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Luces de gratitud: Dale Ritmo a Bogotá 2.0

Ideas Accionables para Bogotá – Idea #3 

Este artículo hace parte de una serie en la que propongo ideas concretas, accionables, de bajo costo y alto impacto, que considero pueden contribuir a mejorar algún aspecto o dimensión de la ciudad. 

Idea #1: Más Crepes&Waffles y menos Rappis para Bogotá y nuestras ciudades

Idea # 2: Ciudadanía, Tecnología y Gobierno por el espacio público de Bogotá 

Idea # 3 – Relanzar Campaña Dale Ritmo a Bogotá

Propuesta: Relanzar la Campaña Dale Ritmo a Bogotá para que nos enseñen a los bogotanos a no bloquear intersecciones con una estrategia de implementación mejor diseñada y ejecutada, apoyándose en conductores de Transmilenio, Sitp y empresas de taxis y de transporte escolar.

En Japón la comunicación en el tráfico se da de forma gestual, y se agradecen los gestos generosos que se reciben por parte de otros conductores a través de las luces de parqueo (Ver video). Esto sucede, por ejemplo, cuando alguien cede el paso o permite un cambio de carril. 

Iniciando la segunda administración de Enrique Peñalosa en 2016, se puso en marcha una campaña de cultura ciudadana que abordaba el problema del bloqueo de las intersecciones en la ciudad, que es uno de los comportamientos en el tráfico bogotano que más dificulta y entorpece la movilidad. 

Por un lado, interrumpe la fluidez vehicular, llegando en ocasiones a colapsar sectores completos de la ciudad. Y por el otro, es un enorme riesgo para los peatones que se ven obligados a cruzar las calles entre carros, buses y motos que no desaprovechan cualquier espacio para andar. 

¿Cuántas de las muertes y lesiones de peatones por siniestros suceden en intersecciones? Este es sin duda un dato crucial para la estrategia, pero desafortunadamente no logré encontrarlo entre las estadísticas de la Secretaría de Movilidad.

La campaña consistía en que los conductores que se encontraran en una intersección con el semáforo en verde, en la que avanzar causaría un bloqueo, debían alertar a los vehículos detrás de ellos encendiendo las luces estacionarias.  

Este sencillo gesto de comunicación entre conductores ayudaría a establecer un mecanismo de coordinación, evitando bloqueos, pitos  y reacciones agresivas hacia quienes intentan no bloquear las intersecciones.

El exalcalde Mockus incluso acompañó el lanzamiento de la campaña junto al alcalde Peñalosa, y ayudó a explicar su funcionamiento. 

(Ver video corto de lanzamiento

Las luces estacionarias son un nuevo lenguaje de comunicación entre conductores.

“Comunicación a través de luces, en vez de comunicación a través de pito”, explicaba Mockus. “Parece rarísimo que no lo hubiéramos hecho antes”, decía durante el lanzamiento.

Pues estamos en 2023 y seguimos sin hacerlo, en un contexto de congestión mucho peor, agravado por las muchas obras en curso.   

Siempre me pareció una gran idea por varias razones: resuelve un problema significativo en el tráfico, involucra a los ciudadanos de manera central en su funcionamiento, es relativamente fácil de enseñar y ejecutar, tiene un costo muy bajo y un alto impacto. Además, introduce un mecanismo de coordinación y colaboración que podría aplicarse en otras situaciones de tráfico en la ciudad. 

Pero lo más importante es que se enfoca en fomentar un gesto sencillo pero poderoso: que ante acciones solidarias que nos benefician a todos los bogotanos expresen mutuamente su agradecimiento. Esto tiene el potencial de alterar positivamente la energía colectiva que permea la ciudad, ayudando a la construcción de confianza entre nosotros.   

A pesar de estas ventajas evidentes, lamentablemente esta idea careció de una estrategia de implementación efectiva

Si bien hubo un lanzamiento mediático que generó cobertura en medios y emisión de cuñas radiales durante un tiempo, el esfuerzo pedagógico en las calles fue minúsculo, efímero y simplemente insuficiente para instalar el nuevo comportamiento.

En febrero de 2017, un artículo de Publímetro decía: “Con mucha expectativa se lanzó el año pasado la campaña de cultura ciudadana ‘Dale ritmo a Bogotá’, pero después de unos meses el objetivo de enseñarle a los capitalinos a respetar las intersecciones en cada cruce de semáforo se fue apagando como una fiesta cuando ponen una ranchera”.

La principal lección que nos deja el fracaso de esta campaña es, sin duda, la importancia de una buena ejecución de la idea. Porque una buena idea mal implementada tiene el fracaso asegurado, desperdicia recursos limitados, esfuerzos valiosos y su valor termina en la caneca.

“Nunca es la idea, siempre es su ejecución”, leía por estos días en un libro sobre innovación. 

Un reto de ejecución: lo que se requiere para instalar un nuevo hábito en los ciudadanos

Instalar cualquier hábito nuevo necesita de mucha repetición y reiteración, y el aprendizaje basado en la experiencia es fundamental para lograrlo, mucho más que una campaña efímera en medios y redes sociales. 

Nadie aprende a manejar un carro o una bicicleta leyendo un manual o a través de cuñas radiales, hay que aprender haciéndolo. Y como con todo lo nuevo al principio hay que reforzarlo mucho más para que se quede. 

Por eso, creo que la clave detrás de este reto de implementación consiste en identificar y trabajar con esos actores que pueden ayudarnos a replicar y enseñar consistentemente el gesto de coordinación en el contexto real de la ciudad, es decir, en las calles y en las mismas intersecciones. 

Necesitamos que sea algo que se repita miles de veces en la cotidianidad de la ciudad y durante el tiempo que sea necesario para convertir el nuevo comportamiento en hábito, para que quede instalado y eventualmente se realice de manera automática, como un reflejo, apenas se presente la posibilidad de bloquear la intersección.  

Entonces, ¿cómo podemos hacer esto posible?, ¿quiénes son esos actores clave que nos pueden ayudar con una implementación sostenida y coordinada de la estrategia en las calles de Bogotá?

Los actores que creo que mejor nos podrían ayudar con el tipo de implementación que necesita la estrategia son: 

  • Conductores de Sitp y Transmilenio.
  • Empresas de Taxis.
  • Empresas de Transporte Escolar.

En esta ocasión, la ejecución de la campaña se apoyaría principalmente en los conductores de Transmilenio y de Sitp, así como en empresas de taxis, aprovechando que son dos de los actores que más presencia y participación tienen en las calles de la ciudad. 

Otra razón crucial es que, al ser parte de empresas con estructuras organizacionales claras y definidas que cuentan con canales internos de comunicación, se hace posible dirigir mensajes y establecer los compromisos que requiere la campaña para poner a cientos de conductores a repetir el gesto en las calles y convertirlos en los embajadores de la estrategia.

Otros potenciales aliados, por las mismas razones, pueden ser los colegios y las empresas de transporte escolar, que se mueven principalmente durante las horas pico de la semana. Al involucrar el transporte de niños, la estrategia podría apelar al poder de los más jóvenes como transmisores de mensajes que impacten la conciencia de los adultos.

Además del gesto con las luces, está la posibilidad de utilizar estratégicamente los vehículos como vallas móviles que expliquen y refuercen el nuevo protocolo que queremos implementar. Y, por qué no, diseñar unas calcomanías para poner en la parte trasera de los carros, así se sumarían progresivamente más actores a la estrategia.

Finalmente, basándome en mis observaciones diarias, y como se evidencia en las fotografías, muchas veces son los conductores de Transmilenio y SITP quienes más contribuyen a bloquear las intersecciones. 

Por lo tanto, con esta nueva estrategia de convertirlos en aliados centrales en la mejora de la movilidad, estaríamos ayudando también a rescatar la imagen del sistema y sus conductores.

Estoy seguro de que los bogotanos lo agradecerán.  

Aquí puede ver el video largo del lanzamiento en 2016. 

La cultura ciudadana necesita un enfoque sistémico

Los cambios de hábitos y de comportamiento en el ámbito de la ciudad necesitan acciones y estrategias muy bien pensadas y diseñadas, a partir de una comprensión profunda del problema y su contexto, y de entender lo que motiva el comportamiento de sus muchos y diversos actores. 

Entonces, la cultura ciudadana no puede seguir reducida a acciones pedagógicas amables y divertidas, definidas por la presencia de arte y expresiones culturales, o a llamados vacíos a la autorregulación, o a campañas informativas o publicitarias de corta duración y aisladas de otras acciones y procesos complementarios. 

Pareciera que nos quedamos con el recuerdo de la icónica foto de los mimos de Mockus, pero sin la profundidad de la historia de los procesos y las reflexiones que tuvieron que darse para lograr transformar los comportamientos de los bogotanos durante los años de ese gobierno a finales de los años noventa.

Los cambios de comportamiento colectivo en diferentes ámbitos de la vida urbana (mal parqueados, colados en Transmilenio, basuras, coordinación en el tráfico, cuidado de parques, etc.) necesitan mucho trabajo y buen diseño de política pública. 

Son problemas complejos y sistémicos que dependen de muchos actores, fuerzas, dinámicas y relaciones que se retroalimentan y refuerzan mutuamente. Entonces, de nada sirven acciones aisladas y desconectadas de estrategias más comprehensivas para intentar corregirlos. 

