Este sábado entrante estaremos a las 11 am en la intersección de la Calle 72 con Carrera 9 lanzando el proyecto Cebras por la Vida. En el marco del proyecto 100en1Día, haremos una pintada de pasos de cebra que adornaremos con mucho color y expresión ciudadana. Todos están muy invitados a participar en esta fiesta que reclama por el derecho de todos los bogotanos a caminar de manera segura y digna.
¿Qué busca Cebras por Vida? Puntualmente, dignificar el lugar de quienes caminamos en Bogotá. Darle al peatón el lugar que se merece. Priorizarlo y cuidarlo. “Queremos enseñarnos y enseñarle a la ciudad y demás ciudadanos sobre la importancia de priorizar, proteger y dignificar al peatón.” Decía en una nota anterior que “pensar en el peatón es obligarnos a mirar de manera amplia y comprensiva los aspectos más críticos de la ciudad, pensando siempre primero en las personas, no en el auto particular y sus exigencias. Es esta quizás la motivación más extraordinaria para hacer de Bogotá una ciudad tolerante, incluyente, amable con el medio ambiente, compacta, limpia, cálida y segura para todos. “
Lo invito a responder: ¿Por qué Cebras por la Vida? ¿Por qué son importantes las cebras?
Las siguientes son las respuestas de los aliados del proyecto a esta misma pregunta:
La semana pasada escribía sobre el controversial cobro de valorización (Cobro de Valorización ¿Sí valoriza? ¿Siempre valoriza?) y les preguntaba a los lectores, al tiempo que intentaba responderles, si las obras que se realizan por este cobro, sí valorizan, y si siempre valorizan los predios de quienes lo pagan. Mi respuesta fue no y me referí puntualmente al caso de puentes elevados y autopistas dentro de las ciudades. Para ilustrar mi argumento, me referí a una serie de casos internacionales que hoy marcan la tendencia del buen urbanismo en el mundo, donde más que construir este tipo de obras, las están removiendo para reemplazarlas por espacio público de calidad. ¡Y no pude aguantarme! Tenía que aprovechar para señalar en el caso bogotano, el absurdo que es el puente de la NQS con 109 que actualmente se estrella contra el muro de las instalaciones militares del Cantón Norte.
En fin. Los dejo con el espectacular caso de Seúl y su Proyecto de Renovación de Cheonggyecheon. Las fotos se las vi a Carlos Pardo de Despacio.org en una presentación que hizo la semana anterior para la clase de Transporte de la Universidad de los Andes. Aquí se las dejo:
Del río a la autopista…..
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Vuelve la vida y todos ganan, Proyecto de Renovación de Cheonggyecheon
El instrumento del cobro de valorización parte del supuesto de que con toda obra de infraestructura que con éste se realiza, se está valorizando la propiedad de quien lo paga, ubicada cerca de la novedad. ¿Cierto? Ahora bien ¿Pueda ser, contrariamente a lo aceptado, que además de perder por el lado de la contribución que paga el ciudadano, éste, también pierda, e incluso más, con la obra ya edificada? Es decir, el ciudadano no recibe el retorno o bienestar esperado por el pago del impuesto, la obra no lo beneficia y hasta desmejora su calidad de vida, perdiendo entonces por izquierda y derecha.
¿Ustedes que creen? La respuesta es sí. Mi respuesta. Definitivamente no toda obra de infraestructura eleva el valor del suelo a su alrededor. Y se ha vuelto casi una ley de la naturaleza, que autopistas elevadas y grandes puentes dentro de las ciudades, no solo no generan riqueza y tampoco elevan el valor de las propiedades vecinas, sino que por el contrario destruyen, implacables, su valor. Arruinan la calidad de vida del entorno. Matan todo lo que yace abajo.
¿Qué han hecho en el mundo? Por muchos años se impuso el modelo de las grandes autopistas. Pero no va más. En el mundo están tumbando estas autopistas urbanas elevadas para reemplazarlas por espacio público de calidad (parques lineales, alamedas, plazas, bulevares, espacios verdes, avenidas, parques, etc.). El caso más emblemático es Seúl, Corea del Sur (Ver foto) con el Proyecto de Renovación Cheonggyecheon[1] (Lea reportaje New York Times). El osado alcalde que desapareció la autopista llegó a ser Presidente del país entre 2008-2013; Mr. “Cheonggyecheon” Lee Myung-bak. ¡Nuestros políticos, tomen nota! Otro buen ejemplo es Madrid, España con el proyecto Madrid Río. Y en Vancouver, han prohibido la construcción de puentes vehiculares elevados dentro de la ciudad[2].
Cheonggyecheon Restoration Project
Cheonggyecheon Restoration Project
¿Cuál ha sido la cantaleta de los bogotanos frente al problema de la congestión? “Más vías, más puentes, autopistas urbanas”. Y entonces se me viene a la mente la manera como el urbanista y ex alcalde de Curitiba, Brasil, Jaime Lerner se refiere a los autos y sus caprichos: “Son exigentes, nada les satisface, siempre piden más.” Y trae después la siguiente frase inolvidable: “Yo siempre suelo decir que el carro es como la suegra. Tienes que tener una buena relación con ella, pero ella no puede dirigir tu vida. Porque cuando la única mujer en tu vida es tu suegra, tienes un problema.”
En Bogotá nos tendrá que llegar el día, esperemos más temprano que tarde, en el que entendamos que el problema de la congestión nunca se resolverá sólo con ampliar más vías y que al carro particular debemos encontrarle alternativas concretas. La obsesión por el carro y sus demandas, es el viacrucis de una ciudad.
El caso del Puente de la Calle 109 con NQS
En un principio se le propuso a la comunidad pasar la vía por debajo de tierra. Sin embargo, a medio camino, a los ciudadanos se les cambio el proyecto por la alternativa del puente elevado. Según el Distrito, lo segundo resultaría más económico. ¿Para quién? ¿Alguien cuantifica el costo social de estas obras? ¿Alguien valora lo que le cuesta al estado la erosión de la confianza ciudadana en su sistema tributario? En fin. Preguntas importantes que nunca o poco se responden.
Ver este puente hoy, construido, estrellado contra los muros del Cantón Norte me produce indignación.
