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Epidemia urbana: malparqueados en los andenes de Bogotá

Para quienes no conocen Bogotá, la Carrera Séptima viene siendo como la Quinta Avenida de Nueva York, la Avenida Paulista en São Paulo, los Campos Elisios de París  o la Primero de Mayo de Buenos Aires. 

Publiqué este trino el pasado 27 de febrero de 2023 al encontrarme, mientras caminaba, con la escena que ven en la foto. Increíblemente, esto está pasando en plena Carrera Séptima en horas pico de la tarde, aproximadamente entre 4:00pm. y 7:00pm. Clientes de las tiendas D1 a la altura de la calle 51, frescos de la vida, están usando los estrechos andenes del corredor de la Séptima para parquear sus carros. Incluso, hay un señor que los cuida. 

Ahora dimensionemos las implicaciones de esta usurpación del andén para las diferentes personas que se mueven por ahí.

Exponiendo su vida, quienes van caminando deben bajarse a la calzada del carril bus para pasar de un lado a otro. Si va en silla de ruedas o lleva a su bebé en coche, lo mejor puede ser no intentarlo.

Por su parte, los buses, con sus cientos de pasajeros que transitan por el carril exclusivo ven interrumpidos su carril y bloqueado su acceso al siguiente paradero por cuenta de la fila de carros con luces estacionarias que esperan a que se libere un cupo en el andén. Por supuesto, los buses deben moverse al carril del centro. Automáticamente, los tres carriles de la Séptima se vuelven dos. El trancón, que ya es infernal, cobra nuevas dimensiones. Más humo, más pito y más ira. En nada, entre los señores de las Tiendas D1, sus clientes motorizados y la pasividad de las autoridades, se ha creado una absoluta tragedia urbana.

Basta dar una breve vuelta de unas pocas cuadras, para ver cómo la  escena ha empezado a repetirse en otros puntos de la avenida. Nadie dice nada. Nadie actúa.

Para hacer posible este pecado urbano, predios y comercios han venido quitando bolardos y bordillos de andenes a la fuerza. Dentro de poco, los andenes del corredor -ya de por sí bastante deteriorados y discontinuos- se habrán convertido en un extenso parqueadero lineal y gratuito de carros y motos. Muy similar a lo que veíamos en la Carrera 15 hasta finales de los años noventa y que era tan usual en la Bogotá de ese entonces.

Fuente: @historia_bogota

“Los únicos que se van a beneficiar de esto (los nuevos andenes) son los gamines y mendigos, que ahora tendrán aceras más amplias para dormir, es el comentario común de los habitantes de la zona.” Editorial El Tiempo, Paseo de la 15, Dic 2, 1998

Fuente: @Mariano_OspinaP

  
Pues así de normalizado está hoy el fenómeno de los malparqueados sobre andenes en Bogotá.

Y es que estamos hablando de la Carrera Séptima, posiblemente el corredor vial más mediático y políticamente competido de la ciudad, no de una calle secundaria y alejada

Estamos hablando de ese mismo corredor que cada cuatro años tiene a la ciudad inmersa en un nuevo round de movilizaciones políticas y ciudadanas por los diferentes proyectos que cada alcalde promueve –sin éxito– para intentar transformarlo y abordar sus problemas de movilidad.

El mismo para el cual se tiene en marcha un nuevo intento de propuesta bajo el nombre de Corredor Verde, planteado sobre los principios de favorecer la movilidad sostenible -peatones, ciclistas y transporte público- y la idea de crear sentido de lugar  -o espacio público de calidad para que las personas lleguen y se quieran quedar-. Es decir, busca favorecer todo lo que no sucede cuando los carros -y ahora también las motos- se parquean impunemente sobre los andenes de la ciudad.

Render Corredor Verde 7a

Explíquenme, entonces, ¿cómo es posible que la ciudad permita que esto pase en la Séptima? ¿Y hay algo más contradictorio con la propuesta de Corredor Verde que permitir que  los carros se devoren sus andenes? 