Por eso, creo que es momento de pensar la cultura ciudadana de una manera diferente, desde un enfoque mucho más sistémico y comprehensivo, entendiendo la importancia del sentido de proceso para lograrla y la articulación en la solución de diferentes actores y dimensiones de un mismo problema. 

No basta decir que todo se resuelve con más cultura ciudadana y que la solución a todo es “más cultura ciudadana”. Esta no cae del cielo, ni aparece mágicamente al evocarla. 

Por el contrario, hay que crear las condiciones e intervenir el contexto para darle la posibilidad de aparecer. 

“El comportamiento del organismo es inseparable del comportamiento de su contexto” -Allan Watts.
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Más Crepes & Waffles y menos Rappis para Bogotá y nuestras ciudades

Ideas Accionables para Bogotá – Idea #1 

***Este artículo marca el inicio de una serie en la que propondré ideas concretas, accionables, de bajo costo y alto impacto, que considero pueden contribuir a mejorar algún aspecto o dimensión de la ciudad.

Idea #1: Concurso de Cultura Ciudadana Empresarial (Ciudadanía Corporativa)

Empresas que hacen parte de la solución a los problemas de Bogotá 

Propuesta: Un concurso anual que tenga como objetivo reconocer y destacar a aquellas empresas que, a través de prácticas empresariales responsables y la implementación de iniciativas, contribuyen activamente a la resolución de los problemas de la ciudad y a su buen funcionamiento.

Temas: Cultura Ciudadana Empresarial, Soluciones, Corresponsabilidad, Ciudadanía Corporativa.

«Una marca ya no es lo que le decimos al consumidor que es, sino lo que los consumidores se dicen entre sí que es». 

– Scott D. Cook, Director de Ebay

Que la mejor estrategia empresarial, sea hacerlo bien con la ciudad. 

El impacto de las empresas y sus operaciones en el buen o mal funcionamiento de la ciudad es enorme. Estamos hablando de aproximadamente 500 mil empresas en la ciudad-región. 

El de Rappi es quizás el mejor ejemplo, en el peor sentido, de una empresa que la causa todo tipo de efectos negativos a las ciudades, incluyendo siniestralidad vial, desorden en la movilidad, invasión de espacio público, proliferación de los ruidosos y contaminantes ciclomotores, situaciones de inseguridad y hasta mala disposición de basuras por parte de sus cocinas ocultas. 

Detrás de los malos comportamientos de los repartidores, además de un contexto excesivamente permisivo y laxo en el control, hay unos incentivos económicos muy fuertes, dictados por el diseño del algoritmo de su app y un modelo de negocio perverso basado en la inmediatez en la entrega, que premia o castiga al repartidor según ese criterio. 

A la fecha no hemos visto el más mínimo gesto por parte de la empresa de corregir estos impactos. Sus prioridades, sencillamente, no coinciden con los intereses de la ciudad.

Y, sin embargo, la ciudad proporciona el contexto para que muchas empresas surjan y se establezcan, aprovechando las economías y los mercados que ofrece la aglomeración. Dicho de otra manera, su existencia es posible gracias a que existe Bogotá.

Bajo esta consideración, resulta fundamental diseñar estrategias y promover diálogos en torno al objetivo conjunto de alinear las actividades empresariales con los intereses de la ciudad. 

Pero, desde que Mockus introdujo el concepto de cultura ciudadana en Bogotá hace ya muchos años, centrando la gestión de sus gobiernos en la búsqueda de cambios de comportamiento colectivo y mejores dinámicas de convivencia, la verdad es que el empresariado nunca ha participado de manera protagónica y consistente en esas conversaciones. 

Tampoco se le ha invitado a ser un agente clave en la búsqueda de las soluciones que la ciudad necesita.  

En ese sentido, el objetivo de este concurso consistiría en destacar, reconocer y visibilizar aquellas empresas que, más allá de existir, operar y pagar impuestos, entienden la importancia de alinear sus intereses con los de la ciudad. 

Hablamos de reconocer empresas cuyas operaciones se destacan por ser responsables con el buen funcionamiento de la ciudad, o mejor aún, desarrollan iniciativas que la benefician, aportando a la solución de sus problemas, no a empeorarlos.  

Bajo el liderazgo del Distrito, en alianza por ejemplo con La Cámara de Comercio de Bogotá, algunos medios de comunicación y una organización como ProBogotá, este concurso anual se convertiría en una plataforma estratégica para impulsar y posicionar el concepto de ciudadanía corporativa y cultura ciudadana empresarial. 

Sería una manera de comprometer a las empresas a asumir un papel positivo y protagónico en las soluciones y cambios que la ciudad necesita. Se trata de exigir y promover una dimensión ética en la relación entre las empresas y la ciudad, reclamando una consideración más profunda sobre como sus operaciones impactan el entorno urbano.

Estamos viviendo tiempos en los que el consumidor es cada vez más exigente con la dimensión social y ambiental de las empresas. 

En este sentido, y considerando que todo ciudadano es un posible consumidor, está la oportunidad de elevar la conciencia sobre la responsabilidad que las empresas le deben a la ciudad y a la calidad de vida de sus habitantes. 

Además de ser lo correcto, hacerlo bien con la ciudad, cuidarla, tratar bien a sus ciudadanos, puede significarle a las empresas una gran oportunidad de fortalecer su reputación de cara a los habitantes = potenciales consumidores. Mientras, hacerlo mal les implica un riesgo enorme de dañar la marca y perder mercado, como le ha pasado a los taxis ante la competencia de las plataformas. 

Hay muchos ejemplos de empresas en el mundo que han entendido que alinearse con los intereses de las ciudades y la calidad de vida de sus habitantes es una estrategia de posicionamiento y diferenciación inigualable. 

Uno de los casos más destacados es el de Citibank en Nueva York, con su respaldo al sistema de bicicletas públicas City Bike. 

Asimismo, la iniciativa Smart Cities de IBM es otro ejemplo interesante, donde la empresa le plantea a los ciudadanos-consumidores una conversación propositiva sobre soluciones para la ciudad, y despliega una campaña de publicidad experiencial y con propósito en el ámbito urbano: 

«Si las ciudades fueran más inteligentes, entonces la vida en las ciudades sería mejor. Construyamos un planeta mejor.»  IBM Smart Cities

En el caso colombiano, empresas como Crepes y Waffles han fortalecido su marca gracias a la dimensión social y de servicio que han desarrollado, empleando mujeres cabeza de hogar y desplegando una flota de domiciliarias propia en motos eléctricas en medio de la pandemia. 

Necesitamos más Crepes y Waffles y menos Rappis en nuestras ciudades. 

Todos los días las personas están compartiendo historias sobre buenas y malas experiencias con productos y servicios a través de las redes sociales. El buen voz a voz es difícil de ganar, mientras que el negativo coge vuelo rápidamente. 

Estamos ante un contexto y unas dinámicas muy favorables pensando en ayudar a propiciar esa mayor alineación de intereses entre las empresas y la ciudad. 

Por último, los invito a pensar en el siguiente reto: ¿De qué otras maneras creen que podemos fomentar la participación de los empresarios en la búsqueda de soluciones para la ciudad? Y, ¿Cómo logramos cultivar en el empresariado un sentimiento de corresponsabilidad en la creación de un mejor futuro para Bogotá?

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El misterio de los huevos fritos que aparecieron en las calles de Bogotá

La semana pasada los bogotanos nos encontramos con estos huevos fritos gigantes en diferentes espacios de la ciudad. 

Debo confesar, que de todas las campañas publicitarias que he visto últimamente en el espacio público de la ciudad, esta es la única que celebro. Es inteligente, creativa y tiene sentido del humor. Hay que ver la sorpresa de las personas al encontrárselos. Al verlos a lo lejos, despiertan mucho interés, y al acercarnos, invitan a interactuar, son juguetones, y además sirven para sentarse. La gente llega, se detiene, los observa con mucha curiosidad y los comenta con risa. Muchos aprovechan para tomarse fotos sentados, jugando o parados sobre ellos. Ahí estoy yo. 

Realmente fascinante todo lo que puede llegar a detonar la instalación de un huevo frito en un andén, una plaza o una calle peatonal.

Al espacio público le vienen bien elementos y actividades que nos inviten deliberadamente a las personas a permanecer, interactuar y jugar; que nos ayuden a construir confianza afuera en la ciudad y a crear sentido de lugar. Necesitamos espacios públicos activos, que nos inviten, que tengan la intención de acogernos y deleitarnos.

En términos de alcance publicitario, la acción ha sido un éxito. Despertó un voz a voz tremendo en las redes y la mayoría de los comentarios son positivos; “Es la primera vez que oigo de esa marca de huevos.” “Yo quiero verlos, ¿Dónde están?” “Qué idea tan original, felicitaciones”.  

Algo muy importante es que lo que predomina de la instalación es el huevo y no un logo enorme que contamina visualmente. En ese sentido, la acción también desnuda la mediocridad creativa de tanta marca que está pautando en el espacio público de la ciudad con esquemas invasivos, feos, que interrumpen pasos peatonales y bloquean vistas agradables, cargados de logos, sin ninguna audacia y muy poco reflexivos sobre el aporte o la afectación que le puedan significar a la experiencia de las personas en la ciudad.