Esta pieza me la encontré la noche de ayer miércoles rodando en bicicleta en @ElCiclopaseo de los Miércoles -Bogotá, calle 72. Para el que no ha ido, vaya. Se ven verdaderas joyas y detalles hermosos de una ciudad que es otra cuando está de noche. La imagen la vi de reojo y me impactó. Paré, me desvié un poco y pude capturar la imagen. Quien sabe cuándo hubiese tenido el chance de hacerlo en el futuro. Hubo la luz necesaria para que saliera la imagen con la cámara del teléfono.
Así como madre solo hay una, a veces, pues solo hay una oportunidad.
«Ciclorutas existirán en abundancia en Utopía.» H.G. Wells
El pasado domingo de Ciclovía – sin duda, de lo mejor que tiene Bogotá ¿No creen?-, empiezo a escribir sobre el Día sin Carro que tendrá lugar este próximo jueves 7 de febrero. Eso es mañana. Seré muy breve. Comienzo por confesar que tengo una gran curiosidad por ver lo que el Gobierno Distrital tendrá preparado para la jornada que se avecina. Parece ser, hay señales y conocidos que así lo indican, que para esta ocasión, el distrito viene haciendo un esfuerzo importante y prepara unas cuantas sorpresas para la ciudad. Buenas sorpresas.
Que así sea.
Mapa de Ciclovía Día sin Carro 2013
Lo cierto es que ya han sido demasiados los Días sin Carro realizados, organizados con poco interés y propósito por parte del gobierno de la ciudad, lo cual le ha pasado factura a la legitimidad del evento y restado brillo. El año anterior pasó. Petro y su Bogotá Humana le dedicaron el día a los humedales o a algo así. Y dos años atrás, la administración (Samuel Moreno-Clara López) ni siquiera se tomó el trabajo de eliminar el contraflujo por la carrera 7ª ¿Alguien entiende?
Es lamentable, pero año tras año, la pereza mental de sus organizadores, sumada a la confusión alrededor del objetivo del Día, se ha visto traducida en una ciudad cuyas calles y atmósfera tristemente no se preparan para esta vital jornada ciudadana. Y es seguramente por eso, que la ciudadanía, en su gran mayoría, no lo anhela. ¿Qué otra razón? Entonces sucede que esta gran oportunidad de sacar a los bogotanos de su odiosa rutina, de invitarlos a vivir un día diferente y a moverse de maneras distintas, y de soñar con algo radicalmente mejor, se malgasta.
Anticipo que el sol saldrá ese día. Por lo general los Días sin Carro son días soleados maravillosos. ¿Será posible empezar a invertir la tendencia? ¿Hará el Distrito el esfuerzo necesario para empezar a rescatar la jornada?¿Podrá el distrito, en cabeza de su alcalde, corresponder su discurso progresista, positivo y ambicioso en materia de movilidad con la realización de una buena jornada del Día sin Carro?¿Será mucho pedir?¿No creen ustedes que esta jornada, que es un activo de los bogotanos y una jornada que Bogotá introdujo al mundo, merece mejor trato?
Pues hay personas dentro de la administración, amantes del caballito de acero, verdaderos locos apasionados por la causa de la bicicleta, que han venido participando directamente en su organización. También han aparecido las voces de algunos concejales, reclamando por una organización profesional y responsable de la Jornada (El Día sin Carro se Respeta). Y está el discurso del Alcalde que clama por la priorización de los peatones, la bicicleta y el transporte público.
Ah…….y finalmente, algo con lo que siempre cuenta la ciudad, la variable que ya es fija en estas jornadas. Me refiero a la siempre presente alegría y a la capacidad de acción colectiva de las múltiples organizaciones ciudadanas promotoras de la bicicleta. Un movimiento que a punta de pedalear y de entrega al ejercicio de una ciudadanía activa, ha avanzado unos procesos fundamentales para el futuro de la ciudad, desde abajo, en materia de movilidad, participación ciudadana y apropiación de la ciudad.
Así es que los ingredientes están dados para que la jornada de este 2013 sea distinta, ojalá exitosa.
Hace bien el Gobierno Distrital en oírlos. Por eso le anticipo mejor suerte a este Día sin Carro.
Como plato fuerte, en esta oportunidad se habilitará la Ciclovía, que increíblemente no la hubo en los años anteriores. Sólo con esto, ya se da un paso monumental en la dirección correcta.
¡Ánimo pues! ¿Qué tal a pie o en bicicleta para un cambio? ¿Qué tal pasar más tiempo afuera en nuestras calles? Todos a sacar la bicicleta o a caminar. Todos a rescatar el Día sin Carro.
Varios flashmobs recientes permiten pensar que hay una nueva generación que logró apropiarse de los cambios ciudadanos.
Hace poco más de un mes, un grupo de estudiantes de la Tadeo y de los Andes, sumados a varios bogotanólogos que se mueven en las redes sociales (@miblogota), realizaron una acción ciudadana en honor a un hueco del eje ambiental de la Jiménez. ´Su majestad´, le escribieron en el homenaje al cráter, a la vez que pintaron de colores las baldosas para celebrar su existencia.
No fue una burla. Tampoco un acto de reclamo para pavimentar el hueco. Se trató de festejar su permanencia.
Su Majestad
Y es que el enorme hueco es la única garantía que tienen los estudiantes de atravesar una calle sin ser atropellados por los carros que suben a toda velocidad hacia Monserrate.
Pocas semanas antes, otro grupo ciudadano hizo otra convocatoria para pintar una cebra en una calle en el norte de Bogotá. De nuevo, reivindicando los derechos de los peatones en una ciudad que promete ser humana, pero que es hóstil y desafortunada con los menos favorecidos.
A pesar de la tragedia bogotana, estos actos simbólicos permiten generar una mediana ilusión sobre la posibilidad de que las reacciones sociales se hagan sentir. Las movilizaciones de usuarios de la bicicleta (@mejorenbici), o las expresiones ciudadanas contra el ruido, o las publicaciones del Combo 2600, de jóvenes interesados en la ciudad, alimentan la esperanza de que haya quienes se apropien de los cambios urbanos y los defiendan.
Excepto contadas excepciones, canalizadas a través de unas pocas asociaciones cívicas la voz del descontento bogotano ha sido casi inexistente. La agenda de cambios urbanos ha estado dirigida desde el Estado más que desde la débil ciudadanía. Esto se confirma al ver lo que sucedió con las transformaciones de la ciudad en los noventas: ni la pelea por los andenes, ni las luchas por la cultura ciudadana, ni la reivindicación de la dignidad del transporte público a través de TransMilenio, provinieron de peticiones ciudadanas. Por el contrario, en Bogotá, las peleas por la calidad de vida urbana han venido coyuntural y casi exclusivamente del Estado.
