Fueron como 2 los meses de preparación para esta carrera. Ya la había corrido el año anterior.
En el 2011 la disfruté muchísimo (Ver: miBLOGota en la Media Maratón de Bogotá 2011). Era la primera vez que me le media a una carrera de esa distancia. Sí que me la gocé. La gente animando. Mi madre y un gran amigo de la vida con sus hijos y esposa saludándome a la altura de la calle 72 (Sacaron unas buenas fotos y mi cara lo dice todo). Más adelante, a otro par de amigas tuve que gritarles al pasar, pues un hombre que corría disfrazado de gorila las distraía. Compartir las calles literalmente con miles de personas, entre competidores y animadores de la carrera. El deporte en el centro de todo. Es una prueba durísima. 21 km son 21 km. Me acuerdo muy bien, de lo difíciles de esos últimos 2 kilómetros. Pero al final acabé. Y acabé bien. Feliz por el logro. Sobrecogido por las dimensiones del evento. Maravillado por esa impresionante multitud de personas que se le midieron al reto. Feliz de ver caras conocidas y otras que ni idea. Que con todas había intercambios de miradas como reconociendo el esfuerzo y el coraje del otro. Unos tesos todos….me decía a mí mismo. Y salí ese día con el compromiso de repetirla en el 2012. Hablar de ese 2011 es fácil y grato. Sentí como si hubiera ganado y así muy seguramente debían sentirse todos los otros miles que allí estuvieron.
Yo en el 2011
Por unas horas, miles de personas sentíamos una fraternidad extraña en esta ciudad por la que corre y transpira tanta carga de neurosis, individualismo y hostilidad.
La historia del 2012 fue otra. Hablando de mí carrera. Me preparé con similar rigor. Depronto un par de semanas menos debido a una lesión que por fortuna se fue a tiempo. Iba decidido y convencido de que mejoraría el tiempo del 2011. Una meta más que razonable.
Las siguientes son palabras de nuestro alcalde Gustavo Petro: “El mayor estímulo para dejar de usar el vehículo particular es tener un transporte público masivo de calidad, el cual puede ayudar a una organización humana de la movilidad de los ciudadanos. Para ello, priorizamos en los modos de transporte destacando en primer lugar al peatón, segundo la bicicleta, tercero el transporte público y cuarto el vehículo particular”.
Y éstas, algunas de las propuestas anunciadas por el alcalde con las cuáles buscará desincentivar el uso del carro particular en Bogotá:
Cobros por congestión o peajes urbanos. (Por empezar)
Política de estacionamiento y sanción al estacionamiento en vía. (Hubo anuncio reciente de endurecimiento en aplicación de sanciones)
Mejor y más transporte público masivo
SITP (Empezó aunque de verdad no empezó)
Más Transmilenio (Por empezar)
Tranvía (¿Lo veremos en la actual administración?)
Metro (¿Lo veremos algún día?)
El peatón y los medios no motorizados de transporte serán la prioridad. (¿Lo veremos algún día?)
Sin embargo, en medio de esta cascada de conceptos positivos, la administración no tiene problema alguno en salir con la siguiente pieza de comunicación alrededor del nuevo Pico y Placa.
“Carro todos los días” Bogotá Humana.
El mensaje del gobierno que trabaja por desincentivar el uso del carro particular: «Carro todos los días»
¿Carro todos los días? ¿Es un chiste? ¿No es esta la administración que predica el desestimulo al uso del carro particular? ¿No se le ocurre otro mensaje? ¿Es el mensaje consistente y coherente con el enorme esfuerzo que como sociedad debemos hacer para cambiar nuestra percepción sobre el carro? ¿Hay cohesión y claridad en el equipo del alcalde alrededor de estos importantes principios? ¿En esto consiste la educación que la administración le está dando al público? Solo quiero decirle a la administración: OJO con la comunicación y los mensajes.
Les comparto algo de la serie de arte urbano que encontré durante este mes de julio 2012 en las calles de Bogotá. ¿Quiere ver más? Lo invito a seguir miBLOGotá Street Art en:
Este no es un tema ni glamuroso, agradable o estético. Pero sí que es necesario tratar.
La “dulce” ancianita y su mascota
Un par de semanas atrás venía caminando, regresando de almorzar y me encontré de frente con la escena de una “dulce” ancianita paseando a su perro y este que cagaba en pleno andén. Normal, eso hacen los perros. ¿Cierto? Pero al terminar el perro de hacer su vuelta, me percato que la mujer no recoge el popó y que tampoco parece asomársele la intención de hacerlo.
Paso a su lado y le digo: «señora, debe recoger eso». ¿Saben cómo responde? Se queda muda, pasmada, estática como una estatua, haciéndose la boba, la que no escuchó. Sí. Es una abuelita. Pero en ese momento, pienso, una vil abuelita. Una aviona, igualita al del bus que se le cierra a todo el mundo. Paso de largo caminando, mirando de reojo hacia atrás. Confirmada mi sospecha. Ahí dejó el bollo para que alguien lo pise u otra persona se lo recoja.
