
El 65% de los bogotanos no salió a votar. Esta apatía es la que en buena medida nos tiene como nos tiene. Y lo peor de todo es que lo sabemos bien. Haber votado así fuera en blanco. No llovió, la Ciclovía estuvo cerrada, era domingo, hay elecciones cada 4 años. Somos demasiado cómodos y dejados. El deplorable estado de la ciudad y nuestras batallas egoístas contra todos y todo en la cotidianidad, son un reflejo de eso. Venimos viviendo en un estado de apatía y amargura con vicios de epidemia, que sólo parará si empezamos a hacer ciertos esfuerzos. En esa línea, no nos puede dar mamera votar. Pero además, debemos ser conscientes que nuestro juego como ciudadanos no se limita al voto. No podemos seguir alimentando nuestra propia desgracia, por más escépticos y desilusionados que estemos, y asqueados por el circo de la política colombiana y el prolongado desgobierno de la ciudad.
El cuento de los derechos sí que gusta, pero el de los deberes más bien poco.
Pensaría que hemos padecido lo suficiente. Que el maltrato sistemático que nos aplica la ciudad termina por sacudir a la ciudadanía. A veces creo que sí. He visto y conocido unas iniciativas ciudadanas increíbles que alientan. Pero otras veces, señales como esta, evidencian que no; que en Bogotá domina una escalofriante apatía colectiva.
Es innegable que en Bogotá la crisis se ahonda y echa raíces, en gran medida gracias a esa impresionante pereza ciudadana. Somos unos fenómenos para criticarlo todo, para solo indignarnos, y por supuesto, para quedarnos en eso…en nada más que la indignación. Una indignación ligera y pasajera, que así como se prende, vuelve y se apaga.
¿Y qué queda? Las tragedias se repiten. La crisis se prolonga.
Haber votado así fuera en blanco.
Ya hace un tiempo me había encontrado con la siguiente frase de Bertolt Brecht que nos habla de esa apatía:
“El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio del arroz, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro, que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política.
No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos, que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales multinacionales.”
¿Qué necesitamos para movernos? ¿Cuánto nos ha costado tanta apatía por los asuntos públicos del país y la ciudad?
Nota final: Hay que ser equilibrados y reconocer, que la falta de canales innovadores y efectivos de participación, distintos al voto, aplastan el interés ciudadano. Aquí hay un reto grande por inventárselos, proponerlos y construirlos. Los espacios de participación tradicionales no funcionan. La gente no cree en ellos. La confianza ciudadana en las instituciones está por el piso. ¿Qué se necesita para incentivar una mayor y más consciente participación ciudadana? ¿Cómo seducir esa participación? ¿Cuáles son las barreras que desmotivan al ciudadano? ¿Cómo podemos mejorar la interacción entre el ciudadano y el gobierno? Preguntas que debemos respondernos y sobre las cuales tenemos que actuar innovando.
De todas maneras, nada de esto excusa semejantes niveles de abstención.
Una respuesta a «Bogotá: Haber votado así fuera en blanco»
Pones un dedo en la llaga de todo el país pero cómo pedirle a un país que se cría y levanta con ignorancia política? Ya no nos enseñaron a las últimas generaciones a tener cultura ni siquiera el conocimiento político básico para tener criterios y exigir un cambio en la condición actual. Si conocieramos a fondo las consecuencias nos moveríamos y votaríamos. Y si no estamos conformes nos movilizaríamos y revolucionaríamos… pero aquí estamos, dormidos.