Por eso, independientemente de dónde vengan, las reivindicaciones ciudadanas por mejorar Bogotá generan ilusión. Es claro que no contamos con la suerte de contar con una administración preocupada por la construcción de un urbanismo público: así lo evidencian los carros en los andenes, el poco mantenimiento de los parques, el descuido de la calidad del aire. Y es que hacer públicas ciertas tareas hasta hoy desempeñadas por privados, como la recolección de basuras, no necesariamente implica un urbanismo donde lo público reivindique la convivencia. No en vano, Bogotá tiene uno de los porcentajes más altos de metro cuadrado de área de centro comercial por habitante (15,2) frente al promedio de la región (8,22), y uno de los índices de área verde por ciudadano más bajos del mundo (5m2)
Mientras el Estado distrital no se preocupe por el urbanismo público, que vivan las manifestaciones contra el ruido, el hueco de la Jiménez y quienes lo reivindican.
Nota final de miBLOGotá (Agradecimiento, queja y conclusión)
«La influencia de la crítica ciudadana sobre el urbanismo ha dejado siempre un saldo positivo en la ciudad.» Jordi Borja, La Ciudad Conquistada
Tapan huecos a lo largo del Eje Ambiental
Antes de terminar el 2012, el Distrito sepultó a Su Majestad y además tapó la totalidad de los huecos de la zona. Por esta gestión del Distrito tenía pendiente unas palabras de agradecimiento y reconocimiento para la Directora del IDU, María Fernanda Rojas, y para la entidad a su cargo, por haber actuado de manera concreta en respuesta a este gesto de la ciudadanía. Actuaron. No exactamente cumpliendo a cabalidad nuestra propuesta (La Inspiración de un hueco), pero actuaron. Por supuesto buscábamos muchísimo más y seguiremos insistiendo. Aun están pendientes las acciones para proteger al peatón y cabe anotar que para el reparo se utilizó asfalto sobre una vía adoquinada.
No obstante, gestos como éstos, en medio de tanta sordera del gobierno y distancia entre éste y la ciudadanía, cuentan.
Aun no han cambiado el material
Definitivamente sólo a través de una gestión del gobierno de la ciudad que de respuestas concretas y efectivas a los reclamos y a las necesidades de los ciudadanos, podrá el aparato institucional del distrito empezar a recuperar legitimidad.
Al volver a Bogotá en los primeros días de enero, después de una merecida vacación de la ciudad, me encuentro con una ciudad silenciosa, tranquila, apacible, soleada, con un impresionante cielo azul y que la refresca un viento frío. Por ahora, el frenesí y la furia de la ciudad están en pausa. La ciudad parece descansar. El tráfico fluye y quien pita por estos días parece un desadaptado. En general percibo caras cordiales en las calles y veo más sonrisas. Los taxistas son amables, conversan y conducen con tranquilidad. Y hasta los buses y busetas han rebajado considerablemente sus niveles de agresión.
Son días perfectos para animarse a caminar las calles y sacar la bicicleta. Para estar afuera con un buen libro, buscar una banca o un pedazo de pasto, y comenzar a cumplir el propósito de leer más durante este año. Todo esto bajo el sol sabanero. Así, sentados, pausamos para levantar la cabeza y miramos al sol para recibir sus rayos. Vamos más despacio. Pausamos. Aprovechamos y hacemos conciencia sobre cada instante. Definitivamente pausar debería ser un propósito de todos los bogotanos este año y en adelante. Por mi parte, también quisiera pasar más tiempo en sus calles, afuera. Quisiera poder disfrutar más la ciudad.
El aire está más limpio y transparente que de costumbre lo que permite que se vean las montañas que circundan Bogotá. Apuesto que incluso son días en los que se asoman los Nevados. Es verdaderamente envidiable su geografía.
Bogotá Cielo Azul
Como nosotros en la transición de año, la ciudad también pareciera recargarse. Quienes vivimos en ella, le aconsejaríamos que tome mucho aire, que aproveche estos últimos días y que si puede medite mucho. Lo que se viene es duro. Últimamente los años en Bogotá son duros.
Me gusta pasar estos días de enero en Bogotá. Son días en los que me enamoro nuevamente de ella. Pues aunque sigue aporreada, (basuras, huecos, deterioro, malas noticias, etc.) debido al maltrato sistemático que ha recibido en los últimos años, por estos días, en medio de esta Bogotá que describo, se asoma con mayor claridad todo su potencial. Por estos días la ciudad nos acoge con una amabilidad y calidez que extrañaremos dentro de muy poco. Por estos días la ciudad nos permite soñarla diferente. Así, cálida, amable, acogedora, soleada, azul. Lástima que dure tan poco.
El lunes ya habrá desatado toda su furia. Como si fuese una ley de la naturaleza.
¿Qué nos queda? Sin duda, seguir. Persistir en la búsqueda de esa ciudad para vivir, más parecida a la de estos contados días de enero.
Ya para terminar el año, les comparto algunas de las mejores piezas de arte urbano que encontré a lo largo de este acontecido 2012 en las calles bogotanas.
Amanece el esperado día en el que arranca el nuevo modelo de basuras impuesto por decreto por el Alcalde Gustavo Petro. Martes, diciembre 18. Desde muy temprano, antes de pisar la calle, reviso el Twitter, y encuentro que se ha desatado una verdadera tormenta sobre el tema. Llueven los mensajes y muchos de ellos, denuncian montañas de basura sin recoger. ¿Serán ciertos? ¿Mal intencionados? ¿Objetivos? Anteriormente también veíamos basuras en las calles. Por su parte, el alcalde sale a su defensa, “que los privados incumplieron sus contratos”, “que no recogieron anoche”, “que arrojaron basura a las calles”. Y detrás de él, su batería de alfiles, con los mismos argumentos.
Pero la siguiente escena se vio esquina tras esquina entrando al centro de la ciudad. Ahora bien, mañana no habrá lugar a las mismas excusas. ¿Justo? Y pasado mañana, menos ¿Justo? Y así.