«Señora por Diooooooos» Apuesto a que esta es una de esas señoras, divinamente bien, que viven preguntándose en qué momento se estropeó todo, quejándose de la juventud de hoy y del guache del bus. ¡Vándalos esos! ¡Mechilargos! ¡Mucho indio! Etcétera, etcétera.
¿Qué creen ustedes? ¿Qué al frente de su casa tampoco limpia? ¿Creen que respondería igual ante la mirada de un conocido o un vecino?
¿Cómo resocializamos a la abuelita?
Un parque en riesgo y la Media Maratón de Bogotá
Mi experiencia reciente me dice que este no es un evento aislado.
Por estos días me encuentro en la recta final de mi entrenamiento para la Media Maratón de Bogotá (domingo entrante, 29 de julio). La mayor parte de la preparación la he hecho muy temprano en las mañanas en el Parque el Virrey. Realmente son muy pocos los espacios en la ciudad para entrenar de manera tranquila y agradable, lejos de los carros y la contaminación (Yo recomiendo los parques: El Virrey, Nacional y Simón Bolívar). ¡Cómo le hacen de falta parques y zonas verdes a Bogotá!
Pues les confieso que ando realmente fastidiado con este «asuntico» de la caca de los perros. Día tras día, tras día, veo más caca en mi camino que los dueños de sus mascotas no recogen. Y por supuesto, uno la pisa. Y eso huele…..pues a mierda ¿A qué más? Ya he tenido varias malas pisadas. No es casualidad. El hábito parece estarse arraigando. ¡Qué desespero! Sí que es un problema. ¡Ganas de joder! ¿Pero cómo no?
City Etiqute, B.Grand
Claro. Y entonces hay que ser más cuidadosos y ya uno no observa a sus alrededores, no aprecia árboles, el entorno, nada. Se corre con la mirada fija en el asfalto, a la defensiva
Cebra de Colores pintada por grupo de ciudadanos -combo2600-
Esta nota es muy sencilla y directa. Aprovechando que aun está fresco el ejercicio de la cebra de colores, carrera 11 con calle 87, Parque el Virrey, quisiera llamar la atención sobre la oportunidad que tiene el Gobierno Distrital (Secretaría de Movilidad – IDU – Alcaldía de Chapinero) de complementar muy rápidamente el trabajo realizado por los ciudadanos que la pintamos y así terminar de asegurar –tanto como sea posible- el lugar para quienes lo caminan.
Nuestra cebra de colores, por sí sola, sigue siendo insuficiente.
Daniel García Peña, Foto obtenida de Revista Semana
Como lo podrán constatar en su carta de renuncia, es más que evidente el aprecio y respeto que Daniel García Peña, saliente Director de Relaciones Internacionales del Distrito, siente por el Alcalde Gustavo Petro. No es cualquier persona quien le está hablando en esta oportunidad. No es la “voz de la oposición” quien habla, mucho menos la “política del odio”. Aquí hay un gran afecto personal de por medio, una profunda convicción política en sus ideas –coordinador programático de su campaña presidencial– y una larga historia que los une -2do renglón para candidatura de 2002 a Cámara de Representantes-.
“Yo creo que la imaginación, la innovación, es empezar. No podemos tener todas las respuestas. No podemos ser tan arrogantes para pensar que tenemos todas las respuestas. Empezar es importante y contar con los aportes de la gente. Ellos te pueden indicar si vas o no por el camino correcto.”
Jaime Lerner
Un pequeño hombre siendo ciudadano. Nadie se queda por fuera.
Este sábado que acaba de irse -26 de mayo- pasó algo extraordinario en la ciudad. Cientos de personas participamos en una emocionante iniciativa de acción y expresión ciudadana que se extendió por toda la ciudad. El nombre de la jornada: 100 acciones en 1 día. ¿El objetivo? Darle a Bogotá. Una invitación a la ciudadanía por otros ciudadanos, no el gobierno, a conectarnos y a actuar generosamente por una mejor ciudad. Un llamado a asumir con creatividad y alegría la responsabilidad que nos atañe por el presente y futuro de Bogotá.
¿Qué pasó? De todo. Una gran variedad de intervenciones, realizadas principalmente por jóvenes, despertaron las calles bogotanas. (http://100en1dia.com/) Nosotros, el Combo2600, intervenimos el cruce peatonal de la Cr 11 con Cll 87 que conecta el Parque el Virrey. Pintar una cebra de colores fue nuestra contribución. ¡Y cómo hacia de falta!
El sábado pasado me robaron la bicicleta en el parqueadero del gimnasio Bodytech de la Calle 85 con Carrera 7ma. Pasaron alrededor de 2 hrs entre que dejé la cicla, entré al gimnasio, y salí para encontrarme con la amarga sorpresa. La cicla había quedado asegurada con candado, lo cual de nada sirvió. Como tampoco sirvieron la presencia de 1 celador que vigila el parqueadero y otros 5 señores que atienden el Valet Parking (City Parking). En horas pico la congestión vehicular es ridícula, y fue precisamente en medio de un fuerte movimiento de carros, que el robo tuvo lugar.