Me pareció importante llamar la atención sobre lo que está pasando en la Séptima, porque difícilmente encontraremos un mejor ejemplo que evidencie los niveles de aceptación y normalización que hemos alcanzado los bogotanos frente a la enfermedad de los “malparqueados” sobre andenes en la ciudad. Pero, además, porque ilustra a la perfección el contexto de permisividad casi total que le ha permitido al fenómeno propagarse a lo largo de los años —por supuesto, sumado a la pasividad de las autoridades para reaccionar a tiempo y hacer algo efectivo que, por lo menos, lo contenga. 

Calle por calle y andén por andén, estamos ante una epidemia urbana que de manera silenciosa pero firme seguirá enfermando y suprimiéndole vitalidad  a la ciudad, a menos que se enfrente con la visión estratégica, los recursos y la determinación política que el problema exige. Y algo que definitivamente también nos ha faltado es el sentido de urgencia y anticipación para contener, revertir y no dejar que reaparezca. 

Teniendo en cuenta el avance del fenómeno, es importante reconocer que nuestros recursos son limitados y que resulta imposible abarcar toda la ciudad. Por lo tanto, el éxito de cualquier estrategia, además de reconocer que tomará tiempo y recursos, debe partir por elegir muy bien los puntos y corredores para desplegar una combinación de esfuerzos de control, pedagógicos y de infraestructura. Y, en ese sentido, corredores como la Séptima, la Carrera 15 y algunas otras vías principales, por obvias razones, deberán ser prioridad. La amplitud del problema nos obliga a pensar como acupunturistas urbanos.

Si permitimos que el problema persista y se reproduzca en corredores de esta importancia, no solo estaremos admitiendo nuestra derrota frente a esta enfermedad urbana, sino que también estaremos retrasando aún más la promesa pendiente de esa ciudad sostenible y más humana.

Desde hace varios años, un grupo de ciudadanos conscientes del daño que esta epidemia le está causando a la ciudad hemos venido denunciado las innumerables situaciones que registramos en la ciudad en Twitter usando el hashtag #peatonalicemoslosandes.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, la falta de acciones efectivas y resultados visibles ha dejado a muchos frustrados e impotentes, lo que empieza a llevarnos hacia la apatía y, a largo plazo, a la preocupante posibilidad de acostumbrarnos a vivir así.

Este fenómeno de los “malparqueados” sobre andenes en Bogotá es un ejemplo perfecto, entre varios otros, de cómo dejamos crecer los problemas, permitimos que nos cojan ventaja y cobran dimensiones de epidemia. Después, la solución se torna mucho más compleja y costosa desde la dimensión que se le mire: en términos de tiempo, sociales, políticos y económicos. 

Otros problemas recientes que hemos visto reproducirse como epidemias en Bogotá, que nos siguen cogiendo ventaja y se devoran nuestra calidad de vida, son:

  • Colados Transmilenio
  • Ciclomotores
  • Accidentalidad de motos y descontrol de domiciliarios
  • Carreteros
  • El reguero de las basuras 
  • Deterioro y descomposición de la Séptima Peatonal
  • Desorden e invasión de espacios por ventas informales
  • Deterioro de infraestructura física (huecos, andenes, puentes peatonales, alcantarillas, otros)

Finalmente, si hay algo que está evidenciando la proliferación de este tipo de problemas es que necesitamos un enfoque de gestión de la ciudad y gobernanza de su espacio público mucho más proactivo y comprometido con cuidar la experiencia cotidiana de los ciudadanos. Somos muy buenos proponiendo y peleando por proyectos y escenarios futuros, pero bastante descuidados, atendiendo y mejorando el presente de la ciudad. 

Un elemento absolutamente determinante para que el futuro Corredor Verde -si se realiza- tenga éxito tendrá que ver con la buena gestión de todo ese espacio público nuevo que se propone crear. Por lo tanto, el corredor necesitará sí o sí de una gerencia (algún arreglo institucional) que vele y responda de manera rigurosa por las múltiples dimensiones de su cuidado y sostenibilidad. Que responda por su presente. 

