
La edición del domingo 17 de noviembre de la Revista Semana vino con una breve pero muy interesante entrevista del Alcalde de Ciudad de México DF, Marcelo Ebrard. Bicicletas sí, carros no era el encabezado en negrillas con el que se nos invitaba a leerla. Ahi está para que la vean.
Para cerrar la entrevista Semana le preguntó a Ebrard:
¿Qué hacer con los carros?
Ebrard respondió: “Debemos cambiar la cultura del uso del automóvil. Todas las experiencias exitosas indican que es necesario fortalecer el transporte público de calidad, impulsar sistemas eléctricos de transporte y optar por nuevas fuentes de energía y medios alternativos como la bicicleta. Hay que guardar el carro y sacar la bicicleta.”
Sin duda, un mensaje valioso y oportuno para ciudades como Bogotá donde el tráfico vehicular se encuentra colapsado. ¿No creen? La ciudad está trancada y nada sería más terco que pensar que la solución a este problema estructural que a diario se devora el tiempo y la calidad de vida de los bogotanos, no pasará por unos cambios culturales profundos sobre cómo y en qué nos movemos.
Definitivamente hay que cambiar el chip y por eso la importancia de tropezar con estos mensajes. Que si vienen de un alcalde de la región que como Ebrard, parece haber correspondido un discurso progresista y acertado, con resultados concretos en su gestión, pues mucho mejor. No es carreta. Hay una coherencia respaldada por hechos y resultados. Ver entrevista.
Y remarco esto último, el asunto de la coherencia, porque desafortunadamente, esa misma edición de la revista que nos presenta a Ebrard y su propuesta de ciudad sostenible, dedica poco más de 40 páginas de pauta dirigida al automóvil. La revista es de 150 páginas. Haga cuentas: 27% de su contenido.
¿Contradictorio? ¡Yo diría que sí! ¡Por supuesto que sí! Pero esta es la sociedad en la que vivimos.
Sobra decir que este hábito incoherente entre contenido y pauta, de ninguna manera es exclusivo de la revista. La sección de vehículos de la edición dominical de El Tiempo es fácilmente más gruesa que cualquier versión completa del mismo periódico un día lunes. Así haya un especial sobre el peatón, abran el rincón de la bicicleta, en fin. Los mensajes importantes que necesita la ciudad naufragan frente a ese mar de publicidad y la idolatría de nuestra sociedad por el automóvil y el contubernio con la industria.
Los invito a hacer el siguiente ejercicio: busquen una versión impresa de El Tiempo o El Espectador y pásenlos página por página contando publicidad de automóviles. En uno más que en otro, en un mal día no hay menos de 4 o 5 avisos.
Los dejo con las portadas de El Espectador y El Tiempo del pasado domingo, 18 de noviembre, y otros ejemplos del protagonismo del automóvil en nuestros medios escritos.
¿Al fin qué? ¿Guardamos el carro y sacamos la bicicleta? ¿O seguimos comprando carros hasta que no le quepa uno más a la ciudad?
¿Qué responsabilidad le cabe a los medios en esto de ayudar a cambiar la cultura?





3 respuestas a «¿Al fin qué?¿Sí más carros o no más carros?»
Y hablando de navidad y natillas, la sección de clasificados de venta y compra de bicicletas cuándo aparecerá en nuestros reducidos diarios. Sotanos, depositos, parqueaderos y demas rebosantes de bcicletas sin usar. Y mensajeros, obreros, estudiantes, niños y niñas y uno tratando de salvar o buscarse una bicicleta.
Salud.
Nelson Córdoba
Ah. Y para cuando podemos hacer una foto cabezote de Miblogota, que nos dé la mirada desde otro de los miradores hermosos de la ciudad. El de la Piedra de la Verdad en la hoya del rio San Francisco a los pies del paramo del Verjón. Mirada centro hacia centro y sur occidente. O desde el Cerro de Diego Largo, o el de la cuenca de El Delirio, y comemos trucha hacia el sur sur y sur occidente. Completamos los ciento ochenta grados de mirada urbana. Te sorprendera gratamente y nos sorprendera a todos.
Salud
Nelson Córdoba
Los empresarios y publicistas, saben lo que realmente le gente quiere. Las personas quieren buena movilidad y propiedad privada. Ni lo uno, ni lo otro lo ha obtenido con el transporte público. Y tampoco con sus automóviles, la resignación, fracaso y tristeza debe ser grande.
Creo que no se puede exigir por decreto lo que las personas no quieren. ¿Hasta dónde los habitantes de la Capital están convencidos de qué lo que han propuesto sus gobernantes es lo que quieren o querrán?
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