La aparición de estos huevos fritos urbanos abre un debate muy interesante sobre el uso del espacio público y lo que debe ser la experiencia de vivirlo y disfrutarlo. Por un lado, estoy seguro que han puesto a pensar a las marcas sobre maneras más audaces y positivas de aprovechar la ciudad para posicionarse, pero por el otro, nos invitan a pensar sobre acciones e iniciativas que le inyecten juego y alegría a la ciudad, que nos ayuden a construir confianza y a volver sin miedo a su espacio público, invitándonos a quedarnos.

Como dice Jan Gehl, “Una buena ciudad es como una buena fiesta, uno se queda mucho más tiempo del planeado.”

En línea con los conceptos y las intenciones que hay detrás de estos grandes huevos, podrían diseñarse iniciativas maravillosas para el espacio público de la ciudad, incluso en alianza entre empresas privadas y gobierno distrital.

Para terminar, me gustaría compartirles tres iniciativas que comparten el propósito de querer impactar positivamente a través del juego, el diseño y el ingenio de los mismos ciudadanos el espacio publico de las ciudades.

Fun Theory (Teoría de la Diversión) de Volkswagen: Campaña que plantea un concurso para involucrar el ingenio de los ciudadanos en la búsqueda de soluciones divertidas para mejorar hábitos en el ámbito urbano utilizando la premisa de: hacerlo divertido para hacerlo efectivo. Usar la diversión y el diseño para cambiar comportamientos.

«¿Podemos lograr que más personas voten la basura en las canecas haciéndolo divertido?»

Festival de Prototipos de Market Street en San Francisco, USA: En el marco de un gran proyecto de renovación del corredor principal de la ciudad y como estrategia para conectar a los ciudadanos con el proceso, la ciudad se inventa un proyecto que invita a ciudadanos (colectivos, grupos comunitarios) y sector privado (firmas de diseño, arquitectura, artistas) a diseñar dispositivos/prototipos que induzcan tres comportamientos en el espacio público: interacción, juego y permanencia. Aprovechar la capacidad creativa de los ciudadanos y hacerlos protagonistas de los procesos de diseño y construcción de la ciudad. Los mejores prototipos pasarían de ser temporales a permanentes.

Foto: Neil Hrushowy
Foto: Neil Hrushowy
2015 Market Street Prototyping Festival – Groundplay
https://groundplaysf.org/projects/2015-market-street-prototyping-festival/

Ads with a purpose (Publicidad con propósito) de IBM Smart Cities: A través de esta publicidad experiencial y con propósito IBM se posicionó como una empresa comprometida con la calidad de vida de las personas, planteándole a su audiencia una conversación propositiva sobre ideas para la ciudad.

“If cities were smarter, then life in cities would be better. Let’s build a better planet.”

“Si las ciudades fueran más inteligentes, la vida en ellas sería mejor. Construyamos un mejor planeta.”

Video: Publicidad Inteligente para Ciudades Inteligentes,© Smart Ideas for Smarter Cities / IBM
archdaily
IBM creates ads with a purpose to promote 'Smarter Cities' - The Verge
https://www.theverge.com

***La campaña es una acción de la empresa Huevos Santa Reyes que está celebrando sus 50 años de vida.

Entre los comentarios que aparecen en las redes sociales algunos señalaron como lunar de la campaña que es la copia exacta de una instalación de un artista reconocido (Henk Hofstra), al cual no se le da crédito. Reclamo que puede tener algo o mucho de razón, pero ese es otro debate que debe darse en el mundo de las industrias creativas y del mercadeo y la publicidad.

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Arte Urbano miBLOGotá Bogota

Necesitamos más arte en las calles

“Poca gente va a exposiciones de arte. El poder del arte urbano es que llega a la vida diaria de las personas para ser visto «. iNO

Calle 59 y Carrera 7a

Este mural es nuevo. Tendrá quizás dos o tres semanas. Nació en medio de la actual coyuntura de crisis y protestas. Un día pasaba por ahí (Cll 59 y Cr 7ª) a plena luz del día y vi al par de jóvenes artistas trabajándole. Les faltaba muy poco para terminarlo. Me gustó. Me parece que reconforta. Siento que contiene un mensaje positivo, alusivo a Colombia, a la riqueza de su tierra y la fuerza de su gente. En medio de tanta violencia, zozobra y confrontación, me da la sensación de que expresa una mirada esperanzadora; el mural y la acción de llevarlo a cabo.

Porque es una acción política y ciudadana que construye. Porque detrás hay un esfuerzo que le aporta a la esquina, al barrio y a su comunidad; que le aporta a la ciudad. Porque contrasta fuertemente con el vandalismo y la destrucción sistemática de lo público en medio de la actual coyuntura. Porque necesitamos acciones creativas y propositivas que nos ayuden a salir de este espiral de autodestrucción y violencia. Y porque necesitamos acciones que contribuyan a mejorar lo que es de todos y a un cambio urgente de discurso y narrativas.

Foto: @alejocalder0n – Pintada en rotonda de Cll 19. Cr 3.

Por estos días, hemos visto como el arte callejero, desplegado por jóvenes talentosos, viene siendo un claro protagonista de la actual coyuntura de crisis como herramienta colectiva de expresión, comunicación, denuncia y protesta. A través del arte urbano, plasmado en calles y muros, los jóvenes han encontrado una manera inspiradora de hacer sentir su voz y sus posiciones críticas, pero también, de detonar procesos ciudadanos de trabajo y acción colectiva.

El arte urbano ofrece muchas posibilidades para desarrollar procesos sociales con variedad de énfasis:

  • Dinámicas innovadoras de participación ciudadana. Trabajo con jóvenes, niños y comunidades.
  • Catalizador de diálogos sociales y plataforma/herramienta de expresión.
  • Recuperación y gestión de espacio público. Mejoramiento de barrios y corredores.
  • Democratización de la cultura y el arte.
  • Cultura ciudadana de respeto por lo público.
  • Relación ciudadanía/jóvenes y policía. Relación gobierno-ciudadanía.
  • Relación artistas urbanos y comercios para la reactivación económica.
  • Empoderamiento de comunidades y ciudadanos.

La pregunta es, ¿Qué rol estratégico vamos a darle? ¿Dónde queremos poner el énfasis? ¿Será que somos capaces de potenciar esta herramienta para que le sirva a la actual coyuntura de crisis de pandemia y estallido social?

Una idea concreta y accionable para responder a estas preguntas….

Durante la pasada administración se dieron importantes avances en materia de política pública para la práctica responsable del arte urbano como el proyecto Distrito Grafiti, ubicado en la zona industrial de Puente Aranda. Sin duda, un proyecto emblemático, con obras de enormes formatos y un nivel altísimo en la calidad de sus obras, logrado con participación de artistas locales e internacionales. Y, sin embargo, conocido y apreciado por muy pocos.

Foto: El Tiempo – Distrito Grafiti en Puente Aranda
Fotos: culturarecreacionydeporte.gov.co – Distrito Grafiti en Puente Aranda

Desafortunadamente, al encontrarse en una zona industrial, sin más actividad comercial y humana, no hay nada diferente al proyecto que invite a llegar hasta allá. Por lo tanto, su visita termina reducida a un plan puramente turístico, restándole impacto y valor al proyecto. Al fin de cuentas, son proyectos que implican esfuerzos demasiado grandes, de presupuestos importantes, con unos resultados artísticos impresionantes y procesos sociales de fondo valiosos, como para que sean tan ajenos y distantes a la cotidianidad de la ciudad y su gente.

Entonces, me imagino el impacto de un festival de arte urbano como Distrito Grafiti, pero en lugares o corredores de mucha afluencia de personas y actividad comercial. Por ejemplo, la Séptima Peatonal o el corredor de la Carrera 13. Que ocurran a plena luz del día, pero también de noche. Sin nada que esconder y todo para mostrar. Un proceso que le permita a los ciudadanos ver de primera mano cómo el trabajo de estos jóvenes artistas transforma dramáticamente el paisaje urbano y sus dinámicas; embelleciéndolo, haciéndolo más estimulante y acogedor. Pero, además, invitándonos a pensar y a reflexionar sobre diferentes aspectos de nuestra compleja realidad social y política.

Me imagino en el proceso de llegar al día del festival un acercamiento entre los jóvenes artistas y los comerciantes de los corredores. Y porqué no, también, entre jóvenes y policías -esta es una relación que está demasiado rota-. Habría talleres de grafiti para el público de todas las edades y obras para cocrear con los ciudadanos. Habría música en vivo y programación cultural. Me imagino un esquema de calles abiertas como la Ciclovía, para que peatones, bicicletas, familias, niños y mascotas disfruten al máximo. Las diferentes marcas de pintura serían socias y patrocinadoras del proceso. Y veo, por ejemplo, un rol de socio también muy importante de marcas reconocidas y almacenes con presencia en el corredor. Al fin y al cabo, es una apuesta por la sostenibilidad del espacio, lo cual tiene que estar en el interés de sus actores y economía. En el fondo del proceso, tendríamos un gran ejercicio de cultura ciudadana, cívica y empresarial, al aire libre y en el espacio público, con el gran objetivo común de construir confianza, tender puentes y reactivar la vida.