Nota final, elecciones 2023

Entrando en época electoral, necesitamos que algún candidato tenga la audacia de comprometerse con la visionaria propuesta que en el 2014 lanzó Actualidad Panamericana con el titular: “Primicia AP: se viene plan para peatonalizar los andenes de Bogotá”: 

“En la que desde ya es considerada una iniciativa más ambiciosa que el mismo Metro de Bogotá en asuntos de movilidad, la alcaldía mayor está a punto de lanzar un audaz programa para nada menos que peatonalizar los andenes de la ciudad. Se trata de una apuesta arriesgada, pues implica un cambio cultural profundo». 

¿Qué dicen los candidatos sobre el problema de los malparqueados en andenes? ¿cómo lo solucionarían? ¿Están interesados en hacerlo? ¿Se comprometen a peatonalizar los andenes durante su alcaldía? Me voy a encargar de que todos los candidatos respondan estas preguntas.

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Séptima peatonal, promesa inconclusa

El alcalde Petro bien aprovechó la oportunidad que le dieron las obras del puente dela 26, iniciando mandato, para peatonalizar la Carrera 7ª. Eso fue en febrero 25 de 2012. Una jugada audaz en medio de las circunstancias que levantó no poca controversia. Nada menos que la principal vía de la ciudad, aquella que llega a la Plaza de Bolívar, a la Catedral Primada, al Honorable Congreso de la República, al balcón del señor alcalde, toda para el disfrute de peatones y bicicletas. ¡Afuera carros! ¿Llegaba la revolución urbana a Bogotá? No exagero, estábamos ante la posibilidad de un proyecto potencialmente revolucionario para esta visionaria ciudad que se inventó la Ciclovía, pero dónde paradójicamente, salvo por el día domingo, caminantes y ciclistas somos víctimas de un contexto urbano y una cultura que nos pisotea. Es la cruda realidad.

¿Cuántas oportunidades para la ciudad se habrían podido desprender y potenciar a partir de un espectacular proyecto de peatonalización y renovación de nuestra principal vía?

Se me ocurren ideas en varios temas como recuperación del espacio público, cultura ciudadana, seguridad, trabajo con habitantes de calle, movilidad sostenible, cultura y arte, comercio formal e informal, turismo, historia del centro, en fin. Un proyecto estratégico de acupuntura urbana en todo el corazón de la ciudad, que le habría aportado de manera significativa al giro de mentalidad que la ciudad necesita en la búsqueda de recuperar su autoestima; y que habría respaldado con hechos concretos temas centrales del discurso progresista pero vació del actual alcalde, como inclusión, igualdad, respeto por lo público, eliminar dependencia en el carro particular, garantizar prioridad para el peatón y bicicletas, renovación del centro ampliado, y mucho más.

La experiencia internacional, algo en lo que se defiende el alcalde Petro cuando se propone ir por más y peatonalizar el Eje Ambiental, ha demostrado los inmensos beneficios que arrojan proyectos de peatonalización de vías. Eso es, cuando están bien hechos y se gerencian con habilidad y convicción. De ninguna manera son proyectos fáciles de poner en marcha; no lo son en Nueva York, ni en Arequipa, ni en Seúl, y pues tampoco tendría por qué haberlo sido en Bogotá. Pero Además ¿De cuándo acá algo es fácil en Bogotá? Por el contrario, la idiosincrasia del mundo se ha visto tan influenciada por nuestro affaire con el automóvil, que cualquier proyecto de peatonalización en el mundo, de entrada encuentra como su reto principal, ineludible también, la cuestión de sensibilizar a los ciudadanos sobre sus múltiples beneficios y de irle ganando respaldo entre amplios actores y sectores de la ciudad. Y algo importantísimo: no sirve si sólo le funciona y tiene contentos a unos pocos. En el caso que nos ocupa, es evidente cómo el comercio formal sigue sintiéndose excluido, abandonado e ignorado (Comerciantes de la Cr 7ª temen quebrar por las obras).

