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Bogotá: Ciudad insensata, cortoplacista y miope. Tragedias Anunciadas

Foto de @CamiloMontoyaYe:
Foto de @CamiloMontoyaYe:»Así amaneció la alcantarilla por donde cayó la niña de 2 años en el centro de Bogotá «

No encuentro otros términos para definir a Bogotá. Semana tras semana, la inverosimilitud de las noticias que produce la ciudad, malas noticias, así nos lo confirma.

Hechos como la muerte reciente de Michel Dayana, una niña de 2 años, que muere al caer en una alcantarilla abierta en el centro de la ciudad –Av Jiménez con Cr 9- , no deja dudas. Dramas similares, absurdos, que rayan con la ficción, me atrevo a decir, suceden una y otra vez en Bogotá, no porque estemos locos o vivamos en Macondo, pero porque detrás de todas estas tragedias, advertidas, tenemos un gobierno que ha sido incapaz, ya por muchos años, de funcionar y cumplir con sus mínimos. El decaimiento del aparato estatal del Distrito, de su institucionalidad responsable de gerenciar la ciudad, de mantenerla, repararla y hacerla funcionar adecuadamente para sus ciudadanos, ha alcanzado unos niveles trágicos ¡Una niña de 2 años se fue por una alcantarilla que duró días, probablemente semanas, sin ser tapada! ¿Cuánto irá a durar la indignación? ¿La calentura en los medios? Pero lo más importante: ¿Qué resultará de esta indignación? ¿Valdrá de algo la muerte de Michel Dayana?  ¿Se logrará algo sustancial en términos de darle solución al problema? ¿Nos propondremos buscar las soluciones de fondo?

¿Las exigiremos?

O por el contrario. La tragedia se repetirá en el futuro, la noticia será la misma pero con otro nombre, será otro el niño o la niña, en otra fecha; como borregos nos haremos las mismas preguntas, nos calentaremos, nos indignaremos fogosamente, para al final, obtener las mismas respuestas inocuas y vacías de siempre que nos dan el gobierno de la ciudad y sus funcionarios. Entretanto, afuera, en las calles, todo igual.

Es fundamental que ante estas crisis, que frente a estas tragedias urbanas y humanas, dejemos de mirar miopemente, buscando el chivo expiatorio para la noticia caliente, como por ejemplo, señalar al ladrón de la alcantarilla. Que lo hay, lo hay. No obstante, una tragedia como esta, creería uno, merece por parte de todos –gobierno, medios y sociedad- que hagamos otras preguntas mucho más estructurales y de fondo. Y el gobierno, quien se las haga en primer lugar. Mirar hacia adentro, empezar por reconocer las fallas. Sus fallas. Percatarse del deplorable estado en el que se encuentra la ciudad y cuánto de eso se debe a su no gerencia. Hacer una profunda autocrítica.

Por lo tanto, la principal pregunta que debe responderse es la siguiente:

¿Cómo encara hoy el gobierno de la ciudad su cuota de responsabilidad  por esta tragedia que sucede bajo su administración, que pudo evitarse, de haber estado tapada la alcantarilla? Y a continuación: ¿Cómo responderá en términos de su gestión y qué acciones concretas tomará frente al contexto que la ocasionó? ¿Aprovechará la crisis, para  plantearse actuar bajo un sistema moderno de gerencia de la ciudad y de su espacio público que atienda las miles de situaciones de idéntico corte que a diario padecemos los bogotanos?

Porque si bien estamos hablando de una situación puntual, la muerte de  Michel Dayana, la alcantarilla es solo un ejemplo que perfectamente se extiende a una infinidad de otras situaciones que nos encontramos en las calles, “pequeños detalles” que merecen y es obligación del gobierno de la ciudad reparar y prever, pero que quedan ahí, agravándose, huérfanos, mientras se afianzan las posibilidades de que ocurra la próxima tragedia.

El problema es evidente con la infraestructura de la ciudad, pero igualmente con todo lo que atañe el ejercicio de la autoridad y el control sobre lo que ocurre en su espacio público; atracos, robos de alcantarillas, ventas ambulantes sin ningún orden, carteles, pasa calles, riñas, tipos orinando, buses volándose semáforos en rojo, carros estacionados sobre los andenes, motos transitando sobre estos, taxis apoderados de la vía, etc., etc. Todo pasa impune.

Finalmente. El debilitamiento de la institucionalidad de la ciudad, de su capacidad de gerenciarse, no es responsabilidad exclusiva del gobierno actual. Pero eso es consuelo. Lo importante es entender que su momento es hoy, que su responsabilidad está aquí y ahora. ¿La asumirá? ¿Lo exigiremos los ciudadanos?

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Algunas preguntas que deben responderse:

  • ¿Qué medidas se tomarán inmediatamente y cuáles se van a preparar en el mediano y largo plazo para evitar que este tipo de tragedias se repitan a futuro?
  • ¿Cómo propone el gobierno de la ciudad enfrentar el robo de estas alcantarillas? Detrás de esto hay un negocio, hay una mafia. (1400 alcantarillas robadas en Bogotá en el transcurso del año, 5 diarias)
  • ¿Cómo corresponderá el gobierno su obligación de reparar con mayor celeridad estos riesgos?
  • ¿De qué manera responderá con mayor agilidad y asertividad a las alertas que le dirige la ciudadanía para que atienda estas situaciones de riesgo?
  • ¿Cómo en vista de cientos y miles de situaciones que presentan riesgo en la ciudad, por lo menos se buscan mecanismos  temporales que alerten sobre su presencia?