Un festival así podría realizarse todos los años durante la última semana del mes de agosto cuando se celebra el Día del Arte Urbano (31 de agosto) en conmemoración a la muerte del joven grafitero Diego Felipe Becerra.

Es urgente que creemos esos espacios y plataformas que nos permitan expresar diversas miradas y auto-cuestionarnos profundamente como sociedad, mientras creamos y mejoramos colectivamente lo que es de todos, dándole voz y protagonismo a los jóvenes.

El arte urbano puede ayudarnos a detonar procesos, diálogos y encuentros para aprender a reconocernos y compartir en paz.

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Bogota

La ciudad como un álbum de chocolatinas Jet

Módulo en el Parque de la 93 con información sobre sus árboles.

Lo cierto es que es más fácil sentir conexión y compromiso por algo si lo conocemos. Y por eso mismo, de cuidarlo y protegerlo.

¿Cuáles son las especies de árboles que viven en el parque o en el barrio? La gran mayoría de nosotros no tiene la más mínima idea. Este módulo informativo le cuenta a los visitantes del Parque de la 93 sobre las diferentes especies de árboles que viven en él y es un ejemplo perfecto de cómo la ciudad, en su espacio público, puede entenderse y aprovecharse como el mejor lugar para aprender sobre asuntos que son importantes para todos y formar mejores ciudadanos.

¿Cuánto más nos interesaríamos en el cuidado y protección de nuestros árboles y medio ambiente si supiéramos más sobre ellos? ¿Cómo se llama ese árbol? ¿Qué especies de pájaros conviven con él? ¿Es nativo? ¿Cuál es su origen?

Es una idea que podría replicarse en todos los parques de Bogotá. El mismo parque se vuelve una herramienta para que los niños aprendan sobre la naturaleza que hay en la ciudad y se sensibilicen sobre la importancia de cuidarla y conservarla.

Otra razón para que los niños quieran ir al parque. Me imagino esta misma idea en formato de juego. Los niños descubriendo y aprendiendo sobre los árboles de su parque, como llenando el clásico álbum de las chocolatinas Jet. Un juego para niños, pero también para adultos. Un juego que también podrían aprovechar los colegios.

La ciudad como un laboratorio vivo de aprendizaje. Este mismo concepto podría aplicarse a muchos otros temas y problemáticas.

Una oportunidad de aprender jugando en la cotidianidad.

A veces siento que estamos tan obsesionados buscando soluciones complejas y sofisticadas, que dejamos de ver otras mucho más sencillas, accionables y potentes.  

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Bogota Mejores Prácticas Urbanas

La deuda de Rappi con Bogotá

En estos momentos, la ciudad está apagada, sus calles desoladas. Sin duda, a la ciudad le está haciendo falta su gente y a su gente le hace falta su ciudad. Son días en los que el espacio púbico y sus calles son de muy pocos. La gran mayoría hemos tenido que guardarnos en nuestras casas y las pocas y cortas veces que salimos, ¿qué vemos?, o, ¿qué observamos desde nuestras ventanas? a veces a alguna persona paseando el perro, de pronto a otra caminando a hacer alguna compra, de vez en cuando a los señores que barren las calles, algún policía aquí y allá, uno que otro ciclista, pero en general, muy pocos o nadie (yo he empezado a disfrutar mucho de un enorme Urapán que hay afuera de mi ventana y las decenas de pajaritos que llegan a él).

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La vista desde mi ventana. Urapán, calles solas y Rappis

Ah, y lo otro que observamos al salir, porque han permanecido activos y visibles en la ciudad, son los domiciliarios, principalmente los que van de naranja intenso. Así es, los rappis o rappitenderos siguen ahí; los vemos en números sentados esperando pedidos en algún andén, pedaleando sus bicicletas o acelerando sus motos para hacer sus entregas. En medio de estos tiempos extremos y extraños, es de lo poco que notamos que se ha mantenido fijo y presente en el paisaje urbano de Bogotá.

Bajo esta mirada, me parece importante que hablemos del papel que Rappi, un negocio urbano en lo más profundo de su esencia, viene jugando para la ciudad. Acaso, ¿Hay alguna otra empresa privada o marca más presente y visible que Rappi en ese paisaje cotidiano de Bogotá? Quizás Transmilenio, quizás los amarillos. Pero no. Definitivamente, es el gran batallón de domiciliarios naranja lo que más registramos por estos días afuera en sus calles; antes y durante la pandemia. Y a eso, súmele lo que vemos de Rappi en noticias y redes sociales.

Lo primero, es que en medio de este monumental desafío del Covid19, Rappi ha probado un enorme valor social y económico. Sencillamente, porque resultaron imprescindibles o se hicieron imprescindibles para dar respuesta a la crisis. ¿Y cómo lo han hecho? Pues nos han ayudado a que la gente se quede en casa, centralizan la operación de miles de domiciliarios lo que permite elevar y controlar estándares de higiene (esperemos que eso sea así, aunque hay quejas de algunos Rappitenderos sin los elementos de seguridad) y a trazar el movimiento del servicio, vital también, y de lo más importante, se consolidan hoy como fuente de empleo y de ingresos para miles de familias de escasos recursos en  ciudades de Colombia y la región en medio de la que ya es la peor catástrofe económica de la que tengamos memoria.

La Revista Semana de esta semana, informaba que, en medio del trauma económico actual, el número de rappitenderos ha pasado de 17,000 a 30,000 en Bogotá. Y aun más indicativo de la destrucción actual del mercado laboral es que han pasado de recibir 4,000 solicitudes de empleo semanales a 120,000. En medio del cataclismo, parece que se han hecho incluso más fuertes y necesarios que en tiempos normales.

Por otra parte, su protagonismo ayudando a mitigar la crisis bajo este contexto de confinamiento, libre de interacciones entre rappitenderos y ciudadanos, también les ha servido para neutralizar esa mala reputación que venían recogiendo como consecuencia de las innumerables incomodidades y riesgos causados por la actividad del negocio en los ciudadanos. Lo cierto es que en medio de la coyuntura actual se ha dado un giro súbito y muy oportuno de su imagen; por imprescindibles, pero también como resultado del sentido de solidaridad y reconocimiento que se ha despertado entre la gente por quienes, como los rappitenderos, prestan un servicio crucial en estos momentos, mientras exponen a diario sus vidas al virus. Bien merecido.

Ahora, la paradoja de Rappi es que nos trata divinamente desde la comodidad de nuestros sofás -aunque nunca falten los problemas tecnológicos o de servicio-, pero bastante mal cuando la interacción con sus dinámicas de negocio tiene lugar en el escenario de la ciudad. Desde el hogar es sinónimo de practicidad, velocidad y la posibilidad de resolver problemas. Pero a penas pisamos la calle, sentimos que contaminan visualmente, que invaden y degradan espacios públicos, somos víctimas de sus conductas irresponsables y hasta temerarias conduciendo sus bicicletas y motos por calles, andenes y contravías, y en general, percibimos que son más parte de los problemas que nos agobian a diario y no de las soluciones y actitudes cívicas y solidarias que tan urgentemente necesitamos. Pareciera que ya no les importamos, se han ganado la reputación que nada les importa, o que lo que les importa es el $, pero no la calidad de vida del ciudadano. Tremenda bipolaridad ésta.

La cuestión es: ¿Qué va a hacer Rappi cuando dejen de estar solos en la ciudad? ¿Sabrá Rappi aprovechar la coyuntura actual de crisis para ajustar su operación y comportarse mejor en la ciudad cuando todos volvamos a participar en ella? ¿Serán capaces de sostener esta bien ganada imagen de imprescindibles en tiempos “normales”?

 Uno esperaría que sí, que tienen todo para hacerlo. Y como lo veo, es un asunto de prioridad y decisión que pasa por su liderazgo.

La capacidad de Rappi para innovar a ritmos vertiginosos es evidente. Todo el tiempo están saliendo con algo nuevo (Rappi cash, Rappi crédito, Rappi solidario, Rappi video juegos, Rappi patineta, Rappi taxi, etc., etc., etc.). Sin duda alguna cuentan con una facultad bastante especial para leer las oportunidades del mercado, que a su vez pasa por entender al usuario, al consumidor, al ciudadano, y lo han confirmado desde el día 1 de la empresa. Rappi no ha cumplido 5 años de creada y ya existe en 9 países de la región.

Por otra parte, además de abrir mercados y posibilidades para ellos, han demostrado ser buenos jugadores para el ecosistema de innovación del país, impulsando nuevas ideas de otros emprendedores pero también de negocios consolidados en campos desde la micromovilidad (patinetas Grin) pero también de inclusión financiera (Rappi Pay Davivienda) y hasta robótica (en plena crisis han piloteado el uso de robots para hacer sus entregas -en alianza con KiwiBot, empresa especializada en eso, robots-). La joven empresa ha dado muestras permanentes de saber cooperar y su modelo parece operar bajo dinámicas de mutua ganancia, donde su propio éxito va estrechamente ligado al éxito de otros. ¿Qué les impide entonces llevar toda esta capacidad innovadora, espíritu de cooperación y vocación de solucionador de problemas a su relación con la ciudad?