“¿Dónde está mi bicicleta?” En su momento la respuesta que obtuve fue: “aquí nadie vio nada”. ¡Pero si tuvo que suceder en frente de sus narices! “Aquí nadie vio nada.” Y para colmo, por el ángulo en el que se encontraba la cámara de seguridad, absolutamente nada se logró captar.
«Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive.» Gabriel Marcel
Coherencia conceptual
El miércoles de la semana anterior, al cabo de la intervención del alcalde Gustavo Petro en el Gran Foro de Movilidad realizado en la Universidad de los Andes, varias personas del público, comenzando por la moderadora, manifestaron haber percibido una enorme coherencia en su discurso. Como muchos, compartí la opinión, pero diría que principalmente sobre los grandes conceptos. Desestimular el uso del carro, estimular y mejorar el transporte público, la apuesta por un sistema multimodal y sobretodo la priorización del peatón. ¿Cómo no reconocer que su discurso suena cada vez más fuerte y fluido en lo conceptual y filosófico, y que a medida que pasa el tiempo lo comunica con mayor confianza y seguridad? (Ver el video) Es innegable que lo viene interiorizando.
Incoherencia real
Ahora bien, pues sucede que «no todo lo que es parece ni todo lo que parece es».
Por eso quisiera llamar la atención muy puntualmente sobre una afirmación que ha venido haciendo el alcalde desde tiempos de campaña, que reiteró durante el foro, pero que derrumba por completo la consistencia de uno de los argumentos centrales de su política de movilidad, y que también es un principio rector de su visión de ciudad. A mi modo de ver, un verdadero golpe a la quijada de su discurso; una monumental contradicción.
La destrucción de Transmilenio no es de estos días.
Destruyen Transmilenio 9M 2012- William Fernando Martínez/AP
Sus orígenes los encontramos varios años atrás, y la principal responsable de su debacle, sostengo yo, tiene que ser la inmadurez política de nuestro entorno. En ello cabe responsabilidad a muchos: ex alcaldes (exitosos y atroces), medios de comunicación y opinadores, partidos políticos, y por supuesto que también a los ciudadanos. A todos. Esto último es vital reconocerlo.
¿Por qué? Pues por no hacerlo, y por culpa de esta bendita manía colectiva que nos gobierna de buscar siempre señalar primero culpables, al tiempo, que esperamos vengan “otros” o “alguien” a arreglarnos el problema, y de paso, a decidir por nosotros, es que esto (Bogotá) está como está. Asimismo, por la ridiculez de todos acá de pelearse por su pequeña parcela, por defender minifeudos, todos creyéndose el protagonista de la película, cuando a la hora de la verdad se están auto-derrotando; y todos mientras tanto, perdiendo acá abajo. Sucede a nivel de la política de la ciudad y sus protagonistas, Transmilenio es una clara víctima de esto, pero igualmente se observa a nivel de las interacciones entre sus ciudadanos. Es una cultura que además de egolatría y personalismo, implica cortoplacismo, y una marcada ausencia de empatía colectiva.
Réplica miniatura de Transmilenio
Todos tiramos para nuestro lado, sintiendo que el avance y las victorias de los demás, son nuestras derrotas. O viceversa, sentimos que ganamos, sólo si el otro pierde; nunca cuando gana. De esta manera……. no sólo NO peleamos por lo significativo, sino que en el camino enterramos nuestros avances colectivos. Los más importantes, sin duda, ya que transforman físicamente ciudades, pero además los corazones de su gente y sus expectativas del futuro. Y eso lo logró TM.
Aproximadamente hace 1 año comencé a documentar arte urbano que encuentro en mis recorridos por Bogotá, lo cual ha sido un ejercicio mágico. Entre las razones para sentirlo así, además del aprecio por el arte, porque me ha significado una manera dinámica y entretenida de conectarme con el momento presente y el lugar donde estoy. En este caso Bogotá y la realidad de sus calles, andenes, plazas, parques, esquinas, gente, muros, árboles, etc. Tienes que activar todos tus sentidos. (El ejercicio lo llevo a donde voy).
En este paseo, como todo en esta vida, progresivamente vas ganando sensibilidad. El ojo se va afinando. La intuición va mejorando. Y entonces, comienzas a ver detalles y ángulos de calles y lugares que de otra manera te pasarían inadvertidos. Juegas a ubicar hermosas sutilezas de la ciudad. Juegas a fascinarte por aquello que a otros resulta intrascendente o simplemente no ven. A través de la búsqueda del arte observo la ciudad física, pero de paso también me detengo en el comportamiento de los transeúntes y las variaciones de las energías de sus distintas calles. Que las hay alegres, oscuras, mugrientas, indecentes, amables, adorables, aburridas, inhóspitas. Eso sí, todas tienen lo suyo.
