alcaldía Lucía Bastidas, donde denunciaba la presencia de varios puntos críticos de ratas en la ciudad. Aunque en ese momento no tenía en mente este problema en Bogotá, la verdad es que no extraña que esté ocurriendo, debido a la cantidad de focos de basura regada caóticamente en las calles. Ante la visible crisis de basuras que vive la ciudad, intuía que algo así era muy posible que estuviera sucediendo.

Cuando era niño, a veces aparecían pequeños ratones en mi casa, pero nunca había visto ratas paseándose abiertamente por la ciudad. La única vez que había experimentado algo similar fue cuando viví y estudié en Nueva York entre los años 2005 y 2007. Era bastante común verlas entre las carrileras del subterráneo y, ocasionalmente, en las calles, especialmente durante el verano.

Recientemente pensaba en lo afortunados que somos de que Bogotá no sea una ciudad caliente. ¿Se imagina toda esa basura esparcida por las calles, pudriéndose a plena vista de todos? El problema sería inmensamente mayor. 
Desde hace quizás unos dos o tres años, los bogotanos venimos registrando el aumento acelerado de este fenómeno de basuras regadas en las calles. Se pueden ver por todas partes, al lado de las canecas y los grandes contenedores. En cualquier punto donde se dejan bolsas, hay reguero. A veces, el viento las dispersa aún más. Atraen palomas, y ahora, por lo visto, también ratas. Este es un fenómeno reciente, que aparece y se ha venido agravando durante la actual administración.

¿Qué está sucediendo con las basuras en Bogotá? 

A juzgar por lo que estamos viendo en las calles, parece que todo el sistema de recolección de basuras está en crisis y colapsado. Sin embargo, este problema va mucho más allá del buen, regular o mal desempeño de los operadores encargados de la recolección.

Se trata de un desafío que involucra múltiples factores culturales y comportamientos de múltiples actores —recicladores, carreteros, habitantes de calle, otros ciudadanos, negocios, operadores, etc. —, lo que hará que su resolución sea una misión  verdaderamente difícil y compleja.

Este es un tema sensible para los ciudadanos porque tiene un impacto muy negativo en su experiencia de la ciudad. Afecta su percepción general de la misma y les da una sensación de descuido y abandono, como si a nadie le importara.

Ver la ciudad en este estado de suciedad lastima la autoestima de las personas y hace difícil que nos sintamos orgullosos de ella. Qué pena con nuestros niños, y qué vergüenza, por ejemplo, con los turistas que nos visitan. 

El estado actual de descomposición y deterioro del espacio público de la ciudad -a lo que contribuye notoriamente la crisis de las basuras-, sumado al clima de inseguridad que sienten los bogotanos, hace inevitable pensar en la pertinencia de los conceptos de la teoría de las ventanas rotas”.

La presencia de regueros y montañas de basura es percibida por algunos como una señal de que nadie se preocupa por mantener la ciudad limpia y ordenada, lo que a su vez les da una justificación para arrojar su propia basura en la calle.

Este fenómeno se retroalimenta gracias al poderoso efecto del contexto, que indica que el comportamiento es aceptable y que no hay consecuencias. Ante la falta de acciones efectivas y oportunas, por supuesto, el monstruo sigue creciendo. La espiral de deterioro y descomposición gana velocidad. 

“El comportamiento del organismo es inseparable del comportamiento de su entorno”Allan Watts

Además, existe una relación sensible entre el aspecto del espacio público de la ciudad y la percepción de inseguridad de sus ciudadanos. A medida que la calidad del espacio público se deteriora, aumenta la sensación de falta de gobierno y de inseguridad.

Según la última encuesta de Bogotá Cómo Vamos, solo el 26% de las personas se siente seguro en la ciudad y el 73% han sido víctimas de algún delito. Ante estas cifras, no sorprende que el 64,9% de los encuestados afirme que todo va por mal camino y que la satisfacción de Bogotá como ciudad para vivir haya disminuido del 51,9% en 2019 al 44,4% en 2022.

Por todo lo anterior, incluido el inminente problema de salud pública que anuncia la noticia de las ratas, es crucial que la crisis de las basuras se tome mucho más en serio por parte de todos y que se convierta en una prioridad en las agendas de problemas a resolver tanto de la ciudad como de los candidatos que buscan gobernarla. 

