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La Teoría de las Ventanas Rotas, Parte I (Bogotá)

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La importancia de los pequeños detalles

 

Secuencia de sutiles eventos….ver resultado! Video de la banda OkGo

Mientras escribía esta nota se me vino a la cabeza la siguiente letra del legendario Héctor Lavoe y su emblemática canción de Juanito Alimaña:

 “La calle es una selva de cemento y de fieras salvajes cómo no,ya no hay quien salga loco de contento, donde quiera te espera lo peor”

¿Porqué la importancia de darle respuesta con carácter de prioridad y urgencia a cientos de situaciones y aspectos físicos de la ciudad que afectan directamente la calidad de vida de sus ciudadanos, pero que al ser vistos de manera aislada y con ojos individualistas, se terminan trivializando y pormenorizando a la luz de otros problemas de engañosa mayor proporción?

  La acumulación de huecos, andenes y puentes peatonales en mal estado, alcantarillas abiertas, parques sin mantenimiento, alta frecuencia de robos callejeros , vendedores que invaden el espacio público, escoltas tomándose las vías, conductores parqueando en las aceras y otros deteniéndose por minutos en arterias viales de la ciudad con sus luces de parqueo encendidas, individuos orinando  en pleno espacio público, y otros “pormenores”, crean una generalizada y azarosa situación de caos para la ciudad con serias implicaciones para su futuro; el demonio de todo gran sistema está en sus detalles.

Indudablemente el deterioro de la ciudad y su desgobierno son factores que están afectando negativamente el estado anímico de la ciudadanía. Y lo más grave, sin pretender excusar los malos comportamientos de la ciudadanía bogotana, es que si nos acostumbramos y acomodamos a un escenario como el que estamos viviendo, este sólo tenderá a reproducir mayores y peores comportamientos por parte de sus ciudadanos y autoridades. La bola de nieve seguirá creciendo.

Pues ha sido bien probado por experimentos sociales y múltiples situaciones de la vida real que el caos reproduce más caos, y que éste, a su vez reproduce inseguridad. El contexto, en este caso la deteriorada apariencia de una ciudad, incide notablemente en su gobernabilidad, y muy sensiblemente, en el comportamiento de sus ciudadanos.

¿No creen que algo de esto pueda estar pasando en Bogotá?

La teoría detrás de esta idea se conoce como La Teoría de Las Ventanas Rotas, y fue por ejemplo a partir de sus postulados que se forjó la estrategia que enmarcó la extraordinaria transformación de la megaciudad de Nueva York durante los años 90’s.

 ¿Pueden pensar en situaciones de esta naturaleza en donde pequeños detalles y malos comportamientos ciudadanos generan todo tipo de externalidades negativas que al final afectan la totalidad del sistema?

 ¿Se puede imaginar lo mismo pero a la inversa, en sentido positivo,  y las posibilidades que ello podría significarle a la ciudad y a nuestra calidad de vida como ciudadanos?

 En la próxima nota más sobre la Teoría de las Ventanas Rotas y el extraordianrio proceso de transformacion de la ciudad de Nueva York.

La Teoria de las Ventanas Rotas III (Nueva York)

Por German Sarmiento Aparicio

Germán Sarmiento es un apasionado por Bogotá y los temas de ciudad y desarrollo urbano. Es el creador de http://www.miBLOGota.com. También es un activista de la ciudad, liderando proyectos ciudadanos como Cebras por la Vida (www.cebrasporlavida.com): proyecto participativo de comunicación ciudadana y urbanismo táctico que a través de intervenciones artísticas en las calles, reclama por el derecho de los peatones a caminar de manera segura y digna por las calles bogotanas (Ganador del Premio de Sostenibilidad Urbana WUF Medellín 2014/La Ciudad Verde, BID, Findeter- Ganador del Walking Visionaries Award- Walk 21 Vienna 2015). La iniciativa ha sido replicada en otras ciudades de Colombia y México. #urbanismo-táctico #innovación-ciudadana #placemaking.