La posibilidad de sorprenderte está presente en todo momento, esperándote en cualquier esquina o callejón. ¿Dónde estará el siguiente mural? Siempre quieres ver más y ningún rincón se descarta. Las calles las andas con un sentido de misión y propósito, diferente a quien sólo piensa en desplazarse de un punto A a un punto B. Siempre atento y curioso. Pasa el tiempo y notas cómo hay muros que ya los llevas grabados en tu memoria, y que comienzas a registrarles su evolución hasta cogerles cariño. Puedes ver cómo a algunos se les revive con nuevo arte, mientras otros, tristemente son arruinados por la insaciable y contaminante publicidad exterior. Así es la ciudad efímera.
Ahora bien, ¿Cuál es la mejor manera de hacerlo? Definitivamente caminar o rodar en bicicleta; permiten pausar, apreciar y fotografiar. El auto, generalmente no. Por lo menos no dentro de la ciudad. Hay demasiada velocidad asociada, te aísla del entorno, pero además conducirlos requiere de toda tu atención. No es paja aquello que dicen por ahí que para conocer una ciudad hay verdaderamente que caminarla.
Definitivamente la posibilidad de sorpresa y deslumbramiento existe aun encontrándote en el lugar en el que has vivido toda tu vida; en medio de la rutina, el trancón y el estrés. Está ahí, esperándote, a pesar de la aparente familiaridad con todo lo que te rodea y que crees que tanto conoces.
Buscar arte urbano y registrarlo en fotos, para después compartirlo con mis amigos y el resto del mundo a través de un blog (http://miblogota.tumblr.com/), ha sido mi manera particular de romper con la rutina, conectarme con el presente, pausar, respirar, y rescatar algo hermoso y esperanzador en medio de la dureza de mí ciudad. Hoy me considero un turista urbano de tiempo completo. Lo invito a que lo intente.
Los invito a que me envíen fotos de arte urbano que descubran para exhibirlo en el blog. Pueden enviarlas a través de gsarmientoaparicio@gmail.com, @miblogota o compartirlas en www.facebook.com/pages/MiBlogota.
Una iniciativa mágica. Un regalo para la ciudad. Un ejemplo de cómo transformar energías y actitudes a partir de la creatividad y la generosidad. A veces hay que simplemente dar.
¿Cuál cree usted que es el propósito de la iniciativa? ¿Alegrar, embellecer, arte, construir conciencia, molestar, hacer reír, refrescar la rutina? ¿Todas las anteriores? Yo diría que sí.
La metáfora de rescatar huecos, embellecerlos, darles vida, llenarlos de verde, es un mensaje de esperanza. Si cambiamos el lente, encontraremos oportunidades, alegría y unión en nuestro universo de problemas.
Mi opinión: a Bogotá no le caería nada mal una dosis de todo lo anterior.
Las motos en Bogotá son hoy por hoy el mejor sinónimo de la palabra atajo y el reflejo de la anarquía que se vive a diario en sus calles. No les aplica el pico y placa, no pagan parqueaderos -¿Para qué si el andén no les cuesta $1 peso?-, no respetan carriles y turnos en la vía, tampoco pagan peajes, no les aplicó el día sin carro, zigzaguean peligrosamente en todo momento adelantando carros hasta pisar la cebra, transitan campantes por andenes y ciclorutas amenazando peatones y ciclistas, ponen en peligro las vidas de personas que descienden de buses y busetas, y cuando lo ven conveniente, la contravía les resulta irresistible.
Son un peligro andante para los demás y para ellos mismos. Así se puede observar en las calles, y así lo comprueban las estadísticas. Entre los distintos actores de la vía, los motociclistas registran las tasas de accidentalidad más altas (2.665 muertes y 20.471 heridos en 2010), y después del desamparado y desdichado peatón, son quienes mueren con mayor frecuencia (Así fue en el mes de enero 2012).
A su crecimiento exponencial (pasaron de 43.714 en 2005 a aprox. 270.000 en 2012), han contribuido factores como lo baratas que resultan –eficientes en gasolina, pocos impuestos, bajo costo de su seguro de accidentes, no pico y placa, no parqueadero-, la posibilidad de evadir trancones (violando normas y todos los códigos de respeto en la vía), el indignante sistema de transporte público (“Guerra del Centavo”), que todo aquel que puede, evita, la facilidad para obtener una licencia, pero todo lo anterior, permitido en buena medida por la inexplicable demora de parte de los Gobiernos Nacional y Distrital, para entrar a ordenar el tema.
¿A qué debemos la espera? No lo sé. Pero entretanto, su número crece, el desmadre en las vías aumenta, se multiplican los lesionados y los muertos; el problema se extiende. ¿Y la solución? Pues se hará progresivamente más difícil. La nutrida sección de Vehículos de El Tiempo informaba el pasado sábado que el número de nuevas motos matriculadas en el país durante el 2011 fue de 510.730. Nuevos autos matriculados: 324.570.
