“Cuando miras una ciudad, es como leer los sueños, las aspiraciones y el orgullo de todos los que la construyeron.” Hugh Newell Jacobsen

A la pregunta, ¿Cómo quiere que lo recuerden los bogotanos cuando salga de la Alcaldía en una frase?, el recién elegido alcalde de Bogotá respondió lo siguiente: “Como el alcalde que logró superar la segregación social en la primera infancia.” No podemos sino desearle lo mejor en este frente. Un reto sin duda loable, así como una inversión estratégica e inaplazable para la ciudad. Y sin embargo, parece más un juego de palabras, propio de quién promete mucho, pero a la vez, a nada concreto se compromete. Y me refiero especialmente, en lo que atañe a la Bogotá perceptible. Esa con la que interactuamos a diario sus ciudadanos; la ciudad que apreciamos y vivimos con nuestros cinco sentidos.
Pensando en el futuro de la ciudad, los invito a preguntarnos lo siguiente sobre lo que nos pasó en Bogotá durante las pasadas dos administraciones: ¿Cómo evolucionó la ciudad hablando de la experiencia del ciudadano en las calles? ¿Cuál es la ciudad que hoy se presenta ante nuestros sentidos? ¿Es más segura, más amable, es más vivible? ¿Qué nos dice la superficie actual de la ciudad? ¿Vivimos en una mejor ciudad?
Mmmmm…..pues al cabo de 8 años, al cierre de la administración Moreno, en plena temporada navideña, la ciudad se encuentra absolutamente colapsada. ¿No cree? ¿Se siente capaz de refutar esta afirmación? Salga y vea no más; hágalo con cuidado. La infraestructura de la ciudad está vuelta pedazos –alud circunvalar, los millones de huecos, carrera 11-, barrios enteros sumergidos bajo las aguas fétidas del Río Bogotá, el trancón ha cobrado dimensiones ridículas, la sensación de inseguridad no cede, la confianza de la ciudadanía hacia su gobierno y la justicia se encuentra completamente erosionada, la distancia entre ciudadanos y policía se acrecienta; la intolerancia reina, el descuido general por el bienestar colectivo se impone. Las calles son del más fuerte, y de los más avivatos y atravesados. ¿La autoestima de la ciudad y sus ciudadanos? Literalmente arrastrándose.
Y es entonces, de cara a este presente tan difícil que enfrentamos, ante una realidad tan contundente, que las palabras del alcalde electo parecen dirigidas a otro escenario.
Aquí no hay de otra. El próximo alcalde deberá centrar toda su atención en Bogotá. Deberá ponerse en los zapatos del ciudadano de a pie. Deberá observar con detenimiento y curiosidad sus calles. Deberá bajarse a la escala del ser humano, aquella en la que las personas tocamos y vivimos la ciudad, y arrojar resultados allí (seguridad, transporte, convivencia, cultura ciudadana, infraestructura urbana, espacio público, contaminación, basuras, etc.). Deberá honrar su frase de campaña de una “Bogotá Humana Ya”; pero que sea de ver y del diario vivir, y que nos toque a todos. Ahí está el reto.
Definitvamente será en hechos visibles, que lleguen y toquen al ciudadano, donde aguardará impaciente la legitimidad del nuevo alcalde como líder de esta difícil, hoy desbaratada, pero a la vez, formidable ciudad. ¿Cómo será la ciudad visible al cabo de sus primeros 6 meses? ¿Al cabo del primer año, del segundo, y por supuesto, al cierre de su alcaldía? ¿Cómo vivirá el ciudadano de a pie su ciudad? Preguntas para tomarse muy seriamente, por Petro y su equipo, y por nosotros los ciudadanos.
Jaime Lerner, el afamado exalcalde de Curitiba, consultor internacional de ciudades por más de 40 años, no se cansa de repetir lo siguiente: “La ciudad no es un problema, sino una solución.” Insiste en que hay que moverse rápidamente y hacer, que “cualquier ciudad del mundo puede mejorarse en menos de 3 años……lo cual, no es una cuestión ni de escala, como tampoco de recursos financieros.” Al final, la capacidad de realización, de proyectar una visión y aterrizarla a la realidad, de hacerla visible y vivible, es realmente lo fundamental.