La ciudad está llena de problemas jodidos y la gestión de las basuras es uno de esos. Se trata de un reto sistémico que debe abordarse y atacarse desde múltiples ángulos, y que involucra a una gran diversidad de actores. 

Aunque es evidente que este problema desbordó a la actual administración, es crucial y urgente contenerlo y resolverlo. Las consecuencias de no hacerlo son demasiado graves.  

Tenemos que ser mucho mejores cuidando el presente de la ciudad. Y tenemos que aprender a atajar los problemas cuando aún son pequeños

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Los niños se toman las calles – Propuesta: Calles Lentas/Abiertas

Serie: La ciudad como solución a los retos del COVID19.

Llevamos más 90 días encerrados. La fatiga del encierro la estamos sintiendo todos. Necesitamos salir y poder tener contacto con el aire libre y el espacio exterior. Hay que pensar en alternativas para cuidar la salud física y mental de las personas mientras dura la crisis. La idea es cuidar la vida y no morirnos, no solo de Coronavirus.

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Como nunca antes hemos visto niños con sus padres navegando los barrios de la ciudad.

Ver aparecer niños en la ciudad ha sido una de las imágenes que más nos tienen que alegrar de lo que ha pasado durante la actual coyuntura de crisis.

Verlos caminando, montando en sus bicis y patinetas, y jugando en las calles y parques, es una señal muy positiva, indicando que algo bueno está pasando con la ciudad.

Salen porque, como todos nosotros, necesitan espacio exterior, poder jugar, recibir luz solar, entrar en contacto con la naturaleza, socializar con otras personas y niños. A falta de colegio, tienen parques, pero cuando no los hay, pues están las calles.

Ahora, lo otro que nos ha invitado a salir y a explorar la ciudad (a padres e hijos), es la sensación de seguridad y tranquilidad que dan las calles de la ciudad sin carros. Si bien la accidentalidad no cayó tanto como se esperaría por la baja actividad, y los carros y las motos van soplados, es un hecho que las condiciones de seguridad de todos para caminar y andar en bicicleta por la ciudad, mejoraron significativamente. Sobre todo, para los más pequeños y los más mayores. Mérito de la restricción vehicular. Con los carros guardados, la ciudad florece.

Este clima de mejor seguridad vial contrasta con el difícil ambiente de seguridad que se siente en las calles en relación a delincuencia y crimen. La caras de desespero y angustia por el hambre empiezan a dar miedo.

Por el cierre de los colegios veremos muchos más niños en las calles de la ciudad durante los próximos meses. El regreso al colegio no se ve cerca. Está en el interés de todos cuidarlos durante este período.

Además, hay que tener en cuenta que las vacaciones han empezado y por lo tanto saldrán y los veremos más.

Si la ciudad hace esfuerzos por cuidar a sus niños, nos estará cuidando a todos.

Propuesta 1:  Calles Lentas, Calles Abiertas, Calles Seguras (Slow Streets, Open Streets, Safe Streets)

La Ciclovía está cerrada, los parques metropolitanos también, no hay gimnasios o clubes deportivos abiertos y el campo a las afueras de la ciudad permanece fuera de nuestro alcance. Hay muchos barrios en Bogotá que no cuentan con parques, donde las zonas verdes son pocas, o no hay. Adicionalmente en la inmensa mayoría de residencias no hay balcones o jardines.

¿Qué nos queda?

Las calles de la ciudad. Las calles de nuestros barrios.

¿En qué consiste la propuesta?

La posibilidad de cerrar algunas calles locales permitiendo su acceso únicamente a tráfico local, como: residentes, carga/descarga, servicios de la ciudad y domiciliarios. Siendo 2 los objetivos principales:

  1. Habilitar calles para que niños y adultos puedan caminar y jugar al aire libre con suficiente distanciamiento y aplicando códigos de auto cuidado.
  2. Bajarles la velocidad a los barrios como respuesta a la amenaza de la alta velocidad de carros y motos en un contexto de calles vacías y despejadas, y así proteger a peatones y ciclistas.

Una lógica similar a la que funciona en nuestra Ciclovía Dominical pero llevada a las calles de nuestros barrios de manera permanente con el propósito deliberado de pacificar las calles.

El concepto que debe aplicar aquí es:

Calles para las personas y primero para los niños. Los carros son invitados.