Cr 5, Calle vuelta basurero
Sobre reciclar. Nunca hubo la pedagogía. Personalmente nunca la vi y aun estoy curioso por entender en qué consistió. Pero bueno, comparto la importancia de aprender a reciclar. No es difícil y creo que eventualmente habremos aprendido. No obstante, le correspondía al gobierno educarnos, convencernos de la importancia de reciclar, sensibilizarnos, mostrarnos la cadena de valor de los residuos, en fin, prepararnos para el gran día, ¿Cuánto hay en juego? Inducirnos más que obligarnos a la buena práctica de reciclar. Como lo dije, eventualmente aprenderemos. El mundo y los tiempos inevitablemente nos llevarían a ello. Pero los hábitos no aparecen ni desaparecen de la noche a la mañana.
Quien se pierde una oportunidad, otra, de acercarnos entre ciudadanos y gobierno, es el gobierno de la ciudad, que dilapida también una nueva oportunidad de legitimar sus actuaciones. Esta es otra ejecución vía decreto, atropellada, ausente de participación ciudadana, carente de consensos, poco y mal socializada, llena de dudas en su implementación. Y más combustible para el enrarecido y polarizado ambiente político.
De todas maneras, que a nadie le quepa duda: hay que desearle lo mejor al alcalde.
El fracaso de la operación del nuevo modelo o de cualquier modelo de recolección de basuras, significa un riesgo inminente de salud pública para la ciudadanía. Montañas de basuras en las calles, volquetas derramando líquidos y residuos, malos olores, suciedad, el tráfico colapsado, etc. Los efectos de una operación chambona se sentirán fuertemente por los ciudadanos; no pasará desapercibida.
Finalmente coincido con el cierre del Editorial de El Espectador del día de ayer y con un twitter del escritor Ricardo Silva. Aquí están:
Editorial El Espectador:“Llegó, pues, el día B para Petro: Basuras, Bogotá y plan B definen esta ruleta donde se juega el alcalde esta apuesta riesgosa. Ojalá funcione, y los bogotanos debemos hacer todo el esfuerzo para que así sea; pero si se presenta un deterioro mayor en como venía operando el esquema, es justo que el alcalde enfrente las consecuencias de su responsabilidad por haber montado a la ciudad en semejante transformación sin tener las herramientas necesarias para implementarla.”
¿Cómo evolucionará la situación? ¿Cómo amanecerá la ciudad mañana? Reina la incertidumbre.
Bloguero invitado: Carlos F Pardo, Director Fundación Despacio
***Sobre la confusión que se desató la semana pasada alrededor del Pico y Placa.
Ya estarán acostumbrados a leer mis posts criticando todo. Pero es que de la crítica se logran cosas mejores, y con eso en mente ahora voy a hablar del pico y placa decembrino, un tema que le causa un dolor de cabeza a más de un tipo de persona: el conductor, el alcalde, la secretaría de movilidad, el de los parqueaderos, y hasta el del avisito ese que tienen en las porterías y hay que cambiar cada seis meses porque se les ocurre una nueva idea. Generalmente a mí me saca la piedra porque me parece que el pico y placa (en todas, todas, absolutamente todas sus variantes) nos quita tiempo para pensar en lo que es importante – y lo dije en una columna que escribí hace unos meses – comparándolo con el igualmente inútil juego de Sudoku.
En realidad, lo que más rabia me da es la constante alusión a esa estrategia como una especie de personificación del mesías del tráfico, cuando en realidad más bien lo deberíamos asociar al anticristo del transporte… bueno, no es para tanto, pero sí me da rabia. Esta vez, lo que me sacó la piedra no fue tanto la idea del pico y placa como tal sino la toma de decisión con respecto a ampliarlo o no durante los próximos días ante la inminente «crisis de movilidad» en la que USTEDES (los que van en carro) están inmersos (yo en bicicleta no tengo problema con esas banalidades, ya les dije una vez).
Entonces les quiero mostrar dos cosas: la primera, un pantallazo de la página de El Tiempo que tienen con toda la información sobre pico y placa, donde solamente con los titulares recientes ya se dan cuenta a qué me refiero (sigo explicando debajo de la imagen):
La confusión del Pico y Placa
Chuuusco, ¿no? Y ahora les muestro la segunda cosa, que es exactamente lo mismo pero en muñequitos animados (pido disculpas por el idioma, pero no lo encontré en español. Igual se entiende o se acuerdan). Aquí va:
Como les dije, es exactamente lo mismo pero en muñequitos animados y en inglés. Estimados lectores, dejo a uds la comparación de Petro y Ana Luisa con cualquiera de los dos (o de los tres!) personajes. Yo ya traté con las diferentes combinaciones y en todas me río igual. Dan ganas de hacer un video igualito pero que tenga subtítulos y se turnen los bichos diciendo «pico y placa…todo el día…. no, solo en horas pico! …. no! DÍA ENTERO!» etc etc hasta que le dan un balazo a alguno (el que se le mida, bienvenido, yo soy muy malo para esas cosas de editar videos).
Pero ahora sí en serio. Este nuevo escenario de política urbana y de movilidad, triste y totalmente inútil, nos demuestra por lo menos cuatro cosas:
1 – No hay una idea clara sobre qué hacer en movilidad en Bogotá.
2- Nuevamente se están gastando demasiado tiempo en una decisión que podría tomarse rápidamente (por ejemplo, acabando el pico y placa de una vez por todas).
3- Lo único que le ha hecho el pico y placa a la susodicha movilidad es daño, en todas sus formas, progresivamente, como un cáncer.
4 (opción 1) – No tenemos salida a este lío, y al vez es una señal (más) del fin del mundo.
4 (opción 2)- Nos toca seguir buscando soluciones estructurales al problema que hagan un uso más inteligente del espacio vial. Una idea abajo, véase el bus rojo con 160 personas, después cuéntese los automóviles en el medio… quién lo usa más eficientemente? YO SÉ, el tumulto dentro del bus y eso. Entonces imagínense ahora el bus con 100 personas y comparen otra vez.
Son idénticos pero al revés. Para unos, si no se es Uribista y no se repite fanáticamente todo lo que dice el exmandatario y se le absuelven todos sus excesos cuando gobernó Colombia, se es guerrillero, izquierdoso, petrista, santista, traidor a la patria, comunista, en fin. Para los otros, si no se es Petrista y no se repite fanáticamente todo lo que dice el alcalde y se le toleran todos sus excesos, errores, inconsistencias mientras gobierna Bogotá, se es uribista, santista, rico, contratista corrupto, practicante de la política del odio, reaccionario, burgués, y así.