En el fondo, seducir y conquistar ciudadanos es el verdadero reto de estas apuestas de transformación urbana. En estos proyectos, sí que importan la opinión y percepción de los ciudadanos. Por su parte, el gobierno tiene que asumir su plena responsabilidad frente a cómo se planea, diseña, comunica, se pone en marcha el proyecto, y fundamentalmente, cómo se gestiona. Principalmente de su trabajo y liderazgo, depende que se venza la resistencia que pueda arrastrar la idea.

¿Es eso lo que ha ocurrido con este proyecto? ¿Cuál creen ustedes que es la percepción que despierta el proyecto entre sus usuarios, negocios y la ciudadanía en general? ¿Quieren los bogotanos más peatonalizaciones?

Transcurridos ya casi 3 años desde su cierre, la Carrera 7ª tendría que ser hoy la calle favorita de todos los bogotanos y de quienes visitan la ciudad. Y más que un simple lugar de tránsito, debería ser ese destino que buscamos para quedarnos largas horas, entreteniéndonos cómodamente y tranquilos con su actividad y paisaje. Hoy por hoy, pasados 914 días desde su cierre, la 7ª ya tendría que servirnos como referente del impacto positivo que resulta de peatonalizar vías. Y para el alcalde y sus agencias, pues tendría que ser esa carta fuerte e incontrovertible para proponerle más peatonalizaciones a la ciudad.

Desafortunadamente, no es así.

Según el informe de percepción ciudadana de Bogotá Cómo Vamos, a la pregunta, qué tan de acuerdo está usted con peatonalizar ciertas vías de la ciudad, menos de un 30% de los encuestados afirma estar de acuerdo. El respaldo sigue siendo ínfimo. ¿Esperaban algo diferente? Lo cierto es que ese corto recorrido entre las calles 10 y 26, se percibe como un espacio absolutamente huérfano de gestión por parte de la administración distrital: sucio, inseguro, oscuro de noche (no hay iluminación), lleno de indigentes, fachadas rayadas/grafiteadas, andenes intransitables por la invasión de ventas ambulantes, olor a meados, y unas materas donde nada verde crece, convertidas en el referente del visionario proyecto. Entonces, creo que tenemos que ser justos con el verdadero potencial de la idea y decir, que aquí no ha habido un proyecto integral de peatonalización como tal, sino un cerramiento de la vía sin más. Divertido, entretenido, desordenado, con bicicletas, sin duda mejor que lo que había anteriormente, pero nada más.

Queda claro el punto que he querido hacer. El mundo está lleno de buenas ideas para inspirarnos y echarlas a andar. Experiencias de peatonalizaciones exitosas hay muchas y definitivamente por ahí es que hay que ir. Ahora, hay que saberlos lograr, pues de lo contrario, arriesgamos lesionar de muerte la idea.

Por estos días, el gobierno ha anunciado el inicio del “verdadero” proyecto de peatonalización de la vía. El comercio está timbrado. Personalmente, nada quisiera más, que ver el legado de una espectacular peatonalización quedarse en Bogotá. Y aunque el tiempo corre, creo que es viable. Eso sí, el gobierno deberá reconocer sus errores, echarle ganas, cumplir con tiempos, entenderse y ser comprensivo con los actores, y sobretodo, asumir que un proyecto de estos trae consigo la enorme responsabilidad de levantar espíritus y ponernos a soñar con la posibilidad de una mejor ciudad.

Ir por menos, para qué.

Han tenido 914 días para acercar la visión de la vía a esto.
Han tenido 914 días para acercar la visión de la vía a esto.


Esta nota la motiva en un primer momento el contenido de una clase maravillosa (planeación urbana desde abajo) de la Profesora Marta Bonilla en la Universidad de los Andes, que centró los proyectos de sus estudiantes en la 7a peatonal. Fui invitado a presenciar los proyectos finales, que debo decir, me sorprendieron por su gran calidad y riqueza para estudiar las dinámicas de la peatonalización.