
Ultimo artículo durante la era Petro, que resume mucho lo que fue.
La actual administración sale con unos proyectos/ideas que parecen un mal chiste. En medio del colapso de Transmilenio y las protestas de hace un par de semanas por el mal servicio y el hacinamiento, anuncian que se estrena WIFI gratis en el sistema de buses rojos. Felipe Zuleta escribió sobre esto en una columna reciente (De culo para el estanco): “Pero como dicen los usuarios, si nos roban los celulares y las tabletas sin sacarlos, cómo será si los sacamos dizque para navegar por internet.” Bajo este escenario, este WIFI que ofrece el Gobierno Distrital no es más que decoración. Una vanidad. Pretensiones de una ciudad inteligente. Buenas ideas y hasta buenas intenciones que en medio del contexto actual de la ciudad, son absurdas y risibles. ¿En qué ciudad viven estos señores?
El desarrollo de una ciudad depende de procesos, no de comprar y adquirir juguetes. Pero vemos a la administración anunciando con bombos todas sus compras materiales: sus nuevos compactadores, nuevos taxis eléctricos, WIFI para Transmilenio, WIFI en la plaza de Bolívar, máquina tapa huecos, motos para la policía, Segways para la policía, aplicación para tapar alcantarillas, etc. ¿Pero y dónde están los resultados? Ahí están los compactadores destrozados en unos talleres, los huecos sin tapar, el WIFI sin usar, el aire cada día más contaminado, y en general, la misma percepción de inseguridad.

Por lo tanto no son más que decoraciones, igual que los paraderos de bus que ahora han decidido disfrazar de jardines (Artículo Semana: Paraderos Verdes). Esto último sí es demasiado jocoso: estructuras (paraderos) que hasta ahora para lo único que han servido es para cederle a unos privados un espacio publicitario privilegiado (EUCOL); paraderos no pueden llamarse. Ese nombre hay que ganárselo haciendo que los buses recojan y descarguen a los pasajeros en esos puntos; un comportamiento básico y de puro sentido común para el buen funcionamiento de la movilidad de una ciudad, pero que históricamente, los gobiernos han sido incapaces de regular. Pues ahora que sean jardines. Genial. Entretanto se caen los árboles de la ciudad por la misma razón que las vías están llenas de huecos y el espacio público en general destrozado: falta de gerencia y mantenimiento. La semana pasada uno de estos árboles cobró la vida de una mujer.
A los gobiernos no se les puede juzgar sólo por sus buenas y nobles intenciones. Tienen que haber prioridades y planes coherentes con las realidades de la ciudad. Hay que tener sueños y aspiraciones, pero también hay que saber llegar a ellos. Vuelvo y pregunto: ¿En qué ciudad viven estos funcionarios?
Creo que así pretenden decorar de ciudad sostenible y moderna a Bogotá.
Nota final. Petro tenía que irse de la alcaldía. Instituciones internacionales como la OEA y la CIDH, manejan una doble moral, lo que en mi opinión le resta legitimidad a sus actuaciones. Mientras callan y se asustan con gobiernos matones como el de Venezuela, una dictadura desde hace años, ampara a un alcalde que siguiendo el mismo libreto de Chávez, ha reducido el concepto de democracia a salir elegido en las urnas. Democracia es mucho más que eso. Los criterios y estándares de democracia y justicia que aplican, ni son constantes, ni son aceptables.
Con o sin Petro, desde hace rato la que viene perdiendo es Bogotá.