El único juego que este par de políticos saben jugar y juegan se llama polarización. Un juego que busca sistemáticamente la confrontación. Pero una confrontación maniquea que parte siempre de marcar dos bandos. Unos son buenos y los otros, malos. Que por supuesto los buenos siempre serán los míos. Siempre. Es un juego supremamente básico de entender, pero que así como es de elemental, es peligroso y nocivo, pues consiste en simplificar y amañar de manera sesgada la realidad, planteándolo todo en términos de opuestos que se anulan; blanco y negro, todo o nada, ellos o nosotros, buenos o malos, izquierda y derecha. A lo barra brava.
Sabemos que la realidad es mucho más compleja que eso.
Matador
La estrategia la centran en dividir y confrontar. Su identidad política se forja y madura en contraposición a otro o a algo. Se crecen cuando la oposición se radicaliza. Buscan intencionalmente que la oposición se radicalice. Son mediáticos, twitteros y les gustan las palabras fuertes. Necesitan estar en el centro de todo. La noticia los busca y ellos a ella. Desnudan la ausencia de instituciones fuertes, al tiempo que debilitan la institucionalidad. Ellos son las instituciones. Ellos son los dueños de la verdad. ¿Cómo Chávez? Idénticamente. Al final, más que proyectos de sociedad, o de ciudad, persiguen es proyectos de poder. No logran escapar a esta dinámica. Son hijos de ella.
¿Al fin qué? ¿Menos autos? Fuente foto: proyectolazaro.org
La edición del domingo 17 de noviembre de la Revista Semana vino con una breve pero muy interesante entrevista del Alcalde de Ciudad de México DF, Marcelo Ebrard. Bicicletas sí, carros no era el encabezado en negrillas con el que se nos invitaba a leerla. Ahi está para que la vean.
Para cerrar la entrevista Semana le preguntó a Ebrard:
¿Qué hacer con los carros?
Ebrard respondió: “Debemos cambiar la cultura del uso del automóvil. Todas las experiencias exitosas indican que es necesario fortalecer el transporte público de calidad, impulsar sistemas eléctricos de transporte y optar por nuevas fuentes de energía y medios alternativos como la bicicleta. Hay que guardar el carro y sacar la bicicleta.”
Sin duda, un mensaje valioso y oportuno para ciudades como Bogotá donde el tráfico vehicular se encuentra colapsado. ¿No creen? La ciudad está trancada y nada sería más terco que pensar que la solución a este problema estructural que a diario se devora el tiempo y la calidad de vida de los bogotanos, no pasará por unos cambios culturales profundos sobre cómo y en qué nos movemos.
Definitivamente hay que cambiar el chip y por eso la importancia de tropezar con estos mensajes. Que si vienen de un alcalde de la región que como Ebrard, parece haber correspondido un discurso progresista y acertado, con resultados concretos en su gestión, pues mucho mejor. No es carreta. Hay una coherencia respaldada por hechos y resultados. Ver entrevista.
Y remarco esto último, el asunto de la coherencia, porque desafortunadamente, esa misma edición de la revista que nos presenta a Ebrard y su propuesta de ciudad sostenible, dedica poco más de 40 páginas de pauta dirigida al automóvil. La revista es de 150 páginas. Haga cuentas: 27% de su contenido.
Contaminación, agresión, muerte, informalidad, inseguridad, caos, anarquía ¿Qué más es la Guerra del Centavo?
La semana que pasó cerró con la siguiente trágica noticia: Conductor que mató a niño en Bogotá tiene 67 comparendos de tránsito.
“Ellos iban pasando la calle porque iban para el colegio, fue en ese momento cuando la buseta salió de la nada y embistió a los dos niños”, narró un testigo. Todo indica que el bus se voló un semáforo en rojo.
La noticia merecería una primera página en El Tiempo y El Espectador, una vehemente salida en medios por parte del Alcalde de la ciudad, pero además una marcha multitudinaria por parte de la sociedad bogotana (No pasó). Como lo ven la Guerra del Centavo es mucho más que el diario reclamo de millones de conductores de auto de “se me cerró el &%&%&%/& bus”. Se trata de nuestras vidas y la de nuestros seres queridos, y se mueren nuestros niños.
El viernes le tocó a Sebastián Nieto de 6 añitos cuando caminaba hacia su colegio –el Julio Garavito Armando- junto a su amiga Tatiana de 5. Ella, que también fue arrollada, se encontraba el fin de semana en cuidados intensivos con trauma craneoencefálico y pronóstico reservado. Diana Victoria Perilla es la madre que perdió a su hijo y Patricia Vanegas la madre de Tatiana. Sucedió en la Cr 68 con calle 38 sur. La Guerra del Centavo mató a Sebastián.
Los hechos suceden durante la administración de la Bogotá Humana que repite y repite, dice y dice que primero los peatones y primero los niños. ¿Gobierno transformador? ¿Progresista? ¿Antimafias? Pues se encontró con la oportunidad de demostrarlo. Tiene que ser esta. El gobierno debería aprovechar lo sucedido para volcarse con total determinación a acabar de una buena vez por todas con este sí depredador sistema de transporte ¿Qué próximamente el Sistema Integrado de Transporte ordenará el sistema poniendo fin a La Guerra del Centavo? ¡No hay tiempo qué esperar! El viernes murió Sebastián. Entretanto mueren niños.
Nada sería más revolucionario. Nada dejaría más huella hacia el futuro.
Por eso pregunto: ¿Empezando hoy, qué harán el gobierno distrital y la policía de tránsito para poner en cintura a estos buses y sus empresas?
Por otra parte, además de la conducción temeraria de buses y busetas que agrede permanentemente y pone en riesgo vidas, alentados por la ausencia de una regulación efectiva, el caso evidencia la falta de infraestructura física y condiciones reales de seguridad para los peatones (Ver: Su Majestad el Cráter, La Inspiración de un Hueco, Una Cebra no basta ¿Hará el distrito su parte?La Cebra de Colores, El Problema de ser Peatón). La tragedia sucede en un cruce que no da tiempo suficiente para cruzar de manera segura. La madre de Sebastián así lo explicó con voz de rabia e impotencia (Oír audio). En este y otros casos, la negligencia del aparato institucional de la ciudad, está causando muertes.