Ahora bien, de toda la variedad de infracciones e imprudencias que cometen, la más grave ¡de lejos! tiene que ser la de asumir los andenes o ciclorutas como extensiones de las calles. ¿Hay lugar para las motos sobre los andenes? De ninguna manera. Absolutamente NO. Las aceras son terreno sagrado para peatones y vehículos no motorizados como bicicletas, patinetas y patines. Son el lugar de madres llevando en coche a sus chiquitos y de personas en sillas de ruedas. Son el lugar donde niños juegan y los abuelos pasean. Y sin embargo, lo anterior claramente no aplica en Bogotá, y cada día que pasa resulta más normal y frecuente, encontrarse con motociclistas trepados sobre andenes.
Hace unos días, regresando de vacaciones, encontré mi carro pinchado. ¿Qué hacer? Nada, resignación, cambiar rápidamente la llanta y dirigirme inmediatamente al montallantas. Valor del arreglo: $49.000. Tocó vulcanizarla, doble parche, cada uno a $19.000 más mano de obra. Precios del norte de la ciudad. Alguna vez un taxista me decía que por $10.000 le hacían la vuelta. Da igual, a todos nos drenan dinero.
Lo más lamentable es la pérdida de nuestro valioso tiempo con amigos, familia, esparcimiento y productivo. También se va nuestra capacidad de aguante y tolerancia ante el caos de la ciudad.
Uso muy ocasionalmente el auto, pero cuando lo hago, y procurando cuidado, igual me es imposible evadir los $$*&* huecos. No habían pasado dos días y ¡tenga!, caigo en uno en plena Séptima con calle 67, costado Norte-Sur. Gigantesco, de los estalla llanta y dobla rines. Cráter. Son trampas que no avisan. ¡No hay derecho! Ni la arteria principal de la ciudad se salva de este padecimiento.
Y entonces vuelven el malestar, la rabia, la impotencia y la resignación. A visitar de vuelta a los amigos del montallantas. Más tiempo y dinero extraviados. Más bronca con esta ciudad y la ineficaz y mediocre gestión de su gobierno.
Pasadas tres semanas el hueco sigue ahí. Por supuesto, más grande y amenazador. ¿Por qué no se adopta un sistema de contratación para el mantenimiento de la malla vial que en efecto garantice su mantenimiento rutinario? Por ejemplo, que se les pague a los contratistas contra la permanente buena condición de las vías, con pagos periódicos basados en resultados; es decir, basado en el buen estado de las vías. Se deja de pagar por intervención y volumen, y comenzamos a pagar por servicio y calidad
¿De qué nos sirve reparar las vías si al poco tiempo reaparecen los huecos? ¿Por qué vías que están en buen estado son reparchadas sistemáticamente, mientras vías con huecos de tamaño considerable permanecen sin atención? La cuestión es de incentivos.
Esquemas de contratación que recogen estos principios (contratación por niveles de servicio) han sido utilizados con éxito en Canadá, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Argentina, Perú, Chile, y otros.
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El reclamo ciudadano por el deterioro de la malla vial es absolutamente legítimo. No es capricho. La administración de la ciudad necesita adoptar un sistema más efectivo, transparente y permanente de mantenimiento de la malla vial; de tapar sus huecos. Basta de excusas coyunturales como el invierno. A este problema crónico, que desangra sistemáticamente de recursos a la ciudad y a sus ciudadanos, que tanto afecta la movilidad y pone en riesgo vidas humanas, y agota nuestra paciencia, se le puede y debe poner fin.
Absolut Bogotá
Hueco 7a y 67
Hueco 7a y 67, fue tapado en días recientes
**En días recientes, después de escrito el artículo, el hueco que lo inspiró finalmente fue tapado. Agradecer al IDU y al nuevo gobierno de la ciudad. Atender el corto plazo no deja de ser importante, pero esta es una problemática que requiere de una solución estructural para el mediano y largo plazo.
Gustavo Petro anunció que durante su gobierno empezará la implementación de un sistema de pago por congestión con el fin de aliviar el trancón, y que a partir de su puesta en marcha vendría el desmonte progresivo del Pico y Placa. ¿No se estaría apresurando?
¿Ya Pagó? Londres
El esquema consiste en que para entrar a ciertas zonas de la ciudad, quienes opten por utilizar el auto particular, deberán pagar una tarifa, cuyo recaudo se destinará a la ampliación y el mejoramiento del sistema de transporte público. Sistemas como el planteado funcionan con éxito en varias ciudades del mundo, siendo quizás Londres,Singapur y Estocolmo los casos más conocidos y citados.
Hay que aplaudir esta apertura del nuevo alcalde de buscar en los éxitos de otras ciudades, alternativas a los problemas de Bogotá. Pero para ello hay que informarse a fondo y partir siempre de reconocer la naturaleza y posibilidades de la ciudad con objetividad.
En medio del debate que abrió su propuesta, y sus alusiones a ejemplos internacionales para respaldar sus ideas, un twittero le dijo: “Hombre, cómo va a comparar el circuito de movilidad parisino o londinense con el bogotano; aquí se usan autos porque no hay más”. Otro le preguntó: “¿Eso sí se puede comparar así de fácil?”. Razonable pregunta. Petro respondía invitando a otro incrédulo a que conociera el sistema de San Francisco, Estados Unidos para que viera que la idea “sí funciona”.
