Ya va a ser un tiempo desde que no hay debate serio alguno sobre el estado y el futuro de la ciudad; sobre sus proyectos; sobre la penuria que es su cotidianidad. Es un tema –la ciudad- que en medio del show de quinta de las actuales elecciones presidenciales y que tras el nefasto y traumático episodio del ir y venir de Petro en la alcaldía, sencillamente pasó a un segundo, tercer o hasta cuarto plano.
Es mucho el circo de mal gusto que le ha tocado presenciar al país durante estos últimos meses, pero especialmente para quienes vivimos en este intento fallido de ciudad llamado Bogotá. El bogotano cada vez cree menos. Por un lado, está el continuo deterioro de la ciudad que lo aburren y alejan de los asuntos públicos y políticos. El sentimiento de resignación que se percibe es enorme. Por el otro, la manera como el alcalde Petro propuso el debate desde que sube a la alcaldía –ya son 2 ½ años-, con un tono absolutamente divisorio, maniqueo y revanchista, similar al que por estos días le imprime al país el lenguaje de la fanaticada uribista, lo han hecho igualmente insufrible de llevar. Aniquilado el debate. Por ahí salen noticias sobre la ciudad a las que nadie para bolas. Por ahí twittea el alcalde vainas, sin que nadie pare bolas (que seguramente ni a él interesan). ¿De cuándo acá le ha interesado la ciudad al señor Petro? ¿O al señor Uribe o a Santos o a Robledo? Lo de él y sus funcionarios siempre han sido las grandes causas: la PAZ, la política del AMOR, la presidencia, la CORRUPCIÓN, las marchas/los conciertos en La Plaza de Bolívar, la Política Nacional, la revolución de cualquier cosa. ¿Pero la ciudad?
Ahí vimos por estos días la ridiculez de cómo varios Secretarios del Gobierno Distrital (Salud, Integración Social, Transmilenio, Idipron, Turismo –se dice que llegan a 15- ) salieron corriendo para ponerse al servicio de La Paz/Campaña de Juan Manuel o incluso del señor Uribe y su mesianismo. ¡Imposible pedir más circo! Nada les da vergüenza: ni dejar a medias una gestión que nunca empezó, ni sumarse a quién hasta hace muy poco calificaron con todo tipo de insultos. Ahora, eso sí se fueron a hacer lo que tanto les gusta, lo que más le gusta hacer al señor alcalde: “política” y “proselitismo”.
Mientras tanto, ahí queda Petro, cada vez más sólo en su mediocre alcaldía. Llegamos al medio tiempo de su gobierno y lo sorprendente es que hubiera equipo y gestión en el Gobierno Distrital.
Mientras tanto, con o sin Petro de alcalde, Bogotá permanece en estado de interinidad.
10 razones que van a jugar a favor de Peñalosa y que indican que sí; las estrellas se le alinearon:
1. Votos de Uribe que se van. En esta oportunidad los votos de la mermelada probablemente no le alcancen a Santos. De tajo se le desaparecen una gran cantidad de los votos que Uribe le puso en el 2010. ¿Cuántos pudieron haber sido? ¿4 millones? ¿5 millones? ¿Todos los 9 millones? También se le fue de su lado toda la emoción y euforia que despierta/despertaba Uribe. Santos adolece de aburrido y le cuesta conectar. Hace 4 años el carisma de Mockus contrapesaba el carisma de Uribe. En esta oportunidad, si bien Peñalosa no es el más carismático, Uribe ya no es el candidato a vencer y el problema de carisma de los otros, es aún más doloroso. El momento político del país no es tan tenso como el de hace 4 años –factor 2ª reelección Uribe ya no está presente-, por algo, las elecciones se han percibido aburridas; pero se va a poner bueno. Al final, es probable que Santos termine pagando un alto costo al haberse elegido sin votos, ni discurso propio.
2. Aburrimiento con el Status Quo. Igual que hace 4 años, un bloque considerable de colombianos sigue hastiado del establecimiento y los políticos. Ahí tenemos el enorme protagonismo del voto en blanco en las actuales elecciones. Este rechazo es un sentimiento que persiste desde hace años, incluso desde la primera elección de Uribe, que en su momento capitalizó tremendamente con su arenga contra la politiquería y la corrupción. Nadie sabía lo que vendría. Con la Ola Verde el sentimiento eferveció. Y el actual gobierno, de manera genial, decoró el clientelismo con el rótulo de mermelada. La estructura emocional del país se mantiene.