El gobierno ya salió a responsabilizar a la empresa de transporte, a la que por supuesto, le cabe responsabilidad. Lo hizo Guillermo Asprilla, Secretario de Gobierno del Distrito. Y está el conductor como directo responsable de lo ocurrido. Ahora bien, creo que sobretodo debemos insistir en lo siguiente: ¿Qué hará el distrito al respecto? ¿Cómo reaccionará y ajustará, mirando hacia adentro, para que esto no vuelva a suceder? Pues si hay algo de lo que no cabe duda en todo esto, es que el señor Wilson Darío Cely nunca debió estar al frente del volante de ese bus. ¡Punto!67 COMPARENDOS que acumulan 9 millones de pesos.
¿Dónde están los controles? ¿Qué hace esta persona conduciendo un servicio de transporte público, donde se es responsable por la vida de terceros? ¿Cuántos comparendos se imparten al año por pasarse semáforos en rojo? Apuesto a que muy pocos. ¿Exceso de velocidad? Lo mismo. Y así.
Al final, lo cierto es que la gran mayoría de conductores de buses y busetas, son victimarios en potencia. El viernes fue Wilson Darío Cely quién mató a Sebastián; pero bien pudo ser cualquier otro. El sistema se encarga de eso. La ciudad se encarga de eso. Lo mismo pasa con la víctima. El viernes fue Sebastián, mañana podrá ser Andrés, Mariana, Freddy, no sabemos.
¿Y saben cuál es la peor tragedia de todas?
¡Mañana nos levantaremos, saldremos a trabajar y todo seguirá igual!
El tema del alcalde esta semana: las basuras.
¿Qué es la Guerra del Centavo?
La Guerra del Centavo es: inseguridad, contaminación, caos vehicular, desorden, anarquía, intolerancia, esclavitud laboral, informalidad, ley del más fuerte, arbitrariedad en el cumplimiento y la aplicación de la ley, desgobierno, falta de educación.
Estuvimos trabajando de 10 am a 12:30 pm bajo un sol intenso y picante. Estuvo duro. Pero imposible no estar agradecidos con ese sol. Nada como un día soleado en Bogotá y mucho mejor si es domingo de Ciclovía. Además, la lluvia nos hubiera obligado a aplazar la actividad.
Ese día, domingo 28 de octubre, todo se alineó para que el homenaje a Su Majestad el Cráter, solitario protector de los peatones en la zona, sucediera. Todas las fichas aparecimos: Yo con las pinturas y unos cuantos rodillos, el Grupo de Agentescultóricos (Colectivo de jóvenes diseñadores) con brochas, rodillos, tizas para demarcar y un batallón conformado principalmente de niñas- y un par de bacanes-, y la caravana de ciclistas de estudiantes de los Andes que llegó con thinner para rendir la pintura y otros cuantos materiales más.
Encontrarse con huecos y caer en ellos produce una enorme ira. Son una verdadera pesadilla. Se golpean los carros, nos estallan las llantas, generan trancones, nos causan grandes sustos, incluso, pueden llegar a cobrar vidas. Además se ve mal la ciudad. Muy pero muy mal. Transmiten abandono, descuido y evidencian la deplorable gerencia de la ciudad. Atomizados y en sus miles, son verdaderos porrazos a la autoestima de nuestra urbe. Cada uno de ellos. Auténticos monumentos al mal gobierno.
¿Cuánto le cuesta a la ciudad no mantener su malla vial? ¿Cuánto nos cuesta a sus ciudadanos? Pensemos por un momento en lo siguiente: ¿Cuánto dinero $$$ pueden estarle costando a los taxistas, hablando de pesos que salen de sus respectivos bolsillos (arreglos de vehículo, tiempo, gasolina, dolores de cabeza)? Debemos aceptar que a todos nos afectan y a todos nos agreden. Las Ciclorutas no se salvan. Pensaríamos que la 7ma que es nuestra avenida real y el corazón de la ciudad, no los tuviera, pero ahí están. ¿Los andenes? ¡Igualmente! Todos llevamos.
No todo es malo…..
Pues a pesar de todos los daños y las desgracias que provocan, al poner atención y cambiando el lente, sucede que hay algunos de ellos, contados, en puntos específicos de la ciudad -en ciertas vías-, que se comportan como verdaderos héroes urbanos, cumpliendo una función social crucial para beneficio de todos nosotros ¡Y una tarea en la que lamentablemente muy pocos ayudan! Enormes de tamaño, son huecos que literalmente protegen la vida de las personas que caminamos en esta hostil ciudad hacia el peatón.
¡Así es! A falta de buenos andenes, semáforos peatonales, controles de velocidad por parte de la policía, consideración y cultura por parte de conductores, etc., a veces, hay huecos.
Debo confesarles que hace par de semanas atrás, salí bastante intranquilo de una sesión de la veeduría Bogotá Cómo Vamos que trató sobre posibles soluciones para el corredor de la Carrera Séptima y el proyecto del Tranvía (¿Metro Ligero?) que propone la actual administración. Algo quedaba claro en dicho espacio: hoy, a pesar de que el Tranvía ya se anuncia como una decisión tomada por Petro y sus funcionarios, lo verdaderamente notorio, es que el Gobierno avanza en el proyecto, sin contar a la fecha con una defensa técnica y conceptual lo suficientemente sólida de la propuesta. Algo, que por tratarse del principal eje estratégico de la ciudad y de un proyecto de billones de pesos, francamente no se puede entender.
¿Saben cómo transcurrió el foro? Uno tras otro, fueron pasando cada uno de los expertos ilustrando sus conceptos y opiniones sobre el Tranvía, que por cierto, ninguna resultó muy favorable a la idea del Señor Alcalde. Hicieron exposiciones estructuradas y bien presentadas. Parecían objetivas; técnicas. Incluyeron cifras, hablaron de presupuesto, se refirieron a características urbanísticas de la vía, ampliaron sobre asuntos de capacidad y demanda, dieron ejemplos de otras ciudades del mundo, en fin. Presentaciones de académicos (Juan Pablo Bocarejo, Álvaro Rodríguez y Eduardo Behrentz de la Universidad de los Andes, José Stalin Rojas de la Universidad Nacional). Muy buenas presentaciones.