Interesado en la evidencia, busqué en Google y Wikipedia. ¿Saben hace cuánto contempla San Francisco la posibilidad de adoptar el sistema? Desde 2004. Los estudios sólo empezaron en 2006. ¿Prueba piloto? Será en 2015. Hoy no ha entrado en funcionamiento. ¿Desconocimiento? ¿Ligereza del alcalde?
Los esquemas de Londres, Singapur y Estocolmo hacen parte de un amplio conjunto de estrategias dirigidas a administrar la demanda del tráfico —altos costos sobre la propiedad de los autos, rigurosas políticas para el estacionamiento, fuerte cultura de la bicicleta— pero, lo más importante, se apoyan en sistemas públicos de transporte con calidad y cobertura superiores al de la Bogotá de 2013 (con Fase III de Transmilenio y SITP debidamente implementados).
La implementación del sistema es bastante más compleja de lo que puede sonar la idea. Toma tiempo, requiere de estudios, cuesta y, además, suele padecer de resistencia política y escepticismo ciudadano. ¿Realmente se siente preparado el alcalde Petro para introducir prontamente un sistema de estos que garantice su éxito? ¿Está lista la ciudad?
No puedo estar más de acuerdo con el camino que sugiere un esquema de “cobros por congestión” o “peajes urbanos”, que busca: 1) racionalizar el uso del auto, y concretamente, desestimularlo; castigando a quien congestiona y contamina 2) mejorar y ampliar el sistema de transporte público masivo de la ciudad; buscando estimular su uso; favoreciendo un sistema más eficiente y menos contaminante 3) centrar el esfuerzo de movilidad de una ciudad en mover personas, no automóviles; y 4) que advierte que el problema del trancón nunca será resuelto, no principalmente, por la vía de construir más vías, así ello contraríe nuestra más fuerte intuición; –Ley fundamental de la congestión vial: nuevas vías, generan nuevo tráfico, por ende, el trancón no acaba-.
La pregunta o propuesta debiera ser: ¿Qué necesitamos hacer hoy, y qué podríamos hacer a mediano término para preparar un sistema como el propuesto? Además de las grandes obras, o la introducción de sofisticados sistemas, lo que verdaderamente nos reclama el desastre bogotano de los últimos años, es apostarle a la consolidación de un proceso de mejoras incrementales. Buenas ideas, chambonamente implementadas, sólo ayudan a deslegitimar valiosas alternativas, y a erosionar la confianza del ciudadano en su gobierno.
En muy poco tiempo se le ha visto al alcalde Petro un patrón preocupante en relación a la manera como comunica sus decisiones de gobierno. Y es que ha preferido hacerlo en términos conceptuales, arrojando grandes ideas, abriendo debates, incluso polémicas, pero curiosamente, olvidándose de incluir el cómo lo va a hacer. Lo grave es lo siguiente: desde el 1 de noviembre pasó de candidato a ser alcalde electo, y desde el 1 de enero del 2012, a ser el Alcalde en ejercicio de Bogotá. Lugares, momentos, roles, y por supuesto, responsabilidades bien diferentes. Y entonces, empezando gobierno, cumplidos 16 días desde su discurso de posesión, sucede que nadie parece tener muy claro qué concretamente es lo que le propone a la ciudad.
A continuación el caso de la movilidad y su propuesta de los “cobros por congestionar”:
Tras su victoria en octubre, le vimos anunciar con gran determinación su intención de introducir cuanto antes un sistema de “cobros por congestionar”, o lo mismo a un sistema de “peajes urbanos” para entrar a ciertas zonas de la ciudad. Una y otra vez lo oímos citar el ejemplo del esquema de Londres como un caso exitoso. Hablaba de la urgente necesidad de racionalizar el uso del automóvil particular, y de ampliar y mejorar la red de transporte público masivo de la ciudad (Y aun lo hace, ¡Bien!). Ya, semanas más tarde, fue más lejos; atreviéndose a hablar -¿Apresurado?- de una tarifa aproximada de $2.500. ¿Cómo llegó a esa cifra? No lo sé; no explicó. Y seguramente, tampoco nadie se lo preguntó (¡Mal!). A la puesta en marcha del sistema, le amarró el desmonte gradual del Pico y Placa. Un verdadero diluvio de anuncios. El cómo, el cuándo, el dónde, y a cuánto, aun no lo tenemos.
“Cuando miras una ciudad, es como leer los sueños, las aspiraciones y el orgullo de todos los que la construyeron.” Hugh Newell Jacobsen
Fuente: Revista Semana
A la pregunta, ¿Cómo quiere que lo recuerden los bogotanos cuando salga de la Alcaldía en una frase?, el recién elegido alcalde de Bogotá respondió lo siguiente: “Como el alcalde que logró superar la segregación social en la primera infancia.” No podemos sino desearle lo mejor en este frente. Un reto sin duda loable, así como una inversión estratégica e inaplazable para la ciudad. Y sin embargo, parece más un juego de palabras, propio de quién promete mucho, pero a la vez, a nada concreto se compromete. Y me refiero especialmente, en lo que atañe a la Bogotá perceptible. Esa con la que interactuamos a diario sus ciudadanos; la ciudad que apreciamos y vivimos con nuestros cinco sentidos.