3. Discurso urbano y calidad de vida: Los problemas de calidad de vida están cada vez más presentes en la conciencia de los colombianos: transporte y movilidad, espacio público, seguridad urbana/robo de celulares, educación de calidad, acceso a salud, servicios públicos, etc. El país se ha transformado profundamente y hoy Colombia es un país mayoritariamente urbano; es un país de ciudades. Con eso en mente, Peñalosa tiene una visión de sociedad que nos habla sobre todo esto y proyecta soluciones para estos problemas. La transformación que llevó a cabo en Bogotá dio cuenta de eso. Lo que hagamos con nuestras ciudades dictará el futuro del país. Un tema absolutamente estratégico, central y clave para el posconflicto pero que increíblemente pasa de agache en el debate nacional.
4. Voto en Blanco: Es en su mayoría una intención marcada por la independencia. Es un voto de opinión que protesta en contra de un sistema contaminado de clientela y corrupción y obviamente alejado del ciudadano y sus problemas. Hasta hace poco rondaba el 30% y le ganaba a todos. Todos los expertos dicen que en la medida que se acerque la elección este irá cayendo y así está ocurriendo ¿En qué dirección creen que caerá? ¿Santos o Peñalosa? La tendencia viene apuntando en el sentido de que lo que caiga del voto en blanco lo recogerá Peñalosa.
5. Santos no crece: Uno no ve que Santos tenga para donde crecer pero sí que pueda caerse. El presidente no es completamente dueño de sus márgenes de favorabilidad, ni está en control de la opinión; distinto fue el caso de Uribe. Hemos visto en el transcurso de estos 4 años la fragilidad de estos índices. Cualquier escándalo o movilización social que le estalle acercándose la elección, le representa una seria amenaza. Ya se asomó un nuevo paro agrario.
6. El factor Uribe. Gústenos o no, Uribe es quizás el jugador más decisivo del ajedrez político nacional y puede que sea el principal elector del país. En el escenario de una segunda vuelta, sus votos y cualquier guiño que dé, podrán ser determinantes. ¿A dónde se van los votos de quienes odian o no les gusta Santos? El uribismo preferirá cualquier cosa menos a Santos.
7. Distancia frente a Uribe: la gran lección de Bogotá. Peñalosa debe saber que no puede repetir el error que cometió en Bogotá en relación a Uribe. No lo necesita. ¿Por qué si desmarcado de Uribe, crece por sí solo, cambiar el esquema de lo que le está funcionando? Tiene que mantener firme su discurso ciudadano y posición independiente. Un error en esto y sepultará sus posibilidades como le pasó en Bogotá. Por eso, Peñalosa deberá tener mucho cuidado con los guiños que le pueda lanzar el expresidente. Pero es más, está obligado a marcar una clara distancia. Sr. Peñalosa ¿Había necesidad?
8. Nada que perder/Juegan mejor. Pareceser un patrón de los verdes. Resucitan cuando están enterrados. Es cuando mejorjuegan y más rentan políticamente, creo que por que vuelven a su esencia independiente y al discurso que han construido a lo largo de sus vidas. Lo que lo hace creíble, la gente se los reconoce y por eso tiene tracción. En el caso de Peñalosa a pesar de la salida en falso que tuvo en Bogotá cuando la elección era suya. Ninguno de los otros candidatos cuenta con esto, un discurso propio y probado. Mockus lo tenía hace 4 años y es algo en lo que Fajardo viene trabajando día a día.
El reto es no errar el tiro una vez posicionados como verdaderos contendores.
9. Los votos de la consulta verde. Estos votos fueron reales. Más de 2 millones. Ahí está la cuota inicial que ni siquiera el Presidente Santos tiene. ¿Será que los jóvenes que apoyaron la Ola Verde, ya un poco más maduros, representan un voto más confiable? ¿Menos eufóricos y expresivos en las redes sociales, pero más confiables con el voto? Podría ser.
10. El factor Petro. Antes de su destitución definitiva, Peñalosa procuró guardar un silencio prudente sobre la situación del alcalde de Bogotá. Peñalosa apoya la posición de Santos, sin embargo ha buscado pasar de agache, dejando que Santos absorba el golpe. Como él, los demás candidatos, excepto el Polo, todos apoyaron la ratificación de su destitución. ¿Hacia dónde y qué tan efectivamente canalizará Petro su indignación? ¿Cuáles son sus posibilidades de dirigir su indignación hacia el voto en blanco? ¿Cuál es su verdadero caudal? En estos momentos, este puede ser el factor más incierto del tablero político. Por estos días, la senadora electa Claudia López, dirigía toda su indignación por la destitución de Petro contra el Presidente Santos.
****El Bono. Apuesta certera por la educación del país: Así lo confirma la elección de su fórmula vicepresidencial; Isabel Segovia. No es carreta. La educación no será el cliché y relleno que fue durante estos 4 años. Segovia le ha entregado su vida profesional a la causa de la educación del país. En esto Segovia no cederá, los colombianos pueden estar seguros. Por parte del candidato, esta es una clara señal de sus intenciones de trabajar con los mejores para resolver los problemas de fondo del país, fortaleciendo su discurso y posición independiente contra la politiquería y la corrupción.