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Foto: Joaquín Sarmiento

 En el caso de Rappi, no se me ocurre un mejor momento que éste para que replanteen su relación con la ciudad. ¿Se imagina el efecto de Rappi haciéndolo bien en Bogotá? ¿Qué tal ayudando a liderar procesos de transformación cultural urbana en temas como movilidad sostenible y seguridad vial? Hoy, es de lejos la empresa más visible en la ciudad, tanto física, virtual y noticiosamente. Bajo esa mirada, ¿se imagina el lector otro mejor ejemplo de liderazgo empresarial para la ciudad? Yo no. Sencillamente porque detrás de cada rappitendero, hay la posibilidad de inyectarle civismo y buena onda a Bogotá. Lo que sería un hit para la ciudad y también para la empresa.

Actuar con solidaridad y responsabilidad por la ciudad y su gente, además de ser lo correcto, es buena estrategia y buen negocio. Lo contrario, seguir descuidando la ciudad por pensar que se prioriza el negocio y su crecimiento apresurado, amenaza con erosionar ese elemento de confianza que es tan importante a la hora de cuidar la lealtad del consumidor, y que palpablemente, está en la pepa de su modelo de negocio. Al fin y al cabo, ¿No ha sido la ciudad como escenario de su negocio y el ciudadano como su cliente, lo que les ha permitido nacer, existir y prosperar?

En Bogotá necesitamos sin duda de buenos liderazgos políticos y ciudadanos, pero indiscutiblemente también, de liderazgos empresariales que contribuyan con sentido de responsabilidad y actitudes de generosidad a mejorar lo que es de todos. El dolor y el aprendizaje obligado que han venido con esta crisis y la falta que nos está haciendo la ciudad en este momento deberían ser suficiente motivación para que todos lo hagamos bastante mejor con Bogotá.

«Never let a good crisis go to waste» decía alguien por ahí. Nunca dejes que una buena crisis se desperdicie.

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Conversación sobre Cultura Ciudadana – ProBogotá y La Silla Cachaca

Hace unas semanas atrás me invitaron a conversar sobre Cultura Ciudadana en el marco del momento actual de la ciudad y la coyuntura electoral. Un tema sobre el que todos hablan pero que definitivamente se le olvidó a la ciudad cómo llevarse a cabo. Mi lectura más comprehensiva del tema la planteo en este artículo: La Cultura Ciudadana se cotiza en Bogotá.

Los invito a ver el video.

Texto traído del artículo: «La Cultura Ciudadana de impacto no es otra cosa que política pública bien diseñada e implementada en aquellos temas dónde los ciudadanos pueden y deben jugar un rol clave –espacio público, movilidad, control social, etc.-, y donde sus hábitos y comportamientos, negativos o positivos, tienen un efecto significativo en su propio bienestar pero sobretodo en el de todos los demás. Cultura Ciudadana no se trata de campañas publicitarias episódicas y desarticuladas, ni por ejemplo de mimos. Aunque pueden hacer parte de estrategias más complejas y comprehensivas.»

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La Cultura Ciudadana se cotiza en Bogotá

El alcalde de la ciudad le recomienda a los bogotanos
El alcalde de la ciudad le recomienda a los bogotanos «No dar papaya» en el espacio público

Durante la actual coyuntura electoral vamos a oír a muchos hablar de cultura ciudadana y la promesa o propuesta de recuperarla. Lo cual está muy bien. Los bogotanos la piden y los políticos la prometen (los políticos prometen todo lo que les pidan). La verdad es que sí hay un clamor generalizado por devolverle el orden a la ciudad. Los bogotanos piden a gritos que les ayuden a disciplinarse y portarse mejor. Los bogotanos están exhortando que después de varios años alguien vuelva y gobierne la ciudad. Las desventajas de que todos hagan lo que se les de la gana en el espacio público y la movilidad han superado por mucho las ventajitas de hacer lo que se nos da la gana. La mentalidad colectiva del avivato y el predominio de la ley del más fuerte nos está pasando factura.

En los últimos años, entre los aspectos que más hemos visto afectarse, se encuentra todo lo que involucra la experiencia del ciudadano con su ciudad. Los bogotanos no solo se sienten amenazados y agraviados por la inseguridad en el espacio púbico, sino también por su deplorable condición. En la movilidad todos tratan de pasar primero, entonces nadie se mueve. Nadie controla. Todo esto naturalmente que ha valorizado la idea de cultura ciudadana. Porque si bien los bogotanos somos en buena medida responsables del caos y la agresividad que nos mortifica, también lo es que estamos mamados de vivir así. Definitivamente somos muchos más los que sabemos o intuimos que vivir mejor es posible.

Últimamente vemos que para todos los males se receta cultura ciudadana. Mal parqueados, cultura ciudadana, colados Transmilenio, cultura ciudadana, basura en las calles, cultura ciudadana, grafiti, cultura ciudadana, etc., etc. Ahora, ¿Cómo se hace eso de cultura ciudadana? Se prescribe como fórmula mágica, pero pareciera que ya nadie sabe prepararla.

La Cultura Ciudadana de impacto no es otra cosa que política pública bien diseñada e implementada en aquellos temas dónde los ciudadanos pueden y deben jugar un rol clave –espacio público, movilidad, control social, etc.-, y donde sus hábitos y comportamientos, negativos o positivos, tienen un efecto significativo en su propio bienestar pero sobretodo en el de todos los demás. Cultura Ciudadana no se trata de campañas publicitarias episódicas y desarticuladas, ni por ejemplo de mimos. Aunque pueden hacer parte de estrategias más complejas y comprehensivas.

De lo que realmente se trata es de poner en pie un sistema de incentivos utilizando diferentes herramientas – autoridad, pedagogía, comunicación, buen liderazgo, arte, diseño de espacios, institucionalidad- de manera estratégica con el fin de inducir esos mejores comportamientos y cambios de actitud por parte de los ciudadanos. Cualquier política de cultura ciudadana debe ser transversal y soportarse en análisis y evidencia; y por supuesto  insistir mucho en el concepto de corresponsabilidad. Por la ciudad respondemos todos. Es un proceso de reingeniería social y cultural.

Definitivamente creo que para liderar un proceso exitoso de reposicionamiento de la cultura ciudadana en Bogotá se necesitan ciertas condiciones y calidades por parte del candidato y su equipo de gobierno. No todos son aptos para hacerlo. Como se trata de corregir o cambiar comportamientos eso requiere obligatoriamente de un liderazgo que convoque, que le hable a los ciudadanos, que les exija a partir del ejemplo y de un compromiso absoluto por una gestión de excelencia que arroje resultados. Necesita de un liderazgo institucional volcado obsesivamente por mejorarle la vida a los ciudadanos; no a los contratistas, no a los políticos, no a los copartidarios, no a los familiares; a los ciudadanos.

El discurso vacío, trayectorias cuestionadas con justa razón por asocio con ex-alcalde ladrón y la politiquería partidista, irán en contra de este atinado reclamo ciudadano.

En la médula de la cultura ciudadana está construir confianza.

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En los últimos años los esfuerzos más importantes por rescatar y reinventarse la cultura ciudadana han sido liderados por la sociedad civil: Cebras por la Vida, Combo 2600, Ciclopaseo de los Miércoles, La Ciudad Verde, Despacio. Hoy se lanzó la campaña #YoMeMuevoPorBogotá, un pacto colectivo por la sostenibilidad urbana y la promoción de acciones públicas para el bienestar y calidad de vida en nuestra ciudad. La ciudadanía está liderando.

¿Porqué se ha perdido la cultura ciudadana en Bogotá? ¿Qué ha pasado?

  • Corrupción – Carrusel de la Contratación– Alcalde Ladrón: erosión de la confianza ciudadana en el gobierno de la ciudad y sus liderazgos por la corrupción y los malos gobiernos. Pérdida de legitimidad. Así es muy difícil convocar a los ciudadanos.
  • Relajamiento de la autoridad y desgobierno del espacio público y la movilidad.
  • No coordinación entre Gobierno y Policía con graves consecuencias en temas como seguridad, espacio público y movilidad.
  • No coordinación entre entidades del Distrito. Falta de liderazgo y visión, rotación de equipos.
  • Deterioro de calidad de vida, sufre la experiencia del ciudadano con la ciudad. El mejor ejemplo es Transmilenio. Debían ser 388 kms en 2016, hoy solo hay 100 kms. La calidad del servicio por supuesto sufre.
  • Se ha posicionado un discurso de derechos más que de deberes. No hay balance.
  • Discurso divisorio y confrontacional del actual alcalde.
  • Promesas incumplidas y comunicación irresponsable. Se ha sido irresponsable con la comunicación y con las expectativas de los ciudadanos. El gobierno promete, no cumple, pero si exige (Impuesto predial, bájese del carro, “prioridad el peatón”).

Nota final. Política. La otra razón importante por la cual se ha cotizado la cultura ciudadana se llama Antanas Mockus. Por un lado la ciudad necesita cultura ciudadana y por el otro a los candidatos les interesa el potencial apoyo de Mockus el político. Este apoyo, como el de pocos, creo que puede inclinar la elección, y sin duda la competencia entre Pardo y Peñalosa. De su equipo han enviado mensajes en el sentido de que su apoyo estará con el equipo que mayores garantías le de a la cultura ciudadana; “por quien sea capaz y quiera darle un nuevo impulso a la cultura ciudadana.”