Ahora, lo realmente curioso y desconcertante, es que en ningún momento, estando presentes la Gerente Encargada de Transmilenio y la Directora del IDU, aparecieron los argumentos a favor del proyecto oficial del Tranvía. Ese día, nadie por parte de la administración defendería el proyecto. Estaba la concejal Angélica Lozano, Progresista, probablemente con ganas de ayudarle al gobierno, pero muy rápidamente entendimos que no tenía como. Eso sí, aprovecharía el uso de la palabra, para implorarle a la administración por la información del proyecto: «Necesitamos los estudios, necesitamos los proyectos, YA«. ¡Algo no está bien!
Bogotá no encuentra el camino. Los ciudadanos esperábamos que con el cambio de administración, algo positivo sucediera. Necesitábamos creer en la posibilidad del cambio. La ciudad la habían saqueado y entre todos veíamos cómo se caía a pedazos (aún se ve cayendo). El sueño duró lo que demoró la campaña. Eso se han vuelto las campañas; días de soñar; soñar ilusamente.
El ánimo de la ciudadanía nada que levanta. Y no la culpo. Las calles, la vida y las sensaciones, afuera en la ciudad, siguen sin mejorar. ¡Qué desaliento esta opinión! ¡Qué desespero esta nube de emociones negativas! Quisiera blindarme de éstas, pero a veces, sencillamente, no lo puedo evitar.
Como muchos, creo y he sostenido que los ciudadanos debemos esforzarnos por ver y relacionarnos con la ciudad con otros y nuevos ojos. Hay que hacerlo. Lo peor que puede pasarle a Bogotá es que nos gane la frustración. Escoger aislarnos de la realidad y resignarnos a buscar refugio en nosotros mismos; dentro de nuestras casas o conjuntos cerrados, atascados dentro de nuestros carros, en gimnasios y centros comerciales, en fin, en espacios cerrados, “protegidos”.
Pero lo cierto es que venimos privatizando la búsqueda de nuestra calidad de vida. ¿Es eso lo que queremos? ¿Huirle a lo que es verdaderamente de todos? ¿Renunciar a la ciudad? No podemos siquiera considerar esa opción. ¡Opción descartada!
“Una buena ciudad es como una buena fiesta, uno se queda mucho más tiempo del planeado”, asegura Jan Gehl.
Además, creo que todos intuimos que lo que tenemos afuera en nuestras calles podría y debería ser radicalmente mejor. Incluso, con mucho menos de lo que políticos charlatanes nos dicen. Creo en el poder de las pequeñas acciones. Hoy, más que un metro o el tranvía, a los ciudadanos les animaría ser testigos de un mejoramiento acumulativo y consistente de su ciudad. Que el liderazgo se evidencie ahí. En los pequeños detalles que a diario tocan el ánimo del ciudadano. Más acupuntura urbana (Ver Jaime Lerner).
Sí, que llegue el metro algún día, pero que mientras tanto la ciudad funcione, progrese y nos haga orgullosos. La percepción del ciudadano no se puede trivializar. No se puede tomar por poco.
Cuestión de recursos no es. Tampoco de si es Tranvía, Transmilenio o Metro, mucho menos de si se es de derecha o izquierda. Es cuestión de liderazgo. Es cuestión de prioridades. Es cuestión de pensar obsesivamente en cómo mejorarles la calidad de vida a las personas. Punto. Todos los días. Y, para eso, sí o sí, tenemos que nunca dejar de soñar.
La intención de esta nota es enseñarles una aplicación tecnológica, que dentro de muy pronto –confío- podremos llevar en nuestros celulares. ¿Saben para qué? Para soñar la ciudad JUGANDO. Es muy sencilla. Básica. Pero brillante. PERFECTA para nerds y obsesionados de la ciudad como yo. Y perfecta también para los bogotanos que buscamos desesperadamente cualquier chispazo de esperanza. Cualquier posibilidad para confirmar la sospecha que aguarda dentro de cada uno de nosotros, en el sentido de que Bogotá, la capital de todos los colombianos, podría y tendría que ser significativamente más bonita, amable y funcional de lo que la encontramos actualmente.
Se llama www.Blockee.org y el juego consiste en engallar la calle. ¡Así como lo oye! ¡Al gusto! ¡Usted decide! Para los ciclistas hay por ejemplo ciclorutas. Con un solo movimiento del ratón introduces un carril bici por donde antes sólo pasaban automóviles y esos $%&$&%$& buses chimenea que a diario nos agreden y envenenan sin discriminar. ¿Qué tal unos buenos cicloparqueaderos para el parque del barrio o para tal plaza? ¿O para el mercado de las pulgas? ¿Y por ejemplo unas cómodas bancas para tomar un merecido descanso? Ahí están, a un clic.
Plazoleta Museo de Botero-Centro de Bogotá
Seguimos, ¿Qué a la plazoleta del Museo de Botero se le llevaron la vida cuando se fue el café Juan Valdez y nada dejaron en su lugar que lo reemplazara? Pues ponemos un café móvil, mesas y asientos como lo había antes, unas flores y unos árboles. Listo. Resta imaginarnos el lugar con buen sol, pensar en un buen libro y una buena compañía. Vuelve la vida al lugar. ¿Qué más pedir? Tal cual así funciona….escogemos lugar, subimos la foto y empezamos a ponerle sus detalles. ¿Qué desde tal calle a tal calle parece un basurero? Obvio, no ve que no hay una sola caneca en 500 metros a la redonda. Entonces, ahí, ponemos unas canecas. Se acabaron las excusas.
Poco a poco, poniendo y quitando pequeños detalles vamos transformando lugares, llevándoles sentido y vida. Como armar un Lego. Jugamos con intención y propósito. Eso sí, siempre con la condición de pensar en primer lugar y obsesivamente en las personas. ¿Cómo las protegemos? ¿Qué necesitan? ¿Qué quisieran y cómo podrían estar más cómodas y felices afuera en las calles de la ciudad? ¿Qué detalles las enamoran de un lugar? ¿Cómo atraerlas para que vuelvan nuevamente? Estas son las preguntas que cuentan; las que te marcan la diferencia. De eso se trata la ciudad. Detalles.