Pensando en el futuro de la ciudad, los invito a preguntarnos lo siguiente sobre lo que nos pasó en Bogotá durante las pasadas dos administraciones: ¿Cómo evolucionó la ciudad hablando de la experiencia del ciudadano en las calles? ¿Cuál es la ciudad que hoy se presenta ante nuestros sentidos? ¿Es más segura, más amable, es más vivible? ¿Qué nos dice la superficie actual de la ciudad? ¿Vivimos en una mejor ciudad?
Mmmmm…..pues al cabo de 8 años, al cierre de la administración Moreno, en plena temporada navideña, la ciudad se encuentra absolutamente colapsada. ¿No cree? ¿Se siente capaz de refutar esta afirmación? Salga y vea no más; hágalo con cuidado. La infraestructura de la ciudad está vuelta pedazos –alud circunvalar, los millones de huecos, carrera 11-, barrios enteros sumergidos bajo las aguas fétidas del Río Bogotá, el trancón ha cobrado dimensiones ridículas, la sensación de inseguridad no cede, la confianza de la ciudadanía hacia su gobierno y la justicia se encuentra completamente erosionada, la distancia entre ciudadanos y policía se acrecienta; la intolerancia reina, el descuido general por el bienestar colectivo se impone. Las calles son del más fuerte, y de los más avivatos y atravesados. ¿La autoestima de la ciudad y sus ciudadanos? Literalmente arrastrándose.
Y es entonces, de cara a este presente tan difícil que enfrentamos, ante una realidad tan contundente, que las palabras del alcalde electo parecen dirigidas a otro escenario.
Aquí no hay de otra. El próximo alcalde deberá centrar toda su atención en Bogotá. Deberá ponerse en los zapatos del ciudadano de a pie. Deberá observar con detenimiento y curiosidad sus calles. Deberá bajarse a la escala del ser humano, aquella en la que las personas tocamos y vivimos la ciudad, y arrojar resultados allí (seguridad, transporte, convivencia, cultura ciudadana, infraestructura urbana, espacio público, contaminación, basuras, etc.). Deberá honrar su frase de campaña de una “Bogotá Humana Ya”; pero que sea de ver y del diario vivir, y que nos toque a todos. Ahí está el reto.
Definitvamente será en hechos visibles, que lleguen y toquen al ciudadano, donde aguardará impaciente la legitimidad del nuevo alcalde como líder de esta difícil, hoy desbaratada, pero a la vez, formidable ciudad. ¿Cómo será la ciudad visible al cabo de sus primeros 6 meses? ¿Al cabo del primer año, del segundo, y por supuesto, al cierre de su alcaldía? ¿Cómo vivirá el ciudadano de a pie su ciudad? Preguntas para tomarse muy seriamente, por Petro y su equipo, y por nosotros los ciudadanos.
Jaime Lerner, el afamado exalcalde de Curitiba, consultor internacional de ciudades por más de 40 años, no se cansa de repetir lo siguiente: “La ciudad no es un problema, sino una solución.” Insiste en que hay que moverse rápidamente y hacer, que “cualquier ciudad del mundo puede mejorarse en menos de 3 años……lo cual, no es una cuestión ni de escala, como tampoco de recursos financieros.” Al final, la capacidad de realización, de proyectar una visión y aterrizarla a la realidad, de hacerla visible y vivible, es realmente lo fundamental.
Esta frase no dista mucho de la utilizada hace poco como encabezado de un artículo sobre las altas cifras de accidentalidad y mortalidad de peatones en las calles bogotanas. “Cada 48 horas muere un peatón, (atención) por no mirar al cruzar la calle”. Desde allí, sin tener siquiera que entrar a la nota, ya era posible anticipar el mensaje que se proponía enviar: imprudencia y descuido, principales causas de los accidentes y de la muerte de peatones. Es decir, el culpable de su muerte es el mismo peatón.
Les confieso que ante la sorpresa de lo que leía, releí y releí, hasta comprobar. Quedé boquiabierto y desalentado. Por un lado, la cifra es aterradora. Pero SOBRE TODO, confieso, el desaliento me vino por el sesgo contra el que camina, proveniente de un importante líder de opinión nacional; pues ello no es más que la confirmación irrefutable del precario lugar que se le da al peatón en nuestra sociedad.
Acá hay un grave problema de movilidad y seguridad vial: 3.851 atropellados y 192 muertos entre enero y agosto de 2011, lo equivalente a 16 atropellados por día o 24 muertos por mes, según cifras del Distrito. Y además, un problema de prioridades y de concepción colectiva de la ciudad.