Un último punto. Creo que es importante hacer en esfuerzo por desligar la cultura ciudadana de Mockus, en el sentido de entender que este no es el único que tiene la fórmula de cómo hacer cultura ciudadana. Medellín es un buen ejemplo.

Pretender replicar el carisma y estilo de liderazgo de Mockus es imposible. Se necesitan ciertos elementos, cualidades, condiciones, posturas frente a la política pública y principios de gobierno que Mockus personificó pero que no son exclusivos de él. La Cultura Ciudadana como el Transmilenio y las Ciclorutas de Peñalosa fueron grandes legados que estos alcaldes le dejaron a la ciudad, que pertenecen a la ciudad, y que por lo tanto deben continuarse independiente de quién sea el alcalde y cuál su ideología.

Aquí lo fundamental es mejorarle la calidad de vida a las personas.

¿Cuál de los candidatos cree usted que mejor podría recuperar la cultura ciudadana para Bogotá? ¿Qué candidatos y equipos definitivamente no?

***Clara López definitivamente NO. Su pasado al lado de Samuel Moreno se lo impiden.

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Reinventando la cultura ciudadana para Bogotá

Arrastro una emoción muy grande desde la última intervención que realizamos de Cebras por la Vida el pasado miércoles, 14 de agosto de 2013. Hemos empezado una faceta maravillosa y emocionante de este proyecto ciudadano que ha centrado su mensaje en la urgencia que tenemos como sociedad de darle al peatón, a las personas que caminamos la ciudad, que somos todos, un lugar en lo más alto de las prioridades de nuestro proyecto urbano y de sociedad. Nuestro proyecto siempre ha tenido como propósito articular esfuerzos, inculcar y amplificar el mensaje, y empezamos por lo más importante: la ciudadanía. Esto se gesta por ciudadanos preocupados y comprometidos con su ciudad, que han entendido que cualquier proyecto exitoso de ciudad, necesita de una ciudadanía activa, exigente y crítica, pero también propositiva y corresponsable. Una ciudadanía que se toma muy en serio su rol como agente de cambio que interviene directamente en las transformaciones de su entorno.

Es de esto precisamente de lo que queremos contagiar. Asimismo, siempre hemos querido demostrarnos y demostrarle a la ciudad que es posible y al mismo tiempo necesario, encontrarnos alrededor de causas comunes por las cuales trabajar.  Es más, estamos convencidos que no hay otro camino para  sacar adelante a Bogotá. Las soluciones tendrán que salir de nosotros.

Y es entonces como esta nueva versión de Cebras por la Vida evidenciará cómo sí somos capaces de hacerlo, un colegio, una raya, una cebra a la vez. Será un trabajo gradual y acumulativo, que tendrá en la ciudadanía, y en los niños especialmente, su principal mano de obra y vocería. Los niños serán los grandes protagonistas de esta hazaña.

Este nuevo momento de nuestras intervenciones en el espacio público reúne varios nuevos elementos que nos permitirán llevar nuestro mensaje de respeto por el peatón más lejos y con mayor fuerza. Hablare de dos muy importantes:

  • Alianza con Colegios Distritales y lo niños como portadores del mensaje: Estuvimos en el barrio Restrepo (famoso por el comercio de zapatos) de la localidad Antonio Nariño, en el sur de la ciudad, trabajando con aproximadamente 40 jóvenes de la Institución Educativa Guillermo León Valencia. Comienza un proyecto que desde el pasado martes llevará el mensaje de respeto por el  peatón a la ciudad a través de un trabajo en llave con los niños y jóvenes de nuestros colegios distritales. Específicamente, junto a ellos, estaremos interviniendo y reparando con colores y creatividad la señalización vial de las zonas aledañas de sus propios colegios. La apuesta es empezar con intervenciones, un colegio por mes. ¿Qué mejor que generar esta conciencia en nuestros niños y que a la vez sean ellos los multiplicadores del mensaje?

  • Ciudadanía y gobierno de la ciudad suman esfuerzos alrededor del proyecto: Algo muy importante que logramos para el futuro del proyecto es que entidades claves del distrito como las Secretarías de Movilidad, Educación y Gobierno y la Veeduría Distrital (primera en sumarse) se unieran a este, cada una de ellas aportando desde sus respectivos roles y fortalezas. El martes pasado apoyaron cerrando las vías y ayudando a controlar el tráfico. La idea es que en los próximos días, semanas, la Secretaría de Movilidad se haga presente en el lugar, complementando nuestra intervención con la señalización vial pendiente (pictogramas, letrero de zona escolar) e instalando estoperoles (reductores de velocidad) sobre las franjas de colores. Adicionalmente, el componente pedagógico se reforzará a través de talleres de capacitación sobre accidentalidad vial que la Secretaría de Movilidad llevará a los colegios. El proyecto es en sí mismo una propuesta de conversación de doble y más vías. La ciudadanía pone. El gobierno pone. Todos ganamos. Y lo mejor, nadie pierde.

Jaime Garzón le dijo a un grupo de jóvenes universitarios lo siguiente en una conferencia en la Universidad del Valle, corría el año de 1997:

“Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvárselos.”

Haríamos bien en recoger estas palabras para llevarlas a la práctica en nuestras ciudades, en nuestros entornos, barrios, comunidades. Sin duda, este es otro mensaje central de nuestra iniciativa.

Al final, lo que queremos es una ciudad que a través de insistir sobre la importancia del respeto por el peatón, con hechos concretos y la búsqueda de cambios culturales,  nos encamine hacia una sociedad más incluyente, solidaria y democrática.

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La defensa del peatón: una apuesta por la sostenibilidad urbana

Les comparto una reciente entrevista sobre el Proyecto de Cebras por la Vida. Ver entrevista original en el El Espectador.

Un movimiento ciudadano, “Cebras por la Vida” (ver registro fotográfico), trabaja para que la ciudad proteja y trate de manera digna al peatón. Con arte y recursos propios, estos activistas le apuestan a que con su mensaje la autoridad de la ciudad asuma un liderazgo y que todos, gobierno, organizaciones y ciudadanos, ataquemos de frente un problema que deja casi una víctima mortal al día. Hablamos con German Sarmiento, líder de esta iniciativa, que por lo pronto ya ha tenido eco en la Veeduría Distrital.

¿Qué es y cómo nace la iniciativa?
La iniciativa se llama “Cebras por la Vida” y el nombre se deriva de una actividad que hicimos hace algún tiempo con el colectivo paisa La Ciudad Verde que se llamaba “Bicis por la Vida”, y que consistió en pintar bicicarriles en distintas ciudades de Colombia, de forma simultánea en una jornada. Desde que incursioné en el tema de ciudad, hace unos tres años, le he dado mucha importancia al lugar del peatón en la ciudad. Hay que verlo de una manera estratégica para que la ciudad nos funcione a todos. Aquí el peatón es invisible y es un actor que requiere atención en muchos detalles de la ciudad: señalización, andenes, aspectos culturales. Las carencias se notan en aspectos simples y cotidianos como no darle la vía al peatón en los cruces, el parqueo de vehículos sobre los andenes, y la falta de respeto a los lugares señalados y destinados para personas con discapacidad.

¿Por qué el peatón es un actor crítico en la ciudad?
El peatón es una persona que nos obliga a ponernos en los zapatos del otro, porque al fin y al cabo todos somos peatones. En algún momento quien maneja un carro va a tener que dejar su vehículo y va a tener que enfrentar la ciudad como peatón. Y en esta ciudad se le trata como a un ciudadano de segunda. Eso se nota en su misma actitud: es un actor sumiso, es un actor miedoso, es un actor que le toca andar a la defensiva porque no solo no le dan vía, sino que incluso muchas veces le echan el carro encima. Eso se aprecia en la mirada temerosa del peatón, que cruza con sobresalto porque sabe que cuando el semáforo cambie a verde para los carros tiene que salir corriendo.

¿Por qué la causa del peatón y no otra más taquillera?
Yo tengo un blog que se llama “Miblogota” (www.miblogota.com) y me he dedicado mucho a escribir sobre la experiencia de la ciudad vivida a través del lente del ciudadano de a pie. Trato de rescatar principios tan sencillos como: primero las personas y después los carros, llevar temas que están escondidos y sacarlos a la luz para que hagan parte del debate urbano, entre ellos el tema del peatón. Detrás de esta iniciativa existe una crítica fuerte a la gestión del gobierno de la ciudad en términos de que cosas tan sencillas como tener la señalización vial en buen estado es algo que no se está haciendo. Y así como esto, existen muchísimos detalles que le competen al gobierno de la ciudad. Lo que vemos es que no hay una gerencia de la ciudad, no hay una acción proactiva y sistemática de mantener la ciudad en buen estado. Y eso es importantísimo por un tema de autoestima, pero en el caso concreto del peatón el tema de la señalización no es algo accesorio. Las cebras no están de adorno, cumplen un rol práctico que es proteger la vida de las personas.

 “El peatón es invisible en Bogotá y se le trata como a ciudadano de segunda”

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Así sucedió CEBRAS POR LA VIDA…..