3 respuestas a «La Teoría de las Ventanas Rotas, Parte I (Bogotá)»

Comentario de Jorge Orlando Melo:

«La primera vez que oi la teoría de las ventanas rotas fue en 1970, a Mario Latorre, rector de la Universidad Nacional: fue algo literal. Las residencias estudiantiles estaban todas rotas, y el le explicó al administrador de la U que había que arreglar todo inmediatamente: si hay una ventana rota, no les importa romper las demás, si una pared está pintada, todos pintan. Hay que mantener las cosas limpias. (Pero hizo una recomendación maquiavélica: lo único que no pintaría ni quitaría son los avisos que dicen: Mañana, asamblea general….. Como no ponen fechas, los podemos dejar para que nadie sepa cuando son las asambleas).

Al margen de esta arqueología, creo que tienes mucha razón: tanta acera rota, tanto hueco pequeño son el camino para más aceras rotas, para que nadie se sienta comprometido y trate de arreglar lo que se dañe. La calle 14 entre 82 y 84 es un ejemplo monstruoso: grandes inversiones comerciales, pero caminar es imposible. (No se si lo habrán arreglado en un esfuerzo sistemático reciente, que estaban haciendo).

Y hay la lógica contraria: que es mejor esperar a que las cosas se dañen del todo. Si se abre un hueco en una calle, les parece muy caro arreglarlo porque los contratos son demorados, etc., y esperan a que haya que arreglar toda la calle. Pero el costo real es infinitamente más grande: una vez en la Luis Ángel se soltaron unos ladrillos en la calle 12 entre 4 y 5. Averigué cuando costaba arreglarlos y valía como 60.000 pesos. Fui a averiguar con la Corporación la Candelaria, y les dije que unos amigos habíamos hecho una vaca y podíamos arreglar los ladrillos. Me dijeron que no podía por ser un bien público, que había que programar la reparación, tener permiso del municipio, etc. Como a los seis meses el desmoronamiento era inmenso (en las calles enladrilladas y adoquinadas la lógica de las ventanas rotas se refuerza, pues cuando se suelta un ladrillo los vecinos pierden apoyo y se caen solos, fuera de que son más fáciles de robar para usar en otra parte, etc.) Y lo programaron como para un año después, cuando debió costar muchos millones.

Por otra parte, he leido mucho sobre la violencia en USA, NY, y hay mucho debate sobre el impacto de la teoría y la lógica sobre homicidios: muchos dicen que la caida no fue tan grande, que fue paralela a muchas ciudades que siguieron otras estrategias (que había otros factores comunes en todo el país que ayudaron a bajarlos), incluso que fue menor a otras menos publicitadas. Es posible, pero eso no quita el valor por los demás impactos sobre la estética, la vida diaria, el ambiente urbano.

Sobre violencia, vale la pena comparar la tasa de caída de violencia en Bogotá 1994-2003, que fue muy grande, con la de NY bajo Giuliani

No se si has visto mis artículos sobre estos temas. ..

Están en mi página (http://www.jorgeorlandomelo.com/ti_policia.html) Te recomiendo tres:
Policía y algo más 2010 Sobre los programas de lucha contra la violencia en USA
Los éxitos en la lucha contra la violencia 2006
Cultura ciudadana y homicidio en Bogotá. Publicado en: Cultura Ciudadana en Bogotá; nuevas perspectivas, Bogotá, Cámara de Comercio, et al. 2009.

Y hay otros sobre las aceras, los taxis, etc. en Bogotá
Ciudades invisibles 2011 Sobre la imágen de Bogotá
Ciudades para la gente 2010
El patio de mi casa 2010 Agricultura urbana
Semáforo en rojo: los taxistas de Bogotá 2009
Emociones bogotanas 2009 Aceras, tráfico, huecos en las calles
Opulencia mezquina 2009 La invasión privada de calles y antejardines
El fascismo cotidiano 2009

El maestro van Gogh, triste y olvidado en su tiempo, decía: «Encuentra bello todo lo que puedas; la mayoría no encuentra nada suficientemente bello.» Se dio cuenta de que los detalles – y las cosas pequeñas – tienen un gran valor. Un comienzo de cambio para nuestra sociedad, como bien lo plantea Germán Sarmiento, sería modificar ciertos detalles desagradables y que denotan desidia. No es un problema exclusivo de las autoridades o de la administración – que no tienen por qué ser excusados: ellos están en otro cuento – sino de TODOS. De a poquitos vamos cambiando el mundo… y el día menos pensado esto se puede tornar en una avalancha, como sucede con las bolas de nieve. Eso sí, hay que comenzar: ¿quién se atreve a hacer rodar esa primera piedrecilla de hielo?

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