¿Cómo la ven? ¿Algún lugar en particular que quisieran transformar, que ven que le vendría bien una manito? ¿Depronto una intersección que frecuentan y saben por experiencia personal que es un peligro? ¿Algún parque de barrio inhóspito y decaído? ¿Qué tal ayudarle al Distrito con ideas para la 7ma peatonal? (#Biciusuarios ¿Carril bici?) ¿Qué le harían a la Plaza de Bolívar? ¿A la de San Victorino o a la de Lourdes? Anímese. Todo se vale.
En mi caso volví nuevamente al paso de la cebra de colores (Una cebra no basta ¿Hará el Distrito su parte?) en El Parque el Virrey. Ya han pasado varios meses y la pintura ya se ve borrándose. Lástima. El gobierno nunca se animó a complementar nuestra obra. Nunca correspondió el gesto de la ciudadanía y hoy los carros siguen pasando a 100 km/hr sin que nada proteja efectivamente a los peatones. Por lo visto, poco de #conmuevete por parte de la administración. Sin embargo, entretanto, vean la engallada que le metí al cruce.
Esto sí es política del amor
Blockee.org le ofrece lo siguientes gallos: Señal de PARE, alumbrado, reductores de velocidad, basuras, cebra con señor que le da paso a peatones, fuentes para tomar agua, materas con flores y árboles, bancas, mesitas con asientos, conexión WIFI, cicloparqueaderos, limpia paredes, etc., etc.
#BICISPORLAVIDA
Ya para terminar. Hay cosas que por supuesto se salen de nuestra escala y posibilidades. Pero hay muchas otras que definitivamente podemos lograr. Nosotros, los ciudadanos. Por ejemplo, el sábado que pasó –Septiembre 22-, en el marco del Día Mundial Sin Carro, en varias ciudades del país, grupos de ciudadanos unieron fuerzas, recursos, y esperanzas, (#Bicisporlavida) y salieron a pintar ciclorutas donde antes no las había y a engallar y embellecer otras que ya existían. Los invito a que vean el resultado de la jornada.
Conejo al Pico y Placa 2012: Patrocina Dodge RAM ¡IRResponsabilidad Social Empresarial!
Distrito Pegotero
Carro todos los Días, Bogotá humana
Carro todos los días
Esta publicidad, ya lo había dicho en una entrada reciente –“Carro todos los días” Invita Bogotá Humana-, demuestra simplemente la incoherencia y torpeza de una administración que predica mucho pero poco aplica (Frase de Inteligencia Vial). Mientras el alcalde anda muy animado y contento echándole a todo el mundo el discurso de que el peatón y los medios no motorizados de transporte deben ser la prioridad, y que debemos racionalizar el uso del vehículo particular (al paso, que le endosa la culpa de su mal uso principalmente a los del Norte de la ciudad “Los Ricos”- ¡Qué manía esa manera maniquea de simplificarlo todo!), su campaña de comunicación alrededor del nuevo pico y placa, como bien resaltado se ve en rojo, lo que nos sugiere es una invitación a: “carro todos los días”.
CONMUEVETE: “Cultura Ciudadana a la Petro”
ConMuévete: Deja salir primero
Esta campaña uno ve hacia dónde busca ir. Definitivamente a la ciudad le hace falta que nosotros los ciudadanos practiquemos mucho más valores como la solidaridad y la empatía (ponerse en los zapatos del otro). Como sociedad, sin duda nos vendría bien ser más generosos entre nosotros; en las vías, en Transmilenio, dándole paso al peatón o dejando salir primero como dice la primera pieza. Ahora bien, ¿Cómo va teniendo efecto esta campaña en el comportamiento de la ciudadanía? Algo parece no estar calando. Ni en Transmilenio están dejando entrar primero, ni en las calles se ve mucha más gente compartiendo ruta. Y muchos, si hoy les pregunta por su opinión de la campaña, no la conocen.
CONMUÉVETE: Comparte el Carro
¿Podrá ser la desconexión entre el mensaje y la realidad? Además de mensaje se necesitan incentivos. Y francamente no se ven. ¿Dónde están?
El Sudoku es un juego de increíble popularidad, que yo definiría como un triqui relativamente sofisticado. Consiste en sumar números en diferentes direcciones y que, según unas reglas que me da pereza explicar, deben siempre sumar lo mismo en todas las direcciones (o algo así, pero ya entienden la idea). Es tan popular que incluso venden libros enteros llenos de sudokus, impresos en el papel periódico más chimbo posible y encuadernados con colbón de quinta y por cifras míseras, todo por razones que expondré abajo). Es utilizado generalmente en salas de espera (de consultorios, aeropuertos, en aviones, bancos, etc) y en cualquier situación en la que no sea necesario invertir un nivel de conciencia considerable pues uno debe estar pendiente (de que salga su numerito o que llamen su nombre).
Lo que es peor, mucha gente se jacta de ser “el genio de los sudokus”. La frase “uy, yo le hago cualquier sudoku de una” la he oído más de una vez, cuando en realidad deberían más bien admitir, con vergüenza, que han sido raptados más de una vez en ese juego inútil. En realidad, la esencia de Sudoku está en jugar lo suficiente hasta tener el algoritmo básico de resolución del juego en general, y de ahí se aplica sin mucho nivel de conciencia en todas las siguientes veces que se juega.
Ante esto, uno debería promover, por ejemplo, que la gente dejara de jugar juegos inútiles y, más bien, dedicara ese preciado “tiempo perdido” de la espera en el consultorio a leer Momo, El Principito o incluso Dr Jekyll y Mr Hyde (tres libros muy breves que son fundamentales para entender el mundo). Sí la gente leyera libros como esos en lugar de jugar sudoku, estaríamos en un mundo mucho mejor. En resumen, sudoku no nos deja pensar en lo importante por estar pensando en lo inútil. Solo nos ha recordado cómo sumar números un poquito más rápido, pero no nos ha ayudado a resolver ninguna incógnita significativa de nuestras vidas más allá de cómo invertir los minutos antes de una cita.
1931 Dr Jekyll and Mr Hyde
Lo mismo pasa con el pico y placa: es un juego inútil de los gobernantes que nos ha puesto a todos a pensar en diferentes permutaciones numéricas, incluso cuando no nos compete. Es otro triqui sofisticado que implica mover números y horarios, y evaluar los efectos que puedan tener sobre una proporción reducida de la población de la ciudad. Y lo peor de todo es que absolutamente toda la ciudad (incluyendo los que nunca usan carro) están embebidos en entender esas permutaciones, imaginarse “lo que yo haría…”.