Solo por esto, valdrá la pena votar por Peñalosa.
Las estrellas se alinearon. El resto le corresponderá a la campaña y a los colombianos que deciden.
Durante las pasadas elecciones, antes de que se configurara el fenómeno de la Ola Verde y cuando Fajardo lideraba las encuestas entre los alcaldes, escribí sobre la posibilidad de una alternativa política independiente en medio del clima tenso y polarizado y la estéril dialéctica Uribismo/Antiurisbismo. Al final fue Mockus el que encarnó la alternativa.
El artículo terminaba de la siguiente manera: “Los votos de las maquinarias se encuentran prácticamente contados y comprometidos. La fórmula del voto de opinión, aunque no obliga, y por lo tanto no es garantía de nada, tiene sí, sobre los elementos de la inspiración, la persuasión y la convocatoria el potencial de generar una verdadera bola de nieve.” Sin ser la Ola Verde, es innegable que acá hay un contexto muy favorable para esta candidatura. (Ver artículo elecciones 2010)
¿Quién siente una gran emoción por este 2014 que se le viene a Bogotá? ¿Alguien?
De mi parte, les confieso que no mucha.
Aunque creo que la ciudad ha sido gobernada por un pésimo alcalde en los últimos dos años, habría preferido que Petro termine su mandato. En el 2015, con suficiente evidencia a sus espaldas de su incapacidad de gobernar y liderar un proyecto como Bogotá. Por eso, ni destitución, ni revocatoria. Pero todo indica que saldrá del Palacio de Liévano y vendrán elecciones atípicas o habrá alcalde escogido por el Presidente de una terna de progresistas. En cualquier caso, el nuevo alcalde gobernará durante menos de 2 años. Bogotá no saldrá de su interinidad.
Entretanto, el ambiente político de cara al proceso electoral nacional se enciende, y el juego y la pelea por la capital del país serán centrales. La batalla de la política nacional se juega en Bogotá. Uribe será protagonista. Y un Petro alcalde y eventualmente destituido y vuelto mártir, también lo será. Prepárense para la cantaleta de estos dos. Para el escenario de unas elecciones atípicas, suena Pacho Santos por el Uribismo y otro que ya anunció su interés es William Vinasco. Es frecuente oír decir que el bogotano debe aprender a votar mejor. Advierto, Si llega a darse una elección este año, es probable que no haya qué escoger. Peñalosa está jugando en las presidenciales con un discurso urbano; clave para el futuro del país. Mockus y otros andan inhabilitados. Y otros cuentos más –Navarro, Galán-, anulados por la elección nacional. Un escenario patético. Ya entienden por qué lo decía.
Seguramente, en el debate de una eventual elección para elegir alcalde de Bogotá este 2014, los temas de fondo de la ciudad pasarán a segundo plano. Tengo mucha curiosidad de ver lo que pasará con esta elección. Nada está claro. Mientras tanto, la interinidad de la ciudad, ausente de un liderazgo y un proyecto claro, seguirá mermando la capacidad de administración y ejecución del aparato estatal del distrito. Será un año movido, diría que turbulento en lo político y de mucho ruido, pero me temo que estancado en cuanto a los procesos de transformación de la ciudad. Pero OJO, solo aquellos que se inician y en principio se lideran desde la institucionalidad de la ciudad.
Porque al tiempo que eso se frena, seguirán apareciendo y consolidándose iniciativas ciudadanas, emprendimientos sociales, colectivos urbanos, etc., que surgen como respuesta natural al vacío de poder y de liderazgo que deja la crisis político-institucional de la ciudad.
El futuro de la ciudad no se trata de izquierda versus derecha, como todo se enmarca en las conversaciones políticas del país. Tenemos que salir de esa dicotomía estéril y divisoria. Se trata de su funcionamiento y sus transformaciones, y al final, de la felicidad y el bienestar de sus ciudadanos. Si bien en el mundo de la política, pocos parecen entenderlo, alivia sentir y saber que todo lo que huele a crisis y engendra politiquería, también aviva y acelera reacciones ciudadanas propositivas y transformadoras.
Hay que aprovechar esta coyuntura electoral y la activación del interés en la política que se despierta en estas épocas, para que más personas se entusiasmen a participar en la construcción de nuevos proyectos ciudadanos; que se gestan con la mira puesta en el interés colectivo de la ciudad.
No lo duden. Será un año político casi aturdidor. Pero pensándolo bien, también puede ser un año que acelere la consolidación de estos procesos. Algo clave, pensado en el futuro de la ciudad en el largo plazo.
Aprovecho para compartirles un video inspirador sobre la transformación de Nueva York en los últimos años. Otros lo están haciendo.