Bogotá es una ciudad donde el rey y campeón es el carro. Cuando el peatón se encuentra con un carro, o le pide sumisamente permiso para cruzar la calle, o simplemente le da paso, o desafía y defiende su derecho a cruzar primero. En este último caso, el riesgo en el que incurre por impertinente se dispara. Así nos han educado. Y así se ha concebido la ciudad en su gran mayoría. Sucede que al tomar control de un auto, somos valientes, atravesados y hasta matones. Pero una vez bajamos del mismo, somos más bien sumisos, dóciles, casi invisibles. El problema es ser uno el peatón. Perverso. Pero así funcionamos. Y así nos condiciona el entorno. En tierras del carro, el BOLARDO es el demonio, y el peatón, un ciudadano de segunda; un pobretón.
¿Qué hacer? Convertir la protección al peatón en una prioridad de la ciudad. Pensar en el peatón es obligarnos a mirar de manera amplia y comprehensiva los aspectos más críticos de la ciudad, pensando siempre primero en las personas , no en el auto particular y sus exigencias. Esa es quizás la motivación más extraordinaria para hacer de Bogotá una ciudad tolerante, incluyente, amable con el medio ambiente, compacta, limpia, cálida y segura para todos.
¿Después de militar toda una vida como independiente, y de ser, de lejos entre el lote de candidatos el más capacitado para gobernar Bogotá, había necesidad de aliarse con Uribe, y llenarse de cuestionamientos que hasta el momento no había tenido?
El mismo Peñalosa se encargó de marginar la más importante ventaja comparativa que en la actual coyuntura de crisis de la ciudad, candidato alguno pudiera presentar frente a sus rivales:
Profundo conocimiento de la ciudad, experiencia probada como alcalde, status como reconocido experto internacional en temas urbanos, y una carrera política, que no exenta de fracasos, se mantenía limpia de asociaciones con corruptos y políticos tradicionales.
En entrada del mes de Mayo, alrededor de la alianza entre Peñalosa y el expresidente Uribe, y la gavilla de concejales uribistas que cogobernaron con Samuel Moreno, dije lo siguiente:
“Creo en la necesidad de reivindicar las opciones políticas ciudadanas y aquellas que por trayectoria dan mayores seguridades de no terminar contaminadas por la politiquería y la corrupción. Creo en la urgente necesidad de derrotar por medio de la inspiración, las buenas ideas, y el voto de opinión –el más difícil de conquistar-, al voto emocional, politiquero y asociado a cálculos electorales. Hoy más que nunca el electorado bogotano tiene la responsabilidad de elegir un programa sólido que demuestre independencia y firmeza frente al manoseo de la clase política oportunista y clientelista.”
Tristemente, siendo el mejor preparado de los candidatos, con las mejores credenciales para competir en un debate de ideas sobre la ciudad, con evidencia dura a su favor de ser un gran realizador de ideas, y blindado por una vida limpia de sospechas de corrupción, tiró por la borda esta ventaja, cuando se amistó con Uribe.
Insólitamente, como se vio en el debate televisado de RCN, remata sus últimos días de campaña defendiendo a los concejales de la U, de quienes se sospecha con fuerza, fueron cómplices de los Moreno en el carrusel de la contratación.
Mejor dicho. Sin tener nada que ver en ese entierro, termina cargando el muerto. Terminó debiéndoles. Así es. La politiquería tiene su precio en campaña, y no lo duden, también lo tendrá al gobernar.
Por eso: «Hay cosas que no tienen precio. Para todo lo demás existe Master Card.»
Una vida limpia de asociaciones con corruptos y políticos tradicionales. No tiene precio.
Entre la gran mayoría de los bogotanos, la opción de subir nuevamente una opción de izquierda al poder está descartada. ¿Darles una tercera oportunidad de gobernar la ciudad? La gran mayoría, dice que no. ¿Razones? No creo que falte enunciarlas.
Y así nos lo confirmaría una rápida lectura de la intención de voto. Para la actual elección, las preferencias de los bogotanos están en su gran mayoría con opciones no representativas de la izquierda democrática. Algo que se entiende dentro de la lógica democrática; y era de esperarse. Los buenos gobiernos se premian con el voto. Los malos se castigan.
Lo cual da, siguiendo esa idea, que las posibilidades de que la izquierda repita gobierno en Bogotá debieran ser muy pocas o inexistentes. ¿Cierto?
Pues la verdad……no. No es así. No en Bogotá.
A contados días de la crucial elección, el candidato más opcionado, el puntero en las encuestas, se llama Gustavo Petro. Hoy Petro con sólo un 27% de la intención de voto en las encuestas, está muy cerca de ser el próximo alcalde de Bogotá. El candidato oficial del PD, Aurelio Suarez, registra apenas el 1%. No hay que ser un genio para saber a dónde se irán los votos militantes del PD. Así el uno diga que ya nada tiene que ver con el Polo, y el otro, diga que Petro ya nada tiene que ver con la izquierda.
Mientras tanto, la preferencia por un gobierno de la ciudad diferente a la línea ideológica del PD se atomiza entre las candidaturas de Peñalosa (21%), Parody (17%), Galán (10%) y Luna (7%). La sumatoria de sus candidaturas alcanza entre 55%-60% del global de la intención de voto.