En medio de un intenso invierno de lluvias, el clima cedió, y  el sol salió para que Cebras por la Vida se tomara las calles.

Llegó un grupo increíble de personas, de diferentes edades, todas interesadas en transformar su ciudad. Probablemente lo más gratificante de la jornada resultó ser el encuentro y la integración de estas personas. La ciudad se construye en equipo, alrededor de causas comunes. ¿Y cuantas causas comunes, importantes, no tenemos delante nuestro? Como en este caso, la apuesta es visibilizarlas, sacarlas a relucir. Exponerlas con cariño y creatividad. Hacer que sea imposible seguirlas ignorando. Entender que la ciudad la definimos entre todos y que esta no es otra cosa que la acumulación de sus pequeños detalles.

Ahí le dejamos a la ciudad una pequeña inversión que hacemos sus ciudadanos para proteger a quienes caminan Bogotá.

Cebras por la Vida se realizó en el marco de 100en1Dïa. Gracias a ellos por animar esta jornada de acción ciudadana a favor de una mejor ciudad.

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¿Por qué algunos taxistas en Bogotá preguntan para dónde va uno?

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¿Por qué algunos taxistas en Bogotá preguntan antes de aceptar la carrera para dónde va uno?

Esta fue la pregunta que la semana anterior me invitó a responder la Revista Semana para el especial: 100 preguntas para saber cómo somos los colombianos.

Acá mi respuesta:

Por pereza, porque no les conviene en términos de eficiencia “la ruta no les sirve”, por un egoísmo racional, pero principalmente, porque como pasa en tantas otras actividades en Bogotá (Guerra del Centavo, Grafiti, carteles de publicidad, ventas ambulantes, etc.) el contexto, la laxitud de la autoridad formal y social y una falta de aplicación consistente de las normas, lo permite. Frente a la ausencia de un aparato estatal fuerte, algo/alguien llenará ese vacío; alguien pondrá las reglas. En este caso, los taxistas. Ante esto, definitivamente faltan mayores niveles de solidaridad en la ciudad y de respeto por lo público y por el ciudadano de a pie.

 La norma existe. Ante la problemática y la queja reiterada de los ciudadanos, hemos visto a las autoridades en repetidas ocasiones salir en medios advirtiéndolo. ¿De cuánto es la multa?  ¿Cuántas se han sancionado? ¿Cómo pone un ciudadano la queja y cómo se hace efectiva? ¿Alguno de ustedes conoce la respuesta a estas preguntas? Yo no las conozco. De pronto si conociéramos las respuestas a estas preguntas, la situación no sería tan frecuente. De pronto si el gobierno se hiciera estas preguntas con seriedad, poniendo en el centro de la discusión el bienestar del ciudadano, la situación no sería tan frecuente.

_________

La respuesta que dí me salió espontáneamente sin que en su momento hubiese  consultado a taxista alguno u otra persona. Ahora bien, tras haberlo conversado rápidamente con un taxista esa misma tarde, el señor mencionó que una razón importante era lo «bueno del trabajo.» Es que «hay muy buen trabajo» me comentaba. Es decir, a cambio de esa carrera que pueda ser lejos y/o trancada por la congestión, salen varias más convenientes/eficientes. El mercado regulando la actividad y el comportamiento de los taxistas. Me confesó que no se sienten realmente amenazados por la sanción, aunque en su caso, prefería no hacerlo. Se evitaba insultos y el mal genio de las personas. En el momento en que se acaba su turno -se intuye que es cuándo más sucede-, me contaba que procuraba  ir por el carril del centro evitando recoger pasajeros (Autoregulación).

¿Ustedes qué responderían a la pregunta? ¿Sumarían algo más?

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Perlas de la publicidad urbana en Bogotá

  • Carro todos los días, Bogotá Humana
  • CONMUÉVETE: «Cultura ciudadana a la Petro»
  • Conejo al Pico y Placa 2012: Patrocina Dodge RAM ¡IRResponsabilidad Social Empresarial!
  • Distrito Pegotero

Carro todos los Días, Bogotá humana

Carro todos los días
Carro todos los días

Esta publicidad, ya lo había dicho en una entrada reciente –“Carro todos los días” Invita Bogotá Humana-, demuestra simplemente la incoherencia y torpeza de una administración que predica mucho pero poco aplica (Frase de Inteligencia Vial). Mientras el alcalde anda muy animado y contento echándole a todo el mundo el discurso de que el peatón y los medios no motorizados de transporte deben ser la prioridad, y que debemos racionalizar el uso del vehículo particular (al paso, que le endosa la culpa de su mal uso principalmente a los del Norte de la ciudad “Los Ricos”- ¡Qué manía esa manera maniquea de simplificarlo todo!), su campaña de comunicación alrededor del nuevo pico y placa, como bien resaltado se ve en rojo, lo que nos sugiere es una invitación a: “carro todos los días”.

CONMUEVETE: “Cultura Ciudadana a la Petro”

ConMuevete
ConMuévete: Deja salir primero

Esta campaña uno ve hacia dónde busca ir. Definitivamente a la ciudad le hace falta que nosotros los ciudadanos practiquemos mucho más valores como la solidaridad y la empatía (ponerse en los zapatos del otro). Como sociedad, sin duda nos vendría bien ser más generosos entre nosotros; en las vías, en Transmilenio, dándole paso al peatón o dejando salir primero como dice la primera pieza. Ahora bien, ¿Cómo va teniendo efecto esta campaña en el comportamiento de la ciudadanía? Algo parece no estar calando. Ni en Transmilenio están dejando entrar primero, ni en las calles se ve mucha más gente compartiendo ruta. Y muchos, si hoy les pregunta por su opinión de la campaña, no la conocen.

CONMUÉVETE: Comparte el Carro
CONMUÉVETE: Comparte el Carro

¿Podrá ser la desconexión entre el mensaje y la realidad? Además de mensaje se necesitan incentivos. Y francamente no se ven. ¿Dónde están?

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Por una mejor ciudad, recogiendo un popó de perro a la vez

Este no es un tema ni glamuroso, agradable o estético. Pero sí que es necesario tratar.

La “dulce” ancianita y su mascota

Un par de semanas atrás venía caminando, regresando de almorzar y me encontré de frente con la escena de una “dulce” ancianita paseando a su perro y este que cagaba en pleno andén. Normal, eso hacen los perros. ¿Cierto? Pero al terminar el perro de hacer su vuelta, me percato que la mujer no recoge el popó y que tampoco parece asomársele la intención de hacerlo.

Paso a su lado y le digo: «señora, debe recoger eso». ¿Saben cómo responde? Se queda muda, pasmada, estática como una estatua, haciéndose la boba, la que no escuchó. Sí. Es una abuelita. Pero en ese momento, pienso, una vil  abuelita. Una aviona, igualita al del bus que se le cierra a todo el mundo. Paso de largo caminando, mirando de reojo hacia atrás. Confirmada mi sospecha. Ahí dejó el bollo para que alguien lo pise u otra persona se lo recoja.

«Señora por Diooooooos» Apuesto a que esta es una de esas señoras, divinamente bien, que viven preguntándose en qué momento se estropeó todo, quejándose de la juventud de hoy y del guache del bus. ¡Vándalos esos! ¡Mechilargos! ¡Mucho indio! Etcétera, etcétera.

¿Qué creen ustedes? ¿Qué al frente de su casa tampoco limpia? ¿Creen que  respondería  igual ante la mirada de un conocido o un vecino?

¿Cómo resocializamos a la abuelita?

Un parque en riesgo y la Media Maratón de Bogotá

Mi experiencia reciente me dice que este no es un evento aislado.

Por estos días me encuentro en la recta final de mi entrenamiento para la Media Maratón de Bogotá (domingo entrante, 29 de julio). La mayor parte de la preparación la he hecho muy temprano en las mañanas en el Parque el Virrey. Realmente son muy pocos los espacios en la ciudad para entrenar de manera tranquila y agradable, lejos de los carros y la contaminación (Yo recomiendo los parques: El Virrey, Nacional y Simón Bolívar). ¡Cómo le hacen de falta parques y zonas verdes a Bogotá!

Pues les confieso que ando realmente fastidiado con este «asuntico» de la caca de los perros. Día tras día, tras día, veo más caca en mi camino que los dueños de sus mascotas no recogen. Y por supuesto, uno la pisa. Y eso huele…..pues a mierda ¿A qué más? Ya he tenido varias malas pisadas. No es casualidad. El hábito parece estarse arraigando. ¡Qué desespero! Sí que es un problema. ¡Ganas de joder! ¿Pero cómo no?

City Etiqute, B.Grand

Claro. Y entonces hay que ser más cuidadosos y ya uno no observa a sus alrededores, no aprecia árboles, el entorno, nada. Se corre con la mirada fija en el asfalto, a la defensiva

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La Cebra de Colores

“Yo creo que la imaginación, la innovación, es empezar. No podemos tener todas las respuestas. No podemos ser tan arrogantes para pensar que tenemos todas las respuestas. Empezar es importante y contar con los aportes de la gente. Ellos te pueden indicar si vas o no por el camino correcto.”

Jaime Lerner

Un pequeño hombre poniendo su granito de arena. Siendo ciudadano. Nadie se queda por fuera.
Un pequeño hombre siendo ciudadano. Nadie se queda por fuera.

Este sábado que acaba de irse -26 de mayo- pasó algo extraordinario en la ciudad. Cientos de personas participamos en una emocionante iniciativa de acción y expresión ciudadana que se extendió por toda la ciudad. El nombre de la jornada: 100 acciones en 1 día¿El objetivo? Darle a Bogotá. Una invitación a la ciudadanía por otros ciudadanos, no el gobierno, a conectarnos y a actuar generosamente por una mejor ciudad. Un llamado a asumir con creatividad y alegría la responsabilidad que nos atañe por el presente y futuro de Bogotá.

¿Qué pasó? De todo. Una gran variedad de intervenciones, realizadas principalmente por jóvenes, despertaron las calles bogotanas.  (http://100en1dia.com/) Nosotros, el Combo2600, intervenimos el cruce peatonal de la Cr 11 con Cll 87 que conecta el Parque el Virrey. Pintar una cebra de colores fue nuestra contribución. ¡Y cómo hacia de falta!

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Transmilenio y Bogotá: Víctimas de una cultura política

La destrucción de Transmilenio no es de estos días.

Destruyen Transmilenio 9M 2012
Destruyen Transmilenio 9M 2012- William Fernando Martínez/AP

Sus orígenes los encontramos varios años atrás, y la principal responsable de su debacle, sostengo yo, tiene que ser la inmadurez política de nuestro entorno. En ello cabe responsabilidad a muchos: ex alcaldes (exitosos y atroces), medios de comunicación y opinadores,  partidos políticos, y por supuesto que también a los ciudadanos. A todos. Esto último es vital reconocerlo.

¿Por qué? Pues por no hacerlo, y por culpa de esta bendita manía colectiva que nos gobierna de buscar siempre señalar primero culpables, al tiempo, que esperamos vengan “otros” o “alguien” a arreglarnos el problema, y de paso, a decidir por nosotros, es que esto (Bogotá) está como está. Asimismo, por la ridiculez de todos acá de pelearse por su pequeña parcela, por defender minifeudos, todos creyéndose el protagonista de la película, cuando a la hora de la verdad se están auto-derrotando; y todos mientras tanto, perdiendo acá abajo. Sucede a nivel de la política de la ciudad y sus protagonistas, Transmilenio es una clara víctima de esto, pero igualmente se observa a nivel de las interacciones entre sus ciudadanos. Es una cultura que además de egolatría y personalismo, implica cortoplacismo, y una marcada ausencia de empatía colectiva.

Réplica miniatura de Transmilenio
Réplica miniatura de Transmilenio

Todos tiramos para nuestro lado, sintiendo que el avance y las victorias de los demás, son nuestras derrotas. O viceversa, sentimos que ganamos, sólo si el otro pierde; nunca cuando gana. De esta manera……. no sólo NO peleamos por lo significativo, sino que en el camino enterramos nuestros avances colectivos. Los más importantes, sin duda, ya que transforman físicamente ciudades, pero además los corazones de su gente y sus expectativas del futuro.  Y eso lo logró TM.

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El Monstruo de la Corrupción

¿Conocen al Monstruo de la Corrupción? ¿Lo han visto rondar la ciudad? ¿Tiene nombre, o se le conoce sólo por Monstruo?

Pues por estos días recorre la ciudad junto al candidato al Concejo, Juan Carlos Florez, cabeza de lista de Mockus, el Monstruo de la Corrupción. Como pueden ver, es enorme y espantosamente feo. Un gran trabajo el de quienes lo fabricaron; su fusión de parecidos con algunos de nuestros más emblemáticos políticos, funcionarios públicos y contratistas señalados por graves actos de corrupción se reconoce.

Monstruo de la Corrupción
Monstruo de la Corrupción

Flórez ha sido un aguerrido y locuaz denunciante del Carrusel de la Contratación en Bogotá (Ver su Blog, Al Grano, http://www.lasillavacia.com/users/jcflorez), con la virtud y el mérito de haberlo hecho como ciudadano, ajeno a investiduras y funciones que se lo exigieran. Para su actual campaña al concejo, y consecuente con sus predicados, el candidato puso en el centro de sus prioridades y discurso, la urgente necesidad de combatir la corrupción. No veo como otra causa pueda superarla en importancia. No en medio del millonario escándalo y la colosal crisis que nos deja a los bogotanos.

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Sí, mejor en bici. Pero todavía no en Bogotá

FUI Ciclista de Tiempo Completo, no en BOGOTÁ

Entre los años 2007 y 2009 fui un ciclista de tiempo completo. Sorprendentemente, a lo largo de ese período de 2 años use transporte público (metro, bus y taxis) en poquísimas oportunidades; puedo contarlas con los dedos de las manos; 6 o 7 veces como máximo.   Y no lo usé no porque no lo hubiera. Por el contrario; lo había y de gran calidad. Simplemente no lo necesité. Prácticamente toda mi actividad la hice sobre una bicicleta o caminando. Ir al trabajo, al supermercado, a la ferretería, al cine, a donde los amigos, por unas cervezas; todo lo hacíamos así. La ciudad invitaba a ello. En cuestión de minutos se llegaba a donde se necesitaba o se quería estar. Éramos muchísimos, sin duda la gran mayoría, quienes compartíamos esta manera de vivir la ciudad. En resumen: bicicleta, a pie, y a veces, cuando se necesitaba, transporte público.

¿Carro particular? Nunca fue parte de la ecuación. No lo fue para mí, como tampoco para casi nadie a mí alrededor. Habrían un par de excepciones, como cuando me mudé de casa o las veces que paseé fuera de la ciudad; y entonces, o arrendábamos un auto, o se le pedía el favor al único amigo dueño de uno, o se acudía al sistema de car-sharing. Eso sí, siempre la mejor opción fue no ser dueño de uno.

Así viví durante 2 maravillosos años. ¿La ciudad? Washington D.C. Las ciudades son procesos. Y la capital de los Estados Unidos vive uno muy positivo desde hace ya un buen tiempo. Allí, la integración de la bicicleta al modelo de ciudad viene siendo clave. Pocos meses antes de despedirme, la ciudad inauguraba su sistema de alquiler público de bicicletas (http://capitalbikeshare.com/).

Pregunta I: ¿Para qué este sistema de alquilar público de bicicletas si no para ser usado por la gente?

Bogotá y el movimiento Pro-Bicicleta

¿Qué hacer para enviciar a los bogotanos de la bicicleta?
¿Qué hacer para enviciar a los bogotanos de la bicicleta?

En Bogotá vienen apareciendo colectivos sociales que reclaman un lugar más prioritario para la bicicleta en el marco del futuro desarrollo de la ciudad. Varias y de distintos orígenes son las razones de aquellos que avocan por la bicicleta. Las hay por razones medio ambientales, por afición al deporte –tenemos una historia internacional importante con “los escarabajos” (Lucho Herrera, Fabio Parra, Santiago Botero)-, otros porque se mamaron del trancón, hay unos por moda/es fashion/es hip, porque es económico, en los negocios para llevar domicilios, en fin.

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¿Dónde quedaron los Caballeros de la Cebra?

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El pasado martes 26 de abril, El Tiempo titulaba en su versión digital  “Fracasó convocatoria a paro de taxistas en Bogotá.”

¿Conocen la razón central de sus presiones? ¿Cuáles las motivaciones  para proponerse poner en jaque a la ciudad a lo largo de todo un día? ¿Sus justificaciones para desprestigiarse aún más frente a la ciudadanía, a pesar, de mi  convicción personal, y la de muchos otros, de la calidad humana de su gran, gran mayoría?

Las amenazas de paro estuvieron dirigidas a la más absurda y odiosa de las pretensiones. Buscaban el perdón por parte del Distrito del 50% del valor de las multas impuestas antes del 2006, y que a la fecha, unos muy pocos de ellos, siguen debiéndole a la ciudad. Textualmente, convocaron al paro mediante pancartas que leían “exigimos amnistía de comparendos”, y  “nos unimos o nos jodemos”.

Afortunadamente fracasó; incluso para bien de los mismos taxistas.

En nota para El Espectador, un taxista plasmó de la manera más directa, concisa y clara la insensatez detrás de la protesta.

«A cuento de qué debo yo parar mi carro, para que algunos compañeros que no quisieron pagar sus comparendos protesten. Yo no los voy a apoyar. Quien incumplió alguna norma de tránsito debe pagarla y punto.»

No obstante, en el 2008 fue aprobada vía ley en el  concejo, una amnistía para los deudores de multas, servicio público y particulares, bajo el engañoso y contraproducente argumento de intentar recuperar cartera. Afirmaba el concejal que lideró la propuesta en el concejo: «No se trata de premiar a quienes han cometido infracciones de tránsito; se trata de normalizar una cartera que se puede perder en su totalidad porque es de difícil cobro». Pero por supuesto que se premió a los infractores de tránsito; una cosa no es otra cosa porque alguien así lo diga. Un hecho que desvaloriza fuertemente el valor de las normas, y que como vemos, dio pie para que algunos irresponsables creyeran más  adelante en la viabilidad de un recurso como el bloqueo y la protesta alrededor de una